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martes, 10 de agosto de 2010
Drama de los mineros de Atacama causan rabia y frustración
Por Walter Krohne
Es una gran pena que ya no causa ni siquiera dolor, sino mucha rabia y sobre todo frustración. Treinta y tres mineros arriesgan nuevamente sus vidas por la irresponsabilidad de funcionarios estatales que otra vez no cumplieron con su labor. Lo peor de todo es que nuevamente existiría en este caso una forma de apoyo ilegal y desmedido, paternalista o político, del sector estatal con la empresa privada, cuyas razones son por ahora desconocidas.
Hoy da lo mismo para qué gobierno trabajaron estos funcionarios, pero es importante saber quiénes son los que tuvieron en sus manos la decisión de reabrir y permitir que la mina San José, ubicada en las cercanías de Copiapó, pudiese volver a trabajar, a pesar de no contar con las más necesarias condiciones y medidas de seguridad.
Sin requisitos y sin inspecciones periódicas de los órganos competentes del Estado chileno era imaginable que tarde o temprano iba a ocurrir una nueva tragedia, como ya sucedió en ese mismo lugar sin que se condenara debidamente a los responsables.
La población chilena vive este drama minuto a minuto a través de la televisión que realiza transmisiones en vivo explotando masivamente cada detalle de lo que ocurre. Todo esto brinda una imagen de que el Estado está activo y el gobierno cumpliendo para atender a los familiares que aparecen en las imágenes de la pantalla chica llorando e intentando botar su desesperación en medio de una vida de pobreza y de mucha desolación.
Una vez que se termine este dramático capítulo se reunirá una comisión ante la cual pasará una larga fila de personajes, supuestos responsables y testigos de la tragedia, donde todos darán una versión o, mejor dicho, su propia versión de lo ocurrido. Tras acumularse toneladas y toneladas de papeles y documentos, fotografías y grabaciones en video, la comisión dará por terminada su tarea sin resolver nada contundente, como ya ha ocurrido con tantas otras comisiones investigadoras.
Hoy escuchamos la promesa de la presidenta de la Cámara de Diputados, Alejandra Sepúlveda: “Nos comprometemos ante el país que esta no será una comisión más”. ¿Qué significado tienen estas palabras? Ninguna, porque ¿cuántas veces hemos escuchado esta misma frasecita de los políticos?
Basta con recordar las últimas tragedias vividas en Chile como el terremoto y maremoto de este año, que si no hubiese sido por fallas humanas en la Onemi y el Shoa, muchos de las decenas y decenas de muertos por el tsunami podrían haberse evitado; o el transantiago, que le ha costado una millonada a los bolsillos de todos los chilenos; o las malversaciones o estafas al fisco de funcionarios de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, donde la mayoría de sus imputados quedaron libres de “polvo y paja”; o los escándalos en el sistema hospitalario; o los despilfarros en el Ministerio de Educación; o los peajes desproporcionados que están obligados a pagar los chilenos por el uso de las autopistas. La lista es muy larga para abrir de una vez por todas el gran archivo de los escándalos.
Volviendo al tema que esta vez nos inquieta, ¿cómo es posible que se reabriera la mina si el ex director regional del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) en Atacama, Anton Hraste, declara ahora que “esa mina no debió haberse reabierto nunca? ¿Quién entiende esto? Si no debería haberse abierto nunca ¿por qué se hizo? Y ¿quién lo hizo?
La mina San José fue cerrada por el mismo Hraste en dos oportunidades: en forma temporal el 2006 y en forma definitiva el 2007. Después del 2006 se le pusieron a la empresa condiciones que terminó cumpliendo y se le permitió así reanudar las faenas. Sin embargo, en enero de 2007 un nuevo accidente le costó la vida a Manuel Villagrán, y el peritaje especializado en mecánica de suelos concluyó que se trató de una "explosión de roca", lo que es un hecho grave y no controlable, porque cuando se produce “saltan esquirlas y trozos de roca en distintas direcciones.
La mina fue otra vez cerrada en forma definitiva. ¿Por qué se reabrió?
La respuesta, según Hraste, la deben dar el gerente de la mina, Alejandro Bohn; el actual director nacional de Sernageomin, Alejandro Vío, y el jefe del Departamento Nacional de Seguridad de ese servicio, Santiago Pinilla. Ellos tomaron la decisión de reabrir la mina San José de la Compañía Minera San Esteban, subrayó el ingeniero en una entrevista con el diario “El Mercurio”.
Hraste confirmó además que las minas San José y San Antonio del mismo dueño, tienen larga y compleja historia de accidentes con heridos, mutilaciones y decesos.
El ingeniero de minas dejó el cargo el 30 de junio de 2007, y el 30 de mayo de 2008 el Sernageomin, en oficio firmado por Patricio Leiva, subdirector (s), autorizó la "reapertura total de la mina San José", tras revisar y aprobar los proyectos de ventilación y eléctrico y el estudio geomecánico con sistemas de fortificación y monitoreo geotécnico. Sin embargo, se abrió sin el cumplimiento de un requisito fundamental como era la construcción de una vía de escape.
Epílogo: El Presidente Piñera dijo que reformulará completamente el Sernageomin. También hubo que hacerlo cuando las autoridades se percataron que el sistema de registro de sismos era inexistente en Chile, aunque se trata del país más sísmico del mundo. Y la reformulación ha sido planteada porque en Atacama hay 600 faenas mineras o minas para inspeccionar y la oficina regional de Sernageomin cuenta con sólo dos funcionarios que cumplen con esa tarea. Es decir, el retraso que hay en este trabajo es de al menos dos años.
¿Por qué no se hicieron antes los cambios necesarios en este sentido, conociéndose la realidad de Sernageomin como también el incremento de la frecuencia de los sismos en el norte del país que afectan a las minas estructuralmente? Y por último, podría haber sido también útil el dato duro de que en la última década han fallecido 373 personas en faenas mineras, lo que da una media de 37 muertos anuales.
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