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jueves, 16 de septiembre de 2010

El Bicentenario de Chile - Una reflexión

Por Krohne Archiv



Las efemérides son momentos de gran importancia para la vida de las personas, de las comunidades y de las naciones. Recordar un hecho especial permite volver simbólicamente al pasado y analizarlo en sus múltiples dimensiones y consecuencias a través del tiempo.

El sábado 18 de Septiembre de 2010 se conmemoran 200 años de la Primera Junta Nacional de Gobierno de Chile, aunque la verdadera independencia ocurrió el 5 de abril de 1818 tras la batalla de Maipú cuando el general San Martín derrotó a Mariano Osorio, militar español y gobernador del Reino de Chile.

Esta efemérides debe conducir a la reflexión, no sólo sobre lo ocurrido en 1810 y los años posteriores, sino de todo el período hasta ahora y, de cómo se proyecta nuestro futuro.

Si se hace una reflexión es siempre complicado por el temor a caer en distintas opiniones y tendencias de cómo se habría podido hacer mejor las cosas. La mayor parte de los avances están ligados al modelo económico, político y social que la mayoría de los chilenos han construido y validado consciente o inconscientemente en las dos últimas décadas.

Sin embargo, todavía no existe una visión más profunda y crítica de los actores sociales, salvo situaciones particulares y menos un movimiento social articulado, que promueva una reflexión más inquisidora y permita aprovechar en su sentido más amplio el Bicentenario. Se debe plantear que esta tarea es responsabilidad de todos, pero primordialmente lo es de quienes impulsan el Bicentenario desde el ejecutivo, de las universidades, de los partidos políticos, de las organizaciones sociales de todo tipo y de las familias.

El primer centenario de Chile fue concebido con mucha anticipación desde el Gobierno del Presidente Balmaceda. Sin embargo la Guerra Civil de 1891 y sus secuelas alteraron el curso de los acontecimientos instaurándose en Chile una república de corte parlamentario, siendo los principales hacendados, los dueños de la minería y de la banca quienes administraron sin contrapeso los destinos del país hasta la década de los años 20, en que Chile vuelve a un sistema presidencialista y con una participación más amplia de la sociedad, especialmente de los sectores medios urbanos.

Por lo tanto, el sello de la conmemoración del primer centenario fue esencialmente elitista y marcado por la construcción de obras como la Biblioteca Nacional y el Museo de Bellas Artes, que enaltecieron la visión de un Chile moderno. Fue una celebración que acercó a la clase alta y dirigente, pero con escasa participación popular. No obstante Chile dio una imagen de lo que quería representar y ser.

El segundo centenario de Chile, este Bicentenario que comenzamos a celebrar hoy, debe provocar a todos una profunda reflexión sobre nuestra realidad como nación independiente y nuestros desafíos, para dejar huellas en la memoria de nuestros sueños y utopías en un contexto de fiesta que sea celebrada por todos, y que nos permita además revisar profundamente nuestros valores.

Para el cronista Angel Cabeza, a lo menos existen cuatro claves que deben considerarse para que el Bicentenario cumpla su función como hito conmemorativo y simbólico del proceso histórico de formación de Chile. Estas claves son: 1.- El significado de la gesta de la independencia; 2.- El reconocimiento de la diversidad cultural de Chile; 3.- La fiesta ciudadana y los hitos conmemorativos como mensaje a los chilenos del futuro; y 4.- Una propuesta de integración con América y los países vecinos que reencarne el ideario de la Independencia.

En esta ocasión, lo más importantes es discutir los valores que queremos promover de aquí hacia adelante.

La libertad y la autodeterminación son dos de los principales, pero también los que son vitales para la convivencia nacional como la justicia, la democracia, el respeto a la diversidad, a las creencias religiosas, a los derechos humanos y el cuidado del medio ambiente.

El significado de la independencia es una de las claves que deben analizarse y discutirse de la manera más amplia y es la mejor forma de rendir tributo a quienes se levantaron en nombre de la libertad y la autodeterminación de las futuras naciones de América. Recordar su ideario puede dar nuevas luces que guíen los destinos de los países que ayudaron a crear y resolver las contradicciones que todavía nos agobian.

Esta celebración debe permitir además una respetuosa discusión sobre la desigualdad y cómo combatirla. Pero la celebración debe ser también un acto de reencuentro y de fiesta ciudadana en cada rincón familiar. A diferencia de las festividades del centenario, nuestra celebración debe ser popular, de todos los habitantes, de toda la sociedad sin exclusiones.

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