Investigaciones recientes incrementan el número real de víctimas fatales que dejó el Muro de Berlín
Por Krohne Archiv
Como todos los años, el día 13 de agosto, Alemania conmemora una de las peores tragedias de su historia y de la Guerra Fría: el aniversario de la construcción del Muro de Berlín (Foto arriba con las cruces que recuerdan a las víctimas) que separó durante 28 años a los habitantes de la antigua capital alemana, la misma ciudad que ha vuelto hoy a ocupar el sitial que le corresponde en la nueva Europa como la principal urbe alemana, donde reside el Presidente y están la sede del Gobierno y el Parlamento Ffederal.
Su construcción fue ordenada por el gobierno alemán oriental de una nación germana que fue dividido al término de la Segunda Guerra Mundial, en la cual su territorio fue arrasado en la peor derrota que haya sufrido un país europeo (el inicio de esta operación se aprecia abajo en la foto a la derecha. Ver también abajo izquierda el mapa que muestra la división de la ciudad).
Así, bajo la fuerte presión de la entonces Unión Soviética, el muro de hormigón se levantó en pocos días, comenzando a cobrar una larga lista de vidas humanas que entre 1961 y 1989 se elevó a 136. Fueron hombres y mujeres que, a pesar de toda las medidas de seguridad, intentaron cruzar el Muro hacia la libertad. Este drama comenzó hace 49 años y terminó en 1989 cuando se abren abruptamente los pasos fronterizos berlineses, como consecuencia de una grave crisis política y económica que afectó a la entonces República Democrática de Alemania (RDA).
Sin embargo, el dato refleja sólo parte de la tragedia, porque los muertos en la frontera Este-Oeste fueron muchos más, estimándose en cerca de 1.439 y cada año se agregan más víctimas con datos que se van conociendo a través de las nuevas investigaciones. Así, en la cifra anotada se han agregado este año otros 46 muertos que no estaban registrados, porque ciertamente estas personas no murieron sólo en el Muro berlinés, sino también en otros pasos fronterizos como en el Mar Báltico, en la frontera interna alemana y en países del Este como Polonia, Bulgaria, Checoslovaquia y Hungría.
Igualmente se están contabilizando a los soldados de Alemania Oriental que se suicidaron porque se sentían infelices viviendo y trabajando para una dictadura comunista. Está el caso de un soldado que se quitó la vida a las pocas horas de que había comenzado a levantarse el Muro.
Sorpresivo levantamiento del Muro
El 13 de agosto de 1961, el Gobierno de la Alemania oriental tomó a la región occidental por sorpresa y ordenó al ejército y a la policía detener el tránsito entre Berlín este y oeste y comenzar a levantar una pared de hormigón que dividiría a Berlín hasta 1989. Ni siquiera el servicio secreto estadounidense supo del proyecto con anterioridad a su ejecución. Dos meses antes, Walter Ulbricht, el líder del Partido Comunista de la Alemania Oriental (SED), había negado públicamente los rumores que circulaban al respecto.
El 24 de agosto de ese mismo año, justo 11 días después de iniciados los trabajos de construcción del Muro, fue asesinada a tiros la primera persona sorprendida en la osadía de cruzarlo. La muerte de Günter Lifting estremeció al mundo, pero Erich Honecker, quien entonces era responsable de la Seguridad del Estado y que más tarde sucedería a Ulbricht al frente del Partido y del Consejo de Estado, permaneció desafiante: “La barrera de protección antifascista estabiliza la situación en Europa y asegura la paz”, argumentó.
Cuando el Gobierno de la Alemania Oriental dio la orden de levantar el muro, se encontraba, como dijimos, en una profunda y peligrosa crisis. En 1961, alrededor de 2,7 millones de personas había decidido abandonar el país y vivir en el Oeste. La ideología comunista comenzaba a perder impulso y avanzaba el deterioro de la economía.
El éxodo de Berlín Oriental se realizó especialmente a través de Hungría, con la excusa de querer pasar las vacaciones del verano (europeo) de 1989 en algún país de la órbita soviética, lo que a los alemanes del Este les estaba permitido. En Hungría buscaban distintas vías para poder continuar viaje a Europa Occidental, ejerciendo, por ejemplo, presión ante las autoridades húngaras al expresar que no estaban dispuestos a retornar a la RDA. Así, masivamente, grupos de alemanes pedían en cierta forma "asilo político" con el objetivo final de cruzar a Occidente.
En el famoso discurso “Ich bin ein Berliner” (“yo soy un berlinés“), de 1963, el entonces presidente estadounidense, John F. Kennedy, describió el Muro de Berlín como “la más vívida y obvia demostración del fracaso del sistema comunista”.
A 21 años de su caída y de la desintegración del régimen soviético, a muchos les cuesta aún hablar de sus experiencias o las de sus familiares, porque siguen temiendo. El miedo los mantendrá dominados probablemente toda la vida, porque la República Democrática Alemana fue una dictadura muy dura. Era como una gran prisión, donde las personas tenían miedo de hablar y de vivir, comentan hoy los analistas de la historia del siglo XX en Berlín (las últimas tres fotos, arriba izquierda y derecha y abajo izquierda, muestran lugares del Berlin actual por donde paso el Muro y que hoy son visitados por los turistas).
Sin embargo, bajo su mando el régimen perdió poder frente a la voluntad de la gente, que decidió con un potente grito de “basta” cruzar al lado occidental donde se observaba gran prosperidad.
Fue justo en la época en que la Unión Soviética había entrado también a una nueva fase de reformas políticas y económicas conocidas como la Perestroika y el Glasnost que fueron lideradas por quien fuera nuevo Secretario General del Partido Comunista Mijail Gorbachov. Y así, el 9 de noviembre de 1989, el Muro se convirtió definitivamente en historia.
Walter, he tomado tu artículo para CiberAmérica- saludos cordiales - arturo durán
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