Director-Editor de Krohne Archiv

Febrero fue una caja de sorpresas desde el punto de vista noticioso y dejó planteados en la agenda comunicacional los diversos temas que marcarán la pauta en la política de los próximos meses, no sólo de Chile, sino también de América Latina y el mundo. El segundo mes de cada año ha sido generalmente un mes tranquilo, en el cual los chilenos y latinoamericanos se han dedicado a descansar para recuperar fuerzas y recomenzar otra vez en marzo.
Sin embargo, este año ha sido diferente. En Chile, por ejemplo, se adelantaron las esperadas protestas por el gran descontento social que existe en este país ante un sistema económico completamente injusto. La Región de Aysén reaccionó y sus habitantes salieron a las calles con todas sus fuerzas exigiendo justicia.
Igualmente en Argentina destaca el tema de la reivindicación de la soberanía de las Islas Malvinas, actualmente posesión del Reino Unido, planteando su presidenta Cristina Fernández una nueva estrategia diplomática que ha convertido esta demanda en una inquietud no sólo argentina sino también latinoamericana.
Aunque se ve difícil una recuperación de dicho archipiélago a través de un diálogo, ya que los isleños no quieren abandonar la ciudadanía británica ni menos convertirse en ciudadanos argentinos, la mandataria está involucrando a todo el mundo en esta campaña. Desde ya abordará el tema con el presidente chileno Sebastián Piñera durante la visita oficial a Santiago programada por los días 15 y 16 de marzo.
En Venezuela, la bomba de tiempo es la salud del presidente Hugo Chávez, que sufrió una nueva recaída en su enfermedad siendo sometido a una segunda operación de cáncer, de la cual se estaría recuperando en Cuba. Este tema, en amplitud y con todas sus implicancias, lo trataremos mañana en un comentario especial.
Internacionalmente están también los temas de Siria, que en 407 días de conflicto deja ya 7.000 muertos sin que la comunidad internacional haya podido detener este genocidio; Irán y la energía nuclear que “amenaza” a Occidente; y la condena del juez español Baltasar Garzón que le ha quitado todas las atribuciones para ejercer como magistrado, lo que ha sido fuertemente criticado mundialmente, ya que se había convertido en un persecutor de peligrosos dictadores, como fue precisamente el de Augusto Pinochet en Chile.
En Aysén, los dirigentes del Movimiento Social, encabezados por su presidente Iván Fuentes, entregaron en febrero un petitorio al Presidente, Sebastián Piñera, exigiendo entre otros puntos, un subsidio del 20% a los combustibles, otro subsidio a la leña y un sueldo mínimo para los empleados privados mayor al del resto del país con una remuneración base de $ 225.000 (unos US$ 450) con un tope de $ 650.000 (US$ 1.300).
En temas de salud, exigen crear el centro de diálisis en el hospital de Puerto Aysén, las especialidades de pediatría, ginecología, internista, cardiología y “equipamiento para los hospitales de Aysén, Cisnes, Chile Chico, Cochrane y otros”.
Igualmente, entre las demandas, figuran una nivelación de la zona y estabilidad laboral para los funcionarios públicos y municipales con un costo total de $28.000 millones anuales (unos US$ 56 millones) donde el primer año se conceda el 30%, incorporada en un bono mensual imponible y no tributable que beneficiaría a 5.285 trabajadores públicos.
A su vez, demandan empoderamiento de la pesca artesanal regional, donde se respeten los derechos de los 3.000 pescadores artesanales de la zona, entre otras exigencias.
El principal dirigente del Movimiento Social de Aysén, Iván Fuentes, manifestó que “nosotros vamos detrás de todos los puntos, vamos detrás de conseguir el máximo de lo que queremos y que en cada punto de trabajo se vea un espacio de luz al final del túnel", manifestó.
El conflicto ha tenido una seguidilla de protestas, agresiones de parte de la fuerza pública y el corte de caminos, carreteras y puentes. En otras palabras un caos a 1.649 kilómetros de Santiago, donde una región abandonada, no sólo por este Gobierno, sino también por los anteriores, ha quedado al borde del colapso total. Son escasas las vías de solución que se vislumbran hasta ahora por querer el Gobierno aplicar una posición dura y no tener en sus filas portavoces válidos con “muñeca política” para poder negociar. Esta última ha sido una de las grandes falencias de este Gobierno de derecha, acostumbrado a mandar y no a negociar. Lo mismo quedó en evidencia el año pasado en la región de Magallanes por el conflicto en torno al precio del gas y posteriormente en el conflicto estudiantil.
Hasta el senador oficialista Antonio Horvath (RN) mostró su desazón por el distanciamiento entre el gobierno y los dirigentes del Movimiento Social por Aysén. "El retroceder respecto de los caminos de diálogo en las organizaciones de Aysén y el Gobierno nunca es bueno", expresó el parlamentario, refiriéndose a la decisión de retorno a Santiago del ministro de Energía, Rodrigo Alvarez, el principal “negociador” de La Moneda.
Anteriormente, el mismo parlamentario había dicho que el conflicto no se resolvía con el arribo de más contingente policial, sino que se solucionaba “con los dirigentes regionales".
“Esta es una región que no está acostumbrada a lidiar con Fuerzas Especiales, se las ha arreglado en manifestaciones sociales de esta naturaleza normalmente con los policías. Aquí a lo más había llegado un guanaco que tenía problemas porque tiraba muy poco agua", explicó.
Lo peor que podría ocurrir es que el Gobierno aplicara la Ley de Seguridad Interior del Estado en Aysén lo que sería un fuerte golpe para numerosos sectores que están pidiendo cambios urgentes en Chile. Esta decisión podría gatillar un descontento nacional con nuevos levantamientos sociales.
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