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lunes, 13 de julio de 2015

COLUMNA SEMANAL DE PSICOLOGÍA FAMILIAR-KRADIARIO

FENILETILAMINA- LA CAUSANTE
 DEL AMOR
Por Jessika Krohne
www.psicologiaglobal.cl
Muchas veces nos preguntamos por qué nos gusta tal o cual persona y otra no. Nos atraen distintas personas en particular y otras nos producen rechazo. Nos enamoramos de una persona en específico y una amiga podría decir: "¿Cómo te enamoraste de esa persona?"
Bueno, en fin. Hay muchas teorías que tratan de explicarnos por qué nos llaman la atención algunas personas y nos enamoramos de éstas, mientras que otras personas no las tomamos en cuenta o incluso nos caen mal.
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Según la teoría psicoanalítica, desde la primera infancia decidimos nuestros "futuros amores" y nos hacemos una imagen muy clara de nuestra historia de pareja en muchos años a futuro.

Un experto en química  afirma que desde los cinco u ocho años el niño elabora mentalmente un mapa en el cual encajará en el futuro su ideal amoroso, pues cada quien busca la pareja que desea.
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Francisco Muñoz de la Peña Castrillo da respuestas a la pregunta  ¿por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra?  Innumerables investigaciones psicológicas demuestran lo decisivo de los recuerdos infantiles -conscientes e inconscientes-. La llamada teoría de la correspondencia puede resumirse en la frase: "cada cual busca la pareja que cree merecer".

Según él, ese molde de circuitos cerebrales preestablecido es lo que hará que cada quien se enamore de una persona y no de otra.

El sexólogo John Money considera que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos.  Así pues antes de que el verdadero amor llame a la puerta, el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar.

Se sabe que existe un compuesto orgánico que se denomina Feniletilamina que es la causante del amor. Muchos teóricos la denominan la "hormona del amor" . Esta hormona, compuesto orgánico perteneciente a las anfetaminas, es el responsable de que nos enamoremos y que finalmente se trataría de una hormona de supervivencia, ya que sería la causante también de que los seres humanos se emparejen y finalmente tengan hijos y mantengan la especie humana.

¿Química del amor? La propia fuente, y otras muchas indican que en la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan).
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Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole la vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
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Cuando aparece la persona  deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición.

Ese es el efecto de los primeros meses del enamoramiento absoluto, donde uno parece estar como "ciego de amor" y solo percibe las cosas positivas de la pareja. Es una pasión total, donde uno solo tiene ojos y tiempo para el otro. Esa sensación dura tres meses aproximadamente y es muy necesaria para que las personas se emparejen. Después se aterriza a un estado más normal y racional, donde tal vez se pueda empezar a percibir algunos elementos más negativos del otro, pero uno igual sigue estando en el séptimo cielo y con una idea muy clara de querer planificar la vida con esta otra persona.
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En los primeros tres meses de vida no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino "del siento luego existo", de la carne, las atracciones y repulsiones primarias, el territorio donde la razón es una intrusa. Después de los tres meses se existe primero y de ahí se siente, pero con los sentimientos aún muy enfocados en el otro.

El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene entonces cuando se produce en el cerebro la Feniletilamina, este compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.

Este enamoramiento lamentablemente no es eterno, como ya dicho, sino que va decantando de a poco. Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente, la fase de atracción no dura para siempre y comienza entonces una segunda fase que algunos llaman de pertenencia, dando paso a un amor más sosegado. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz.

Por eso algunos expertos recomiendan para conservar la pareja es necesario buscar mecanismos socioculturales (grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.), para que el proceso deje de ser solo químico. Si no se han establecido ligazones de intereses comunes y empatía, la pareja, se sentirá cada vez menos enamorada y por ahí llegará la insatisfacción, la frustración, separación e incluso el odio.

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