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martes, 10 de agosto de 2010

La mancha negra


Por Eugenio Alvial Díaz

La intrusión de los graves vicios como el alcohol, las drogas, los fármacos, y otros no tan graves, pero igualmente preocupantes, como la adición a los juegos delante de una pantalla, es como una mancha negra, espesa y asfixiante que está corroyendo los cimientos espirituales de los niños y jóvenes de nuestro país, vale decir, debilitando el futuro de Chile.

No admite discusión que las medidas efectivas para hacer frente a las consecuencias que se podrían derivar de estos flagelos que avanzan sin prisa ni pausa, deben provenir de una muy responsable y sólida política de Estado, aplicada por el Gobierno que corresponda y con recursos del erario nacional, ya que el lucro privado llegaría a ser un obstáculo para lograr la universalidad de las medidas. Y hablamos de hacer frente a las consecuencias, porque el mal ya está instalado, lo que no excluye que paralelamente se adopten estrictas medidas preventivas para aminorarlo.

El deporte es, según la opinión generalizada de los entendidos, uno de los medios más atractivos para encauzar a niños y jóvenes en actividades probadamente beneficiosas para sus cuerpos y espíritus. Nada nuevo en este comentario. Lo nuevo, aunque no tanto, sería decir que dentro del deporte no solamente está contemplado el fútbol (veintidós jugando y varios cientos o miles mirando), si no que toda la gama de especialidades que contempla una Olimpiada.

Obviamente, no se puede aspirar a que un país tercermundista como es Chile se practiquen todos los deportes, pero el Estado si debiera crear la infraestructura necesaria, a través de todo el país, para la práctica masiva de los deportes que los especialistas en educación recomendaran: pistas, canchas,
piscinas, todo adecuado para invierno y verano; incentivos tributarios para la instalación de fábricas de artículos deportivos; capacitación profesional de técnicos y entrenadores; competencias inter regionales anuales; máxima participación de deportistas chilenos en justas internacionales, etc.

Por otra parte, y en línea con este comentario, es oportuno destacar la labor que desarrolla la entidad que agrupa a las orquestas sinfónicas infantiles y juveniles.
 Esta ha abierto un nuevo campo de interés para la juventud que los mantiene dedicados en sus ratos libres a practicar un arte que necesariamente les protege
y satisface el espíritu, al tiempo que pueden demostrar ante la sociedad sus logros y que esta los premia con sus aplausos.
                                   
Los que sacan provecho de los vicios no tienen ni Dios ni Ley, sólo los motiva las multimillonarias ganancias que obtienen de los desdichados que caen en sus redes.

Como corolario nos atrevemos a decir que es mejor gastar cien en prevención que mil en dudosos remedios.



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