kradiario.cl

sábado, 11 de septiembre de 2010

Chile: ¿Podrá sobrevivir la clase media?

Por Hugo Latorre Fuenzalida

Algo pasa con la llamada “clase media”, pues todos hablan de ella, pero nadie puede hacer finalmente nada por aliviar sus cuitas.

La clase media fue la gran esperanza de este país durante el siglo XX. Hoy parece ser la capa más débil del sándwich, pero la que más nutre al organismo social con sus responsabilidades económicas y culturales.


En su responsabilidad económica, como la clase media suele ser la clase que posee empleos formales, es la que más tributa, ya que casi el 70% de los ingresos del fisco proviene del IVA. De hecho, la clase media con lo que paga en impuestos es la que financia el 12% de las transferencias públicas que van a dar a manos del 20% más rico de la sociedad; también financia el 28% de las transferencias que el fisco hace al 20% más pobre.

Respecto a sus aportes culturales, ha sido tradicionalmente este sector el que viene poblando a la sociedad de la capa profesional y también la capa ilustrada. Pero además es sobre esta clase media que se trasmiten, preservan y se crean los valores que soportan la cultura social. Su vecindad con los sectores pobres y su capacidad crítica para con los sectores ricos, genera una contradicción que les lleva a buscar la imitación hacia los de arriba, pero con la mirada puesta hacia los de abajo, derivando esta especie de esquizoide postura en una especial sensibilidad crítica y progresista en la mayoría de sus miembros.

Las clases altas o de elevados ingresos, sostiene posturas muy conservadoras en lo valórico, y de ajena distancia del resto de la sociedad. Su autonomización llega a la prescindencia, justamente porque la hegemonía cultural imperante auspicia una especie de individualismo de ghettos postmodernos, en que la responsabilidad se limita al grupo más próximo, considerando ajeno ya al grupo que se encuentra a mediana distancia.

Acontece en estos tiempos disolutivos de toda estructura social y cultural, también de las económicas, que esta clase media, que fue relativamente homogénea, se vuelva ahora fragmentaria y dispersa.

En Grecia, si bien no se puede comparar el tipo de clases con nuestras sociedades, se dio el empuje de una clase parecida a la media, dentro del estrato de las clases acomodadas: comerciantes, constructores, militares, sabios. Todos ellos fueron un gran soporte de la expansión de Atenas. También en la Roma imperial, la clase militar, los ingenieros y los hombres preparados para la administración del extenso imperio en diversas tareas intermedias, fueron además los cultores de una estructura institucional y jurídica que el bajo pueblo no valoró ni los patricios cuidaron de mantener, demasiado absortos en sus luchas intestinas por acaparar poder, justamente entre bandos antagónicos.

Hoy, la clase media está siendo dividida en segmentos que van perdiendo la fisonomía histórica: a) la clase media, media, es aquella que queda aún atrapada entre las dos fracciones centrífugas; b) una clase media ascendente, que se acopla a las clases ganadoras del sistema y c) una clase media descendente, que ha fracasado en sus estrategias de inserción exitosa en el modelo de libre mercado, evidenciando pérdida de competitividad y caída en los niveles de ingresos.

Esta clase que fue antes un moderador de los antagonismos sociales y forjador de un esfuerzo horizontalizador en el progreso, se ve hoy arrastrada hacia la impotencia, la minusvalía y devaluación como segmento. Los sectores atrapados en la histórica posición de media, media, comienzan a resentir su condición, pues son candidatos a perdedores comparativamente con los de su clase que siguen la trayectoria ascendente; por tanto deberían ir rompiendo sus fidelidades equilibradoras, para avanzar en posturas más contestatarias. Es digno de ver, por ejemplo, los estudios de la Cepal respecto a la pérdida económico social que sufre el sector empleado en el aparato público con respecto a otros sectores de la clase media.

El segmento de los perdedores al interior de la clase media, indudablemente irá adoptando posturas más levantiscas o rebeldes, y ya han dejado de ser parte de ese puente social que antes construyeron.

La sociedad de consumo, con su hedonismo y narcisismo, logra morigerar los impulsos defensivos de una clase que debería tener la claridad crítica ante un sistema que la vulnera.

Es sobre todo en la capa de los más jóvenes donde se aprecia esa contradicción: rebeldes en las etapas de colegio (pingüinos); morigerada en la etapa universitaria, por la exigencia financiera de las familias, y formalmente privatizados en la etapa de ingresar al trabajo.

Debe producirse un acercamiento entre los sectores medios, medios y los descendentes, al interior de la clase media. El segmento más arribista de la clase media está en su tarea de imitar a las clases ricas y ya no volverán la mirada hacia abajo ni hacia atrás.

Pero también es cierto que Chile aún está lejos de instalar organizaciones medianamente combativas en aras de sus intereses de clase: la conciencia de ciudadanía del chileno medio es precaria o menesterosa, por lo que se prevé continuará la dispersión de la clase media y su debilitamiento, pérdida de poder e influencia, justamente por la pérdida de homogeneidad y coherencia como segmento social.

Esta realidad habla de que somos un país cada vez más polarizado y seremos cada vez más extremos en lo social. Ya no habrá ese colchón social que servía de contrapeso, lo que plantea también el peligro de entrar en una ruta de oleaje social bastante agitado y sin mucho timón para conducir la nave hacia puertos seguros y pacíficos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario