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jueves, 9 de febrero de 2017

La columna de Psicología familiar y social

LA DIFERENCIA DE LOS HERMANOS SEGÚN EL LUGAR QUE OCUPAN EN LA FAMILIA

Por Jessika Krohne


Es normal que los padres con dos o más hijos se pregunten la forma de mantener el equilibrio para que ninguno de sus hijos sienta diferencia. Ser padres justos y equitativos es una tarea que lleva mucho trabajo y esfuerzo. 

Hay que tener en cuenta que cada padre se relaciona con cada hijo de manera diferente. En la relación entre padres e hijos se entrecruzan una serie de proyecciones donde el padre proyecta en el hijo frustraciones, deseos, expectativas y sus propios temores.
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Existen determinados rasgos o signos que tienden a reiterarse de manera continua según el orden cronológico en que nacen los pequeños. Es diferente nacer como primogénito, hijo del medio o conchito en la familia. Cada uno tiene sus propias características o diferencias. 
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Es importante pensar en la singularidad de cada hijo, buscando los aspectos positivos de ellos, orientándolos y fortaleciendo sus aspectos emocionales. 

Suele suceder por ejemplo, que cuando se trata del hijo del medio su personalidad es un poco más insegura, ya que no sabe si comportarse como grande o como guagua, queriendo asemejarse a la conducta de sus hermanos.
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A esto, los especialista lo han llamado el “síndrome del hijo del medio”, una situación que se desarrolla al interior de un núcleo cuando los padres “prestan más atención al mayor, debido a que es el primero, y al pequeñito porque es el bebé y se lleva todo el cuidado, dejando a veces de lado al que se encuentra en el medio”, explica la psicóloga de la Clínica Tabancura, Elizabeth Cerda.
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En la mayoría de los casos, es normal que pueda sentirse “menos querido” o creer que sus papás le prestan menos atención, pero por lo mismo, el esfuerzo de los adultos debe apuntar a aminorar ese sentimiento, para disminuir las consecuencias y reacciones.
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Frente a esta situación, generalmente existen 2 posibilidades: pueden convertirse en niños muy tímidos y retraídos, como si estuvieran en segundo plano, o ser los más revoltosos, como acto de rebeldía. Es por eso de suma importancia que los padres tomen medidas oportunas a tiempo para evitar una de las dos alternativas antes mencionadas.
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Por otra parte, tienen que esforzarse más para ser reconocidos y pelear más duro para conseguir la atención de sus padres, y por ese motivo buscan desesperadamente sobresalir.
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El primogénito por otro lado es el centro de atención de los padres en los primeros años. Su llegada causa gran ilusión más que ningún otro hijo. Suele recibir muchos estímulos para desarrollar habilidades como el hablar, caminar, etc. Al no tener hermanos sus modelos a seguir suelen ser sus padres, lo que lo convierte en una persona más responsable y de acuerdo con algunos especialistas, más ambicioso.

Los primogénitos se ven mayormente afectados por la llegada de un hermano y los celos pueden llegar a convertirse en un problema si los padres no le ayudan a superarlos.

Suele ser el líder entre sus hermanos, un poco el "papá" o la "mamá" de los más pequeños. Aprenderá más rápido a tomar sus propias decisiones, y estará muy consciente de que es el o la mayor. Esto seguirá a lo largo de su vida.

Puede llegar a desarrollar una conducta dominante y si lo dejas puede convertirse en un tirano con sus hermanos.
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En la edad adulta suelen ser los responsables de sus padres y cuando éstos faltan, les preocupa mantener a su familia unida.
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El hijo menor suele ser el más consentido y protegido dentro de la familia y goza de privilegios especiales. Sus hermanos ya son grandes más grandes, por lo que deben aguantarlo y cuidarlo. Si es sobreprotegido y recibe privilegios sobre los otros dos, podría estar criando un monstruo: se volverá egoísta, manipulador, chantajista e irresponsable, creyendo que todo lo merece y esperando que todo lo hagan por él.
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En cambio si es tratado como sus hermanos, desarrollará una personalidad libre y saludable y puede llegar a ser el más independiente de los tres. 
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Los mimos que recibe de pequeño suelen ayudarle para convertirse en un adultos cariñoso y empático. Su hermano mayor sentirá especial responsabilidad por él, sin embargo si está bien educado será un apoyo importante para sus hermanos.
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Tal como enuncia UNICEF, “todos” los niños necesitan sentirse queridos, aceptados, cuidados, y respetados por los adultos su entorno, por ello, es necesario que los padres presten especial atención a poder demostrar el cariño y respeto hacia sus hijos. De este modo, los adultos transmiten a sus hijos sentimientos de seguridad, convicción y confianza en sí mismos, ayudando así a formar una imagen positiva de sí mismos, indispensables para crecer sanos y felices. 

Es muy importante que los padres puedan transmitir a sus hijos desde la muy temprana infancia aliento, libertad de expresión, de modo que el niño crezca en un ámbito donde se sienta autorizado para compartir y hablar acerca de todas sus emociones e inquietudes: amor, miedo, rabia, alegría. La infancia es una etapa de la vida que deja huellas muy instaladas en todos los niños, por ello es muy esencial que todos los niños se sientan cuidados, queridos, respetados en sus necesidades y estimulados en sus posibilidades. 

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