kradiario.cl

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La niñez

Por Eugenio Alvial Díaz
Dicen que recordar tiempos pasados es volver a ser niño o joven, refrescar el espíritu y alegrar el alma. Otros, advierten que no es bueno retroceder mentalmente en el tiempo, porque la nostalgia, casi siempre, acarrea penas por lo que pudo haber sido y no fue, y así...

En esta ocasión hemos decidido alegrar el alma y transmitir, especialmente, a las nuevas generaciones, como era la niñez de antaño en sus formas y costumbres.

Estamos hablando de una época en que, el único artefacto eléctrico que proporcionaba distracción a la familia era el radiorreceptor de ondas larga y corta; la primera para escuchar los programas locales y la segunda los programas del extranjero. Por otra parte, muy contadas casas tenían línea telefónica, aparato que servía sólo para comunicarse.

Pero, aún así, nos divertíamos mucho y bien. A poco de entrar a clases, a principio de año, empezaba la temporada de las bolitas (de piedra) que se llevaban en los bolsillos del pantalón, lo que significaba trabajo extra para mamá, zurciéndolos cada tanto. Luego venía el turno del trompo, el que debía estar “sedita” para competir, es decir, tener el giro totalmente centrado, de lo contrario estaba “cucarro”, por lo que el golpe a la moneda era incierto; y el emboque, donde se desataba una ola de competencias y apuestas entre los diestros.

Más adelante en el calendario, los primeros aires primaverales, indicaban que pronto llegarían los vientos del sur y junto a ello, la temporada de volantines y las competencias para “mandar cortado” al contrario; había tres tipos, “ñecla”, “chupete” y “pavo”, de menor a mayor tamaño respectivamente.

Mientras tanto, en la vereda de enfrente, las niñitas jugaban al “luche”, a las rondas, a saltar el cordel, a las muñecas o a las “visitas”.

Cuando los fines de semana eran lluviosos, la familia se reunía después del almuerzo, a jugar juegos de mesa: lotería, dominó, cartas, etc., partidas que se interrumpían, para dar paso a la hora del té, que venía acompañado con ricas sopaipillas pasadas, hechas por mamá.

Los días domingo, era casi obligado ir a la matiné en el cine del barrio, para seguir las seriales donde normalmente había tres personajes infaltables: el jovencito, la niña y el malo.

Aquellos días, era una época de barrio, donde los vecinos se conocían y se trataban amistosamente. Fueron días en que las mañanas de los domingo, papá nos llevaba a la plaza, lo que significaba un gran algodón de azúcar o un cambucho de crujientes barquillos, mientras mamá, con cariño preparaba el almuerzo dominguero. Eran los domingo alegres.

En las noches nos sentábamos alrededor del aparato de radio a escuchar noticias y música.

Como la radio era el único y principal medio externo de entretención, tenía una gran importancia. Las radio emisoras se preocupaban de transmitir programas variados y de calidad con el propósito de captar auditores (hoy, rating)

Había programas para todos los gustos y edades. Para los niños y pre adolescentes dichos programas tenían características educacionales netas; había radioteatros basados en cuentos y leyendas de autores como Dumas, Salgari, Twain, Dickens, Las mil y una noches, Sabatini, etc., cuya música de fondo, y que realzaba los episodios, provenía de Tchaikowsky, Brahms, Debussy, Strawinsky, Copland y tantos otros.

¿Qué se conseguía con este estilo de radio en la juventud? Que las apariencias y formas de los personajes, escenografía, paisajes, vestuarios, coreografía e iluminación quedaban a cargo de nuestra imaginación, incentivando la creatividad, al mismo tiempo que, sin darnos cuenta, fuimos educando el oído en la música de los grandes maestros.

Hoy, estamos perplejos, no logramos comprender qué pasa con los niños, las madres o las esposas, que están expuestos a maltratos vejatorios; no entendemos por qué los vecinos rehuyen y no se saludan o por qué los amigos se ignoran.

Para aquellos que vivimos en la infancia, el trato y el ambiente que sucintamente hemos descrito, resulta conmovedor y triste lo que acontece a diario hoy en día.

Es impactante saber, por ejemplo, que los mentores morales de los niños, abusan sexualmente de ellos o que madres y esposas son ultrajadas hasta la muerte por hombres desquiciados por las drogas y el alcohol.

Se ha dicho y advertido en libros, estudios, seminarios, artículos periodísticos, charlas, que la sociedad debe prestar la debida atención a los niños porque ellos encarnan el futuro, pero no vemos una reacción sólida de los gobernantes para encarar el desafío.

Tal vez, las personas llamadas a colaborar en este tema, están muy ocupados en agrandar sus fortunas, o alcanzar un puesto de poder, o de gozar de las cosas materiales que consigue el dinero hasta que...

Los ingleses tienen un viejo dicho: “La letra con sangre entra”

1 comentario:

  1. Muy interesante el artículo. Es necesario saber en los mundos de hoy con tanta tecnología, conocer como fue en aquellos tiempos.

    ResponderBorrar