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miércoles, 22 de junio de 2016

Perú al Día

EL RIESGO DE TERMINAR COMO EL HOMBRE QUE QUISO HACER Y NO PUDO
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Por Roberto Mejía Alarcón 
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Pedro Pablo Kuczynski guarda un sueño que, mañana más tarde, permita que se le mencione como una persona que hizo bien al país. Él quisiera que su nombre figure en los libros de historia como “el hombre que modernizó el Perú”. A estas alturas, cuando aun hay mucho por hacer para adecentar el quehacer político, tal anhelo podría interpretarse como una utopía. El terreno por donde, quiéralo o no, debe transitar, está lleno de malas hierbas, algunas venenosas y escasas plantas que pueden dar frutos buenos. 
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PPK como se le conoce, persiste, sin embargo, en tal deseo, sabiendo de antemano y así lo ha dicho que “somos un país bicéfalo, que tiene Lima y regiones, ricos y pobres”, que demanda de la unión de fuerzas y voluntades y dar paso a una revolución de inversión social. ¿Lo logrará? Tiene un plazo de cinco años. Pondrá a pruebas, seguramente, sus mejores esfuerzos y si éstos le faltaran, tan buen propósito sería, finalmente evocado como una anécdota, del hombre que quiso hacer y no pudo.
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Para alcanzar tal hazaña, Kuczynski tiene armas morales que le permitirían el exitoso futuro de la gobernanza y convertir en realidad su sueño. A partir de su reconocimiento como presidente electo, a través de sus gestos y sus palabras, deja denotar que se trata de alguien que tiene virtudes como la prudencia, que le permite no adelantar declaraciones, sino tiene constancia de los hechos; sencillez para dialogar cualquiera sea la circunstancia que se le presente ( hace poco días se reunió con Verónica Mendoza, la más notoria representante de la izquierda y mencionó que habían “tenido una buena conversa franca sobre temas sociales, ambientales y económicos); austeridad, tanto que ahora tiene decidido despachar en un lugar ajeno a su hogar, porque el gasto en consumo de agua, “ha subido un poco”; firmeza para emprender gestas grandes, aunque las vallas por vencer signifiquen obstáculos mayores.
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Una prueba de esto último lo ha dado con motivo del proceso electoral, cuando sus contrarios, una en particular, le indilgó la imposibilidad de gobernar por lo que calificó edad avanzada. Ella cuyo nombre no viene al caso y que se había preparado durante diez años, según su repetida versión, e hizo gala de gastos millonarios para, luego, terminar derrotada por segunda vez, no tomó en cuenta que, tal como dice la sabiduría popular, “el viento siendo viejo, sin embargo sopla”. Repitiendo lo que otros han escrito, también habría que agregar :”la vejez inequívoca es la que pone más arrugas en el espíritu que en la frente. La juventud no es simple cuestión de estado civil y puede sobrevivir a alguna cana: es un don de la vida intensa, expresiva y optimista. Muchos adolescentes no lo tienen y algunos viejos desbordan de él. Hay seres humanos que nunca han sido jóvenes; en sus corazones, prematuramente, agotados, no encontraron calor las opiniones extremas, ni aliento las exageraciones románticas. En ellos, la única precocidad, es la vejez”.
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La ciudadanía quiere que le vaya bien al presidente electo. Tiene razones para ello y así se los ha hecho presente Verónica Mendoza, sin necesidad ni asomo de odios ni rencores, egoísmos o vanidades. El país está por encima de toda apetencia personal o de estrategias electorales, respetuoso sí de las ideas constructivas que son propias en la dignidad de la persona humana. Por eso se explica la trascendencia de una revolución de inversión social, que lleve educación de calidad, salud, agua potable con prioridades, justicia social. Eso lo sabe Kuczynski. Y aunque no lo haya mencionado ni creo que lo exponga jamás, algo debe estar en su pensamiento, en relación a los jóvenes con vejez precoz, que incurren en la simpleza de avanzar en años dejando en el camino una conducta equívoca, opaca, andar que le sirve para oponerse sin razón alguna y que, finalmente, le pasan la cuenta como seres inútiles para contribuir a la modernización tan esperada del Perú.

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