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lunes, 16 de enero de 2017

Columna de Psicología Social y Familiar
NO HAY FAMILIA SIN PAREJA
Por Jessika Krohne

Una pareja pasa por diferentes etapas en su historia comenzando por la primera que es el primer encuentro, el conocerse mutuamente y que dura aproximadamente hasta los tres meses de la relación. Esta etapa se caracteriza por idealizar al otro y querer pasar cada minuto juntos. Se extraña mucho cuando no se está junto al otro y los sentimientos y emociones son muy intensos.
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Después del tercer mes, la pareja aterriza en la realidad. Ambos empiezan a detectar debilidades en el otro y empiezan a construir una historia basada en la realidad presente. Si todo sigue su curso normal, después de un tiempo la pareja siente el deseo de formalizar su relación e irse a vivir juntos o incluso casarse. Después de un tiempo la pareja nuevamente siente que tienen que avanzar en su relación. La relación diádica ya no les es suficiente y quieren formar una dríada, por lo que deciden tener hijos.
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La pareja se concentra en esa etapa del ciclo vital y cuando logran concebir están pendientes de los cambios que produce el embarazo. Especialmente la mujer se centra en esta etapa y ambos lo viven de una forma muy particular. Después de esta espera llega el anhelado momento del nacimiento, donde el bebé ocupa el centro de la atención tanto por los abuelos, tíos y familiares extensos, como por la propia pareja.
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El bebé suele ocupar un espacio muy importante en la pareja y gasta toda su energía, especialmente de la madre que tiene que amamantar y adaptarse a esta nueva etapa de estar a cargo de un pequeño.
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El subsistema pareja en este sistema familiar muchas veces se pierde en esta nueva etapa de vida y muchos se alejan por completo. Aquí es importante poder hacer la diferencia entre la relación madre o padre con el hijo y la relación existente entre la pareja. Uno tiene que adaptarse a este nuevo rol de madre o padre, pero sin dejar de lado el rol de pareja. Aquí es importante volver a destacar el título de esta columna: No hay familia sin pareja. La pareja es el elemento más esencial de una familia y es la base para que una familia pueda seguir funcionando en el tiempo.. Pero es muy difícil si pensamos que estamos en un país, donde los padres piensan que pasan poco tiempo con sus hijos.
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Los especialistas dicen que uno necesita descansar de los niños. Los padres dedican 355 días del año a la casa y parte de lo que uno tiene que hacer es dejar, por lo menos, una semana a la pareja. Sin embargo a muchas parejas les cuesta ver la situación de esta manera. 50% de las madres trabajadoras sienten que el tiempo que pasa con sus hijos es insuficiente (Cesop de la U Central 2009).
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En las vacaciones, las parejas se pueden reencontrar y sumar varios recuerdos bonitos juntos, algo que los expertos ponen como una de las claves de una relación exitosa. En su libro "El secreto mejor guardado", la sicóloga Janet Reibstein entrevistó a más de 200 parejas para descubrir cómo han logrado ser felices juntos. Y, a pesar de los malos momentos, una característica fundamental es que ellos eran capaces de mirar hacia atrás y compartir un sentido de que la vida juntos fue una suma de momentos felices.
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En su misma línea, Ellen Kreidman, sicóloga y autora de varios libros sobre parejas, es taxativa: las parejas deben tomarse, al menos, una vez al año una semana solos. "Ellos son más que padres. Son individuos y también la mitad de una pareja." Por otro lado hay diversos estudios que indican que los hijos más felices vienen de hogares donde los padres funcionan bien como parejas, porque ellos son la base desde donde parte la familia. Si esa base tambalea, tambalea la unidad familiar.
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Escuchemos a los especialistas y no olvidemos que a pesar de cumplir el rol como profesional, trabajador/a, madre o padre también debemos dejar un espacio importante en nuestras vidas para compartir en pareja.

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