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jueves, 19 de agosto de 2010

El panorama que debe tener el empresario de la PYME


Por: Eduardo Lastra D. (*)
Desde Lima, Perú 

La comprensión de que su unidad productiva, comercial o de servicios, es una realidad dinámica y compleja en sí misma y que además forma parte, necesariamente, de un contexto mayor que le puede favorecer o perjudicar, es de suma importancia para quien dirige una micro o pequeña empresa.

El escenario de competitividad y libre mercado obliga a que muchas personas vean como una probabilidad de supervivencia, el “meterse” de “empresario” y generalmente en lo que sea y como sea. Frecuentemente, la única “guía” con que cuentan es la “recomendación” de algún amigo o familiar, quien basado en su propia experiencia le sugiere tal o cual “negocio”.

Falta pues, una adecuada orientación, tanto para quienes recién quieren iniciarse en una aventura empresarial, como para los que teniendo ya una actividad empresarial, requieran de pautas fundamentales para manejar técnicamente Micro o Pequeña Empresa (PYME).

Los empresarios de las PYMES deben tener un enfoque integral, para manejarse dentro de cauces de orden, legalidad, rentabilidad y calidad. En ese ámbito, debe reconocerse que existen varios aspectos a ser conocidos, comprendidos y tomados en cuenta al gestionar cualquier unidad empresarial de micro o pequeña escala.

La actitud emprendedora es importante para aceptar que hacerse empresario de una PYME es “meterse” a un compromiso verdaderamente difícil, donde debe desempeñarse como inversionista, trabajador y empresario, y que básicamente está generando su propio puesto de trabajo, y comprender que para “salir adelante” hay que esforzarse bastante y capacitarse permanentemente. No se trata, pues, de una apuesta que puede hacernos “ricos” de la noche a la mañana.

Es clave distinguir la diferencia entre legalización y formalización. Legalización se refiere básicamente a cumplir con las disposiciones legales que norman el funcionamiento y las obligaciones de la PYME (tener en regla el “papeleo”); pero la formalización tiene que ver con un desempeño acorde con los conceptos y técnicas de gestión modernas que garanticen el éxito empresarial. En este ámbito, habría que destacar la conveniencia de trabajar con apego a los principios éticos, ya que la PYME no debe ser la “fábrica” de productos “bamba”.

Reconocer que hay una lógica financiera sana que debe respetarse en el manejo de los negocios; así como en el cuidado de su imagen crediticia, para ser sujeto de crédito. Ideas como no sobreendeudarse, como no descuidar las cobranzas, como no sobreabastecerse en materias primas y otros, son de mucha utilidad.

Es necesario trabajar con una clara orientación hacia el consumidor y el mercado, y combinar estratégicamente los componentes mercadológicos y promocionales, porque buscar la satisfacción de las necesidades y expectativas de los clientes, es lo que da competitividad sostenida a la empresa.

Desde todo punto de vista, resulta mejor cumplir con las diferentes obligaciones contables y tributarias; para lo cual es necesario contar con asesoría profesional especializada, para no meterse en problemas.

El empresario de una PYME tiene que estar “con las antenas paradas”, a fin de captar la evolución de las diferentes variables del entorno empresarial, como la tecnología, la legislación, la política, la economía, etc. Al interior de su empresa debe dar la máxima prioridad a un comportamiento sistémico de su organización, donde la coordinación y la capacitación resultan determinantes.

Conviene añadir que, muchos y variados conceptos a veces de apariencia “esotérica”, como productividad, calidad total, reingeniería, mejora continua, “benchmarking”, informática, competitividad, agremiación, etc., también deben ser conocidos y comprendidos por los empresarios de las PYMES, en la perspectiva de su aplicación pertinente.

(*) Presidente del Instituto Latinoamericano de Desarrollo Empresarial

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