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viernes, 9 de marzo de 2012

PREDICCIONES SOBRE EL CAMBIO GLOBAL

Por Hugo Latorre Fuenzalida

El cambio nace con el hombre, pues es éste el que primero toma nota de que las cosas no permanecen……, y él tampoco.

Pero la naturaleza cambia previo a la existencia del hombre. El cosmos está en permanente proceso de transformación desde el Big Bang. El mundo, la Tierra, también cambia permanentemente; así lo reflejan los cataclismos, las diversas eras geológicas y las muchas camadas de vida que han existido y que luego desaparecieron para siempre. Esa teoría ya la exponía Heráclito en la vieja Grecia.

La vida parece ser como una fuerza de experimentar todas las alternativas posibles. Pero es una fuerza indómita. El hombre cree poder dominarla, pero su ciencia es tan reciente y tan de aprendiz, que más bien amenaza extinguirla.

Entonces, lo del hombre es la transitoriedad, nada es firme y permanente; sólo la estrechez de miras puede alentar los conservadorismos concienzudos, como los de Parménides. La escena evangélica en que Jesús lleva a Pedro a la presencia de Elías, en el Paraíso, y Pedro se siente tan a gusto en esa paz deliciosa que pide a Jesús permanecer en ese sitio y en ese estado; no deseaba regresar a la realidad dura de la vida terrenal. Esta postura es muy reveladora del deseo humano de llegar al estado de paz, de estacionario éxtasis en el limbo de la plenitud y el arrobamiento, sobre todo cuando la vida regala con mimosidades, que sólo los ricos pueden pretender.

Debe ser por eso que los poderosos son los más emprendedores en la tarea de mantener sus privilegios, pero deben contar con esa otra parte molesta de la naturaleza, con los insectos y rastreras especies que también luchan por sobrevivir y que alteran esa tranquilidad de los que gozan la plenitud del bienestar. Los pobres del mundo son, en la mente de estos exitosos, aquellos a quienes les falta vocación de lucha, que son pasivos y poco emprendedores; en fin, parásitos inconsecuentes, que pretenden vivir de los logros de los mejores (teorías Nietzschanas).

Pero estas teorías de los diferentes talentos privatistas, es sesgada hasta el extremo, como lo pude comprobar en un mensaje enviado desde España, esta España en crisis, donde se denosta a los extranjeros, a los pobres y al Estado, culpándolo de favorecer a todo ese lastre ocioso, parasitario y nefasto, a esas cigarras despreocupadas e irresponsables, que son los pobres de esa tierra.

El filósofo Emmanuel Mounier señala que se debe volver a vivir una nueva Edad Media antes de vivir un nuevo Renacimiento. La Edad Media proporciona los valores metafísicos que la moral moderna ha desechado, mientras que el nuevo Renacimiento elevará el sentido, no del individuo, como lo hizo el primer Renacimiento, sino de “la persona”.

Hay, según, Mounier, una diferencia enorme entre individuo y persona. El concepto de persona quizá no sea original de Mounier, pues ya venía siendo discutido por los griegos y posteriormente, al inicio del Renacimiento, será el filósofo español Suárez quien proponga una visión bastante revolucionaria sobre el hombre y su valor como personalidad.

La Persona goza de la dignidad y el reconocimiento de la “comunidad”; el individuo, en cambio, sólo se goza a sí mismo, es una “mónada” suelta y separada, sin vínculos ni obligaciones, sin deberes ni acreencias; es el desterrado de la comunidad, el condenado a vagar en tierras extrañas.

De hecho entre los griegos se ignoró casi completamente el sentido de individuo, pues era casi como una afrenta el no estar ligado a lo público.

Pero desde “El único y su propiedad” de Stirner y desde Locke, es que se viene destacando el individualismo burgués como concepto dominante de los valores respetables.

Los mercados habían sido comunes desde la Edad de Piedra, pero siempre habían sido aislados, locales y casi circunstanciales a la vida económica.

El intercambio de bienes y productos era una función diplomática del buen compartir y convivir. La idea misma del lucro-para qué hablar del interés (penado), era inconcebible.

El comercio abundante del período greco-romano se caracterizó por los aspectos preponderantes de la distribución burocrática del grano para el sostenimiento de una economía doméstica. Nunca estuvo institucionalmente vinculada a una acción para el lucro.

Aristóteles, que inventó la definición de “oeconomía” pensó que el comercio era “natural” sólo si era un requerimiento de eficiencia del grupo y si los precios eran justos, es decir si se conformaban a los valores de la “comunidad”, fortaleciendo así la cohesión. Rechaza la idea que las necesidades humanas fuesen ilimitadas o que se diese una escasez de subsistencia en la naturaleza.

Si se daba la “percepción” de escasez, debía buscarse entre las causas el deseo de mayor abundancia de bienes físicos y placeres. Los elixires de la “buena vida” se hallaban en la exaltación del teatro, el servir por honor en jurados, tribunales, en las armas y en la política, porque todo eso no se puede almacenar ni poseer físicamente.

De esta forma podemos concluir que los valores sociales se apoyan en cosmovisiones coherentes y en un sistema de creencias. Todo el sistema de valores es sostenido y está sujeto por un mecanismo de represión psicosocial, contra todos esos otros valores que no se conforman a lo autorizado por el poder dominante.

El poder, apuntalado por una “razón conformadora” (racionalización, legitimación y justificación) es el que comienza a ser remecido por la nueva cultura global de las comunicaciones mundializadas y transversalizadas. Las masas defreudadas se dan cuenta ya que están siendo manipulados para mejor explotarles; que ya nada mejor pueden esperar de una usura sistémica u de una expoliación inclemente pero edulcorada desde la seducción por el consumo tecnológico.

Este tiempo revolucionario de la información será cien veces más potente que el que surgió con la invención de la imprenta y la difusión del libro y mil veces más extenso que el que surgió con la “manuscritura” en las sociedades occidentales.

Con las nuevas tecnologías el conocimiento penetrará todos los poros de las estructuras sociales y “todo lo establecido será destruido y todo lo sagrado será profanado".

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