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viernes, 10 de junio de 2016

Referéndum sobre Europa
ADVIERTEN DE UNA POSIBLE RUPTURA EN IRLANDA DEL NORTE Y ESCOCIA SI EL "SI" GANA Y EL REINO UNIDO SE SEPARA DE LA UNIÓN EUROPEA

Desde que comenzó la campaña del referéndum sobre Europa, el noventa por ciento de las crónicas de prensa comienzan con una advertencia por parte de un individuo o una institución (Merkel, Obama, Cameron, el Tesoro, el FMI, el Banco de Inglaterra, los sindicatos, la patronal...) sobre los peligros de permanecer o salir de la Unión Europea para lo cual se efectuará un referéndum en el Reino Unido el 23 de junio próximo.
Los dos ex primeros ministros británicos Tony Blair, laborista, y John Major, conservador, que gobernaron el país entre 1990 y el 2007, y además jugaron un papel importante en el proceso de paz del Úlster (en Irlanda del Norte), viajaron a Belfast para avisar de las consecuencias que a su juicio tendría el Brexit (abreviatura de British exit, "salida británica"),  sobre la integridad territorial del Reino Unido, pudiendo ser el desencadenante de un nuevo referéndum de independencia en Escocia, y de la inestabilidad y el regreso a la violencia en Irlanda del Norte.
Hay que destacar que el nacionalismo de Ulster, es un movimiento político de carácter protestante, que rechaza la unión de Irlanda del Norte con la República de Irlanda y también el actual estatus de pertenencia de la provincia al Reino Unido. Defienden la independencia del pueblo del Úlster, de sus vecinos irlandeses y británicos. El movimiento fue formado por militantes protestantes que estuvieron insatisfechos del tratamiento británico hacia ellos.
La declaración de ambos políticos británicos ha sido  duramente criticada por Arlene Foster, líder protestante del DUP (el partido más votado en la provincia, partidario de salir de la UE). “Me parece una vergüenza –señaló– que dos personajes de su altura, perfectos conocedores de lo que han significado los Acuerdos del Viernes Santo, vengan ahora aquí a meternos el miedo en el cuerpo con especulaciones sin mayor fundamento sobre lo que pasaría si el resultado de la consulta del 23-J cae en un determinado sentido. Es una actitud irresponsable. El apoyo a la paz en el Ulster es muy sólido, y no se verá afectado ni por la permanencia ni por la salida de Europa”.
Hace tiempo que abundan en el mundillo político británico las especulaciones sobre si un voto para irse de la UE daría pie a un nuevo referéndum en Escocia, máxime si ese país vota claramente a favor de seguir. La líder nacionalista Nicola Sturgeon, del Partido Nacionalista Escocés, ha indicado, entretanto,  que no pedirá otra consulta hasta estar segura de que la ganará, con por lo menos un 60% a favor de la independencia en las encuestas. El primer ministro británico David Cameron ha alentado las especulaciones al no descartar la posibilidad.
A Major y Blair se ha sumado el ex presidente estadounidense  Bill Clinton, considerado por muchos un lastre en la campaña de su mujer Hillary hacia la Casa Blanca, y que por tanto se dedica con frecuencia a otras cosas. Como por ejemplo a jugar al golf y a escribir un artículo en la revista política británica The New Statement, expresando su preocupación por la paz y la prosperidad de Irlanda del Norte si los británicos optan por romper amarras con la Unión Europea.
Cuando el establishment ataca, lo hace en oleadas, con una orquestación perfecta y sucesivas cargas de caballería. Como ahora el triunvirato Major-Blair-Clinton para sembrar dudas sobre la unidad política y la integridad territorial del país si abandona la UE. En sus mensajes coordinados, dirigidos también a los irlandeses residentes en el Reino Unido (que tienen derecho a voto en la consulta), sugirieron que la actual línea invisible de separación entre el Ulster y la República tendría que convertirse en una frontera formal con puestos de control y patrullas para impedir la inmigración ilegal, con el lastre que ello significaría para el comercio bilateral.
“¡Vaya tontería supina! –ha respondido, irritada, la ministra británica para Asuntos del Ulster, la euroescéptica Theresa Villiers–. La idea de que decenas de miles de ciudadanos europeos viajarían a Irlanda para entrar desde allí en el Reino Unido es ridícula. Si nos vamos de la UE, el proceso de paz está a salvo porque la gente cree en la democracia y no en la violencia, y la prosperidad económica de la región sería aún mayor”.
Pero el objetivo de Blair y Major era alentar la incertidumbre. “El equilibrio político que ha permitido el fin de la violencia es muy complicado, y la desaparición de una pieza tan importante como la pertenencia a la Unión Europa descalabraría de repente todo el rompecabezas constitucional de Irlanda del Norte, y quién sabe si sería posible montarlo de nuevo –sugirieron en su intervención los dos políticos–. La realidad es que la República de Irlanda se quedaría de un lado, e Irlanda del Norte del otro, y que estarían enfrentadas en las complicadísimas negociaciones para articular la ruptura del Reino Unido”.
Los partidos políticos del Ulster están divididos –no podría ser de otra manera– sobre el Brexit (abreviatura de British exit, "salida británica"), hace referencia a un posible ..., con el DUP (la fuerza más votada y el partido mayoritario en el bloque protestante) a favor de la salida, mientras que otros unionistas, el Sinn Fein (antiguo brazo político del IRA, representado también en el parlamento de Dublín) y el SDLP (Partido Social Demócrata y Laborista) están a favor de la permanencia. En lo que coinciden es que los norirlandeses saben lo que más les conviene, y nadie tiene que venir de Londres para darles lecciones, o hacer advertencias. Aunque se llaman John Major y Tony Blair.

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