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miércoles, 18 de agosto de 2010

Página Editorial Latinoamericana


Diario "Tal Cual" de Caracas, Venezuela

La pobreza como problema


Por Carlos Fernández Cuesta

Algo debe estar claro ya para los venezolanos, no hay posibilidad alguna de un proyecto democrático alternativo a la barbarie y estafa del chavismo sin que se produzca una devastadora lucha por disminuir la pobreza.

Si bien convenimos que para reducirla la consolidación de los derechos de propiedad, el acceso al sistema legal y al crédito y la institucionalización de un sistema competitivo justo, surge indispensable, tanto más lo es el compromiso de la sociedad en su conjunto de, ya no ver la pobreza con el ánimo de una molestia dañina a su calidad de vida, indeseable por fea y mal oliente, referido al estado de las ciudades, de los servicios públicos o de las personas mismas en situación de indigencia, sino que cada vez se pueda traducir esa lucha en una materialización de real práctica social y activa solidaridad.

Los sectores medios y altos en la escala social en Venezuela, han mostrado por lo general un grado bastante satisfactorio de compromiso ante la ocurrencia de tragedias naturales o de otra índole, se hayan desencadenado estas catástrofes dentro o fuera de Venezuela; la respuesta, debe reconocerse, ha sido de intensa cooperación, ayuda y solidaridad.

No obstante, esa misma entrega y desprendimiento que reseñamos para mostrar su sensibilidad en las contingencias de trágicos sucesos se desdobla congelando la sensibilidad ante la inmensa miseria que rodea nuestras ciudades.

Es frecuente que un cinismo egoísta brote espontáneamente para deslindar el campo de la pobreza y de los pobres por quienes tienen un status mejor de educación y vida material.

Es común ya una inadmisible gramática que se aplica para descalificarlos con el uso de expresiones como:”mono”.”niche”, y ahora también “chavista”. Para personas que presumen poseer niveles educativos y por tanto mejores herramientas de comprensión del infortunio en que les toca vivir a otras, es sencillamente vergonzoso.

Desde luego, estas reacciones no se justifican pero pueden explicarse en el contexto del discurso de odio de Chávez, junto al crecimiento de la pobreza y los escandalosos niveles de criminalidad.

Pero lo cierto es que, mas allá de los planes económicos para aumentar la productividad, detener la inflación y crear un clima propicio para la inversión, la lucha contra la pobreza pasa por ir desmontando elementos harto perniciosos que quiebran las relaciones sociales entre las diferentes clases.

La enseñanza en la escuela debe tener ahora una vital misión que promueva con especial énfasis la liberación de prejuicios y auspicie direccionalmente la interacción social entre los diferentes estamentos venezolanos.

El encuentro entre las barriadas populares y la urbanización debe ser ejercicio constante y la escuela es la llamada a articular una confraternidad ineludible entre personas que comparten un territorio y destino común.

Será urgente que la agenda parlamentaria democrática por venir legisle sobre los planes sociales para que sean menos de los políticos y más de la sociedad y la ciudadanía: universidades, institutos educativos católicos o no, comunidades, fundaciones, etc. Llegó la hora de mostrar digno respeto por los pobres y no jugar más al clientelismo y a la demagogia con el tema de la pobreza.

Diario El Mercurio de Santiago de Chile

Felipe González y el socialismo moderno

La extensa entrevista a este diario de Felipe González, ex líder del PSOE y ex Presidente del Gobierno español, durante su visita a Chile, es particularmente ilustrativa de cómo un relevante líder moderno entiende los problemas sociales y económicos contemporáneos y, en particular, de cómo adapta su mirada socialista al escenario de la realidad actual.

Habiendo decidido alejarse hace ya tiempo de la política competitiva, hoy contribuye al debate de las ideas desde su posición de observador protagónicamente experimentado del quehacer mundial. Su afirmación en cuanto a que descarta volver a la política activa "sin énfasis, con tranquilidad, porque no quiero poner un énfasis que es innecesario", muestra madurez y sabiduría, fundadas en la idea de que la democracia se refuerza cuando sus grandes figuras dejan espacio a las nuevas generaciones.

La renovación que introdujo al socialismo español cuando asumió el liderazgo de su partido fue fundamental en el auge que España ha logrado construir en los últimos 35 años. "Prefiero morir de un navajazo en el Metro de Nueva York que de aburrimiento en Moscú" grafica metafóricamente su comprensión de que la sociedad es una entidad viva; de que su progreso y desarrollo se fundan en la innovación y el cambio, y de que las rigideces de una mirada estática sólo conducen al estancamiento. El tiempo transcurrido desde que dejó el poder en 1996 -que incluye los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera de 2008- sólo ha reforzado el sustento conceptual en que funda su pensamiento.

La forma como aborda la realidad socioeconómica actual es particularmente iluminadora: "No podemos aplicar las recetas de hace 60 años a los desafíos del siglo XXI", afirmó, refiriéndose a la crisis económica mundial y al modelo social europeo. Agrega que para poder preservar ese modelo de inclusión social -con el cual él se siente comprometido- se hace necesario producir excedentes que lo financien, y que ello sólo se logra con aumentos de productividad; para eso propone que al menos dos tercios de los salarios de los trabajadores se liguen a los aumentos de productividad. Añade que en materia de capital humano hay que atender mucho más a la empleabilidad que a la defensa del puesto de trabajo concreto, y que para eso se requiere de flexibilidad y versatilidad en la formación de ese capital, y también descentralizar la negociación colectiva. Asimismo, sostiene que se hace necesario reivindicar la actividad empresarial, pues son los emprendedores quienes generan la empleabilidad requerida. "Decir que uno defiende la igualdad repartiendo miseria, es un modelo que ha resultado odioso".

Aunque esta mirada es compartida por muchos en la Concertación chilena, el debate surgido en su seno luego de la derrota presidencial ha hecho aflorar posturas que se apartan radicalmente de la visión de González. Así, por ejemplo, la "neopopulista", según la cual el exceso de preocupación por la eficiencia económica conspira contra la obtención de los votos para ganar las elecciones; o la "neoestatista", que tienta a parte de la izquierda concertacionista y que busca volver a estatizar la minería; o la anacrónica manera de entender el mejoramiento salarial -negociación colectiva por área, por ejemplo-, van en una dirección claramente opuesta a la que plantea el líder español.

Sería conveniente para la Concertación y para Chile que esta visita de Felipe González, que ha dejado una lección de profundidad, modernidad y visión de futuro, contribuyera a orientar los hoy confusos rumbos entre los que se debate la oposición.

Diario La Tercera de Santiago de Chile

El PC debe explicar su relación con las Farc


De ningún partido político se aceptaría que tuviera vínculos con una organización terrorista. El Partido Comunista no puede ser la excepción.


La Fiscalía Nacional de Colombia ha enviado a las autoridades chilenas un documento en el cual vincula a siete dirigentes del Partido Comunista chileno -entre ellos, su presidente y su secretario general, ambos diputados- con la organización terrorista de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Ante los emplazamientos del gobierno y del oficialismo, éstos han acusado una operación política en su contra y lo mismo han hecho varias figuras relevantes de la Concertación, pero sin entregar argumentos que refuten la tesis de la fiscalía colombiana. Desde el PC, además, tampoco se ha repudiado explícitamente la posibilidad de nexos con las Farc como algo incompatible con su calidad de partido democrático, en una actitud ambigua respecto de la naturaleza criminal de esa organización.

No puede haber duda de que, ante imputaciones de este tipo hechas formalmente por la justicia de otro país -sin que exista razón para atribuir otro propósito que la búsqueda de que se investiguen delitos graves-, cabría esperar del PC, en primer lugar, un esfuerzo por presentar argumentos que desmientan su veracidad. Un partido con representación parlamentaria debe dar explicaciones cuando una acusación seria le imputa estar asociado con una agrupación que la comunidad internacional califica de terrorista, que se financia protegiendo el narcotráfico y secuestrando a personas, que no vacila en asesinar a inocentes con la instalación de coches bomba y que ha buscado desestabilizar al Estado colombiano por décadas.

La Concertación, en especial aquellos sectores que evalúan la posibilidad de un pacto electoral con el PC de cara a futuras elecciones, debe exigir que se aclaren los hechos y que exista una condena explícita a ese movimiento guerrillero. Argumentar, como lo han hecho dirigentes comunistas, que los nexos del partido con las Farc han sido de carácter "político" y no "operativo", implica otorgarles una legitimidad que ningún actor democrático reconoce.

Otra arista de la investigación colombiana es la relación entre las Farc y grupos que, bajo la bandera de reivindicaciones de pueblos originarios, han adoptado en el sur de Chile la vía violenta para exigir lo que consideran sus derechos. Se han conocido antecedentes que apuntan a militantes comunistas como enlaces entre la guerrilla colombiana y estos grupos, donde resulta particularmente grave la denuncia de que algunos de sus integrantes hayan recibido instrucción militar de las Farc en el territorio que éstas controlan.

La pretensión del PC en orden a tener participación en la vida política chilena, particularmente en el Congreso, debe tener como contrapartida la mantención de una actitud clara y explícita de rechazo a grupos terroristas como las Farc. Quienes desde la oposición han dado su apoyo para permitir esa participación parlamentaria, deben evaluar con atención la reacción de ese partido ante las imputaciones que se le están haciendo desde el Poder Judicial de otro país.

No es aceptable que un partido político chileno sostenga relaciones con una agrupación que utiliza la violencia como método de acción. La renuencia del Partido Comunista a condenar sin matices a las Farc y a romper sus vínculos con ese grupo guerrillero lo pone en una situación que debe ser aclarada por sus dirigentes ante la opinión pública.

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