Por Rudova Wakroto
Ya lo dijo esta semana la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton: Está latente el peligro de que la violencia del narcotráfico, en la forma como se ve afectado México, donde esta guerra ha dejado ya 28.000 víctimas fatales desde 2006, de ellas al menos mil eran adolescentes, se extienda rápidamente a Centroamérica.
Durante la semana conocimos la violencia en San Salvador, donde las denominadas pandillas callejeras se han tomado parte de la ciudad asaltando a los buses del transporte público y a los comercios, pero también conocimos una masacre en Honduras con 11 personas muertas en Silín, departamento de Colon. Estos hechos están vinculados con los carteles del narcotráfico que operan ya en todos los países de América Central.
El narcotráfico se ha mezclado también en algunos casos con el terrorismo o la guerrilla, como se aprecia desde hace tiempo claramente en el caso colombiano con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional que intensifican una guerra de varias décadas y que si bien se sabe que no tiene ningún destino, está allí, activa, y deja cada semana un sinnúmero de bajas en las Fuerzas regulares de Seguridad de Colombia. Recién el último viernes de madrugada cayeron ocho policías adolescentes que intentaron evitar la ocupación del municipio San Miguel de Putumayo. La semana pasada fueron otros catorce.
"México tiene la capacidad de fuerza y la ha estado utilizando" contra los narcotraficantes, pero los países de Centroamérica no la tienen, advirtió Clinton, quien enfatizó que el presidente Felipe Calderón merece "altas calificaciones por su valor" para combatir a los narcos.
Lamentablemente la situación en México es incontrolable y no coincide plenamente con las palabras de Hillary Clinton. Recién hace 48 horas, 89 reos se fugaron de una cárcel del estado mexicano de Taumaulipas con ayuda de los guardias, echando por tierra todos los avances que se habían hecho tras las detenciones de narcotraficantes como La Barbie, Nacho Coronel o Arturo Beltrán Leyva.
Sólo días antes de la fuga masiva del penal fueron encontrados los cuerpos sin vida de Roberto Jaime Suárez, el fiscal investigador de la masacre de 72 migrantes en Tamaulipas (México) y Juan Carlos Suárez, secretario de seguridad del poblado de San Fernando (Tamaulipas, noreste).
Ambos habían desaparecido el pasado 24 de agosto, tras haber sido los primeros en visitar el rancho tras la masacre y el enfrentamiento entre miembros del cartel que custodiaban la hacienda donde se perpetró el crimen y agentes federales.
En la masacre murieron una decena de ciudadanos hondureños, otros tantos salvadoreños y también hubo víctimas fatales de Brasil y Nicaragua. Los 72 que fueron atacados eran migrantes que querían cruzar ilegalmente la frontera hacia Estados Unidos, para lo cual había pagado cada uno entre 1.200 y 1.500 dólares.
En estas condiciones, cuando los narcos asesinan a los investigadores y los carceleros ayudan a huir a los encarcelados, estamos frente a un país en el cual ya no hay ni Dios ni Ley.
Es el temor que también tiene hoy Estados Unidos con el terrorismo, lo que se está denominando como la “americanización del terrorismo”. Esto ocurre nueve años después de los ataques del 11 de septiembre del 2001, que dejaron 3.000 muertos, hechos recordados ayer sábado en Nueva York.
Un estudio de 43 páginas escrito por quienes encabezaron la Comisión 9/11 que abordó los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, concluye que Estados Unidos enfrenta una amenaza cada vez más creciente de insurgentes.
Describieron la actual situación como un llamado de alerta sobre la radicalización de los musulmanes en Estados Unidos y la estrategia cambiante de Al Qaeda y sus aliados.
"La amenaza que Estados Unidos enfrenta hoy es diferente a la que veía hace nueve años", sostuvo el reporte, preparado por el Centro de Política Bipartidista, con sede en Washington.
"Podríamos argumentar que la situación de Estados Unidos en este momento no es muy distinta que la de Europa en términos de que cuenta con un problema terrorista doméstico que involucra a inmigrantes y a musulmanes nativos, así como a individuos convertidos al Islam", indicó el documento.
El informe fue conocido justo en el momento en que el presidente Barack Obama hizo un llamado a la tolerancia religiosa el viernes en momentos en que las pasiones se han agitado por planes de un pastor de Florida de quemar copias del Corán, lo que finalmente no lo hizo, además de la propuesta de construir un centro cultural y mezquita cerca de la llamada Zona Cero en la ciudad de Nueva York.
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