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jueves, 19 de agosto de 2010

El dilema de los electores brasileños: Votar por la continuidad o volver al pasado


Lula dejará a Brasil convertido en una "potencia en desarrollo"

Por Walter Krohne

La elección presidencial brasileña, que se efectuará en octubre, es importante no sólo para el mismo Brasil, sino también para toda la región latinoamericana. Es el único estado que ha logrado desarrollos claros y contundentes en distintos sectores de la economía, la política, la energía y sobre todo en la tecnología. No cabe la menor duda que Brasil es el único que puede llegar a ocupar una posición de liderazgo frente a los destinos de toda América Latina, al menos los de América del Sur.

La elección que viene es igualmente importante porque los electores de esta “potencia en desarrollo” deberán decidirse entre dos caminos: Uno es la continuidad de lo que logró el actual presidente Luis Inácio Lula da Silva, quien de una situación personal muy humilde llegó a la primera magistratura del país tras vivir una etapa importante de su vida como obrero industrial y luego dirigente sindical. El conoció la base misma de la realidad social y laboral brasileña, experiencia que le sirvió y aplicó una vez que llegó al poder en 2002. Hoy, ocho años después, Brasil no es el mismo. Sus progresos están a la vista, con una economía fuerte y en pleno crecimiento y con grandes riquezas aún por explotar, como es por ejemplo el petróleo. Lula deposita toda su esperanza en la candidata del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff.

El otro camino es el que ofrece José Serra, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que está históricamente vinculado a una política neoliberal iniciada por su correligionario el presidente Fernando Henrique Cardoso (igual que Lula, presidente de la república en dos períodos constitucionales: 1995 y 1999), a quien se le reconoce haber llevado una política económica exitosa en la década del noventa en que la región y el mundo afrontaban otro tipo de problemas.  Ya antes de su elección como Presidente, como ministro de Hacienda en el Gobierno de Itamar Franco, Cardoso fue uno de los creadores del llamado Plan Real, un programa económico que tuvo como objetivos sustituir la moneda y contener la inflación que a los brasileños se les había escapado a niveles peligrosos.

En las elecciones de 2002, el mismo José Serra fue derrotado, sucediendo al Presidente Cardoso el actual Luiz Inácio Lula da Silva, máximo representante de la izquierda brasileña, título que hoy ostenta Dilma Rousseff, quien aparece como posible continuadora de la obra de Lula.

Justamente este aspecto de la sucesión ha convertido a la campaña electoral, iniciada esta semana, en un continuo tira y aflojes que la pueden convertir en una carrera política dura y complicada, porque, como ocurrió antes en Uruguay, cualquier gesto del gobierno de Lula es interpretado hoy como parte de la campaña que busca la continuidad en el poder del Partido de los Trabajadores.

Con fondos públicos, la administración de Lula ha llevado a cabo desde 2007 (su segundo gobierno) el denominado Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) económico que ha sido el punto central del apoyo que hoy recibe Rousseff como candidata presidencial.

Los resultados están a la vista y las cifras también: Lula celebró en junio un crecimiento de un 9% del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre de este año, frente al mismo período de 2009, gracias a una fuerte inversión y demanda interna, defendiendo así la posición como la octava mayor economía del mundo y superando a la India (8,6%) y quedando cerca del crecimiento de China (11,9%).

Si bien el sello del primer gobierno del PT fueron los resultados de los programas sociales, como el Plan "Hambre Cero", que fue la marca que se lleva Lula, para Rousseff , quien ha sido Ministra de Energía y Ministra de la Casa Civil (equivalente a la de jefa de Gabinete), disputa “la marca” del crecimiento. Ella ha participado directamente en la planificación del programa PAC y también en el PAC II, cuyo inicio para este año cuenta ya con luz verde de Lula.

El programa está diseñado para que continúe con el próximo gobierno, gane quien gane la elección. Para muchos, sin embargo, y especialmente para la oposición, este Plan II no es más que parte de la campaña electoral adelantada, ya que hacer un programa así en un año electoral, sólo puede tener como objetivo la reelección del propio gobierno, con mayor razón si la candidata es Dilma Rousseff, una de las directas responsables del nuevo plan. Lula piensa diferente y se apoya en la idea de querer generar una secuencia de inversiones en infraestructura que pueden garantizar el futuro de Brasil.

Así está avanzando la carrera presidencial brasileña que esta semana ingresó a la etapa de definiciones y la más decisiva que terminará con la elección el 3 de octubre. Las encuestas han señalado últimamente un virtual empate con el candidato del PSDB José Serra, aunque el último sondeo conocido, el de la empresa Ibope, coloca en estos días a Rousseff en la delantera de esta carrera con el 43% de las intenciones de voto frente a 32% de Serra a solo mes y medio de los comicios.

En todo caso hay otros votos que preocuparán a los observadores electorales en los próximos días, como son el 8% que tiene la candidata del Partido Verde Marina Silva, de quien no se sabe si está dispuesta a seguir hasta el final o intenta negociar sus preferencias, como también el 7% de los votos nulos y blancos y finalmente el  9% de los indecisos.

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