La del título es una frase muy recurrida cada cierto tiempo, especialmente, cada cuatro años, nos invita a examinar bien su significado. Empezaremos por averiguar que dice exactamente el diccionario del vocablo vocación y por alcance, también veremos que dice sobre la palabra empatía.
Vocación, dice: “inclinación natural de una persona por un arte, una profesión o un determinado género de vida”. Sobre empatía dice: “Estado mental en que uno mismo se identifica con otro grupo o persona”.
A través del tiempo y en distintas partes del mundo se ha visto y distinguido a personas con vocación y si somos acuciosos al leer sus biografías o investigar sus historias, encontraremos un denominador común, el sacrificio y el altruismo. La inclinación natural era tan fuerte que actuaban en pos de su vocación a pesar de los obstáculos que hubiere. Cuántos murieron en el olvido, la enfermedad, la miseria y el abandono, pero con el corazón rebosante de alegría por haber alcanzado su objetivo vocacional. Grandes espíritus selectos, altamente evolucionados.
Recordamos con toda claridad aquella clase de castellano, en el liceo, cuando nuestra profesora del ramo, diletante y gran defensora de la literatura chilena, nos pidió comentar el reciente premio nacional de literatura de la época. Se trataba del escritor Manuel Rojas y su cuento El vaso de leche.
El fondo del cuento es el robo de un vaso de leche que hizo un muchacho hambriento, luego la pregunta que nos hizo la profesora es, por qué el autor había descrito tan acertadamente la sensación del hambriento; uno de los compañeros acertó diciendo que el escritor habría pasado hambre en alguna ocasión, por lo que pudo hacer una descripción vívida del episodio.
A estas alturas estamos coligiendo que ambas manifestaciones, a saber, vocación y altruismo van de la mano. Es decir, si alguien dice tener vocación de servicio público debe demostrarlo a través de la empatía.
Pongamos el caso, como ejemplos, de sentir lo que significa que el techo de la mediagua se pase de lluvia a las cuatro de la mañana y se mojan las camas, en una de la cuales está un niño con 40º de fiebre; o aquellos que pagaron por su casa nueva que al poco tiempo se llueve y desarma a pedazos y no hay responsables.
Y así, las pruebas son duras, reales y cotidianas. Para entenderlas habría que pasar la misma experiencia que nuestro escritor Manuel Rojas.
Al final, nos parece que hay una confusión de significados, porque se confunde vocación de servicio, con vocación electorera y ésta es muy fácil de comprobar, pues al día siguiente de alguna elección ya están sonando candidatos para la próxima: “Quien madruga, Dios le ayuda”.
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