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martes, 7 de diciembre de 2010

Al menos un consuelo para América Latina: Alemania también tiene serios problemas con la Prueba PISA

El primer estudio PISA (Programme for Internacional Student Assessment), en 2001, causó conmoción en Alemania al sacar a la luz que el nivel educativo de los establecimientos escolares de una de las grandes potencias económicas del mundo se había sacado sólo un “suficiente”. Los alumnos alemanes obtuvieron calificaciones relativamente bajas en el estudio comparativo, y eso desató un acalorado debate en la sociedad, posibilitando la reflexión acerca de reformas necesarias al sistema escolar.

 Los resultados del PISA 2001 fueron más bien negativos para Alemania, ya que demostraron que había grandes diferencias en el rendimiento de los alumnos. En lectura, por ejemplo, las divergencias fueron abismales. Y se confirmó que, en este país, el éxito en la escuela depende mucho del entorno familiar del alumno. Lo que causó consternación, además, fue que un 25 por ciento del alumnado de 15 años tenía un nivel de escolaridad primaria en el área de lecto-escritura.

La ex ministra de Educación, Edelgard Buhlmann, hizo mención a aquello que urgía cambiar y mejorar: “En primer lugar, se necesita aumentar considerablemente los estímulos de aprendizaje en la educación preescolar y en la escuela primaria, donde tenemos déficits que deben ser subsanados. En segundo lugar, se debe mejorar la oferta de las escuelas de jornada completa. Los estudios comparativos a nivel internacional demuestran que, en otros países, los resultados en estas áreas son mejores”, dijo entonces Edelgard Buhlmann.

¿Qué objetivos se concretaron desde que plantearon las propuestas? ¿Qué cambió concretamente en Alemania desde el primer estudio PISA?

La educación escolar alemana depende de los Estados federados. Por eso, los ministros de cada Estado decidieron establecer estándares educativos comunes que especificaran el rendimiento que debe alcanzar un alumno a nivel nacional en las materias más importantes para obtener un título escolar de nivel medio. Los expertos del nuevo Instituto de Control de Calidad comprueban si se ha logrado cumplir con esos estándares educativos.

Doble escolaridad: urgente y necesaria

Por lo general, las clases en Alemania tienen lugar desde las 8 de la mañana hasta las 13:30 hs. Después de este horario, muchos niños y jóvenes pasan su tiempo solos, ya que en muchas familias alemanas ambos padres trabajan. Es decir, que les hace falta alguien que se ocupe de ellos y los apoye en las tareas escolares en el horario vespertino.

La ex presidenta del Sindicato de Educación y Ciencia (GEW, por sus siglas en alemán), Eva-Marie Stange, criticó este estado de cosas: “Alemania tiene un sistema escolar de medio día, y, para brindar el estímulo necesario, especialmente a los alumnos que están en desventaja, hace falta una escolaridad de tiempo completo”.

La atención y el apoyo escolar en horas de la tarde es esencial para fijar los conocimientos adquiridos y para aprender a aplicarlos, opinan expertos. Debido al  fracaso de los escolares alemanes en la capacidad de lectura, se comenzó a fomentar la educación temprana en jardines de infantes y guarderías, medida con la cual se logró que los niños comenzaran a aprender a leer jugando.

“Debemos empezar a estimular a los niños cuando son muy pequeños, ya que la capacidad lecto-idiomática se forma, sobre todo, en los primeros años de vida”, dijo entonces la ex ministra de Educación.

Bachillerato para todos

Desde que se dieron a conocer los resultados de PISA, comienzan a desaparecer lentamente las llamadas “Hauptschulen”, escuelas del nivel básico más bajo dentro del sistema de la escuela secundaria alemana de tres niveles, que permite el aprendizaje de profesiones artesanales. Los dos niveles que le siguen son la “Realschule”, escuela de nivel medio, que habilita a ciertos estudios terciarios, y el “Gymnasium” o Bachillerato, que permite el ingreso a la universidad.

Este sistema separa a los alumnos más estudiosos o aventajados de los alumnos menos talentosos, y los selecciona a la edad de 10 años, decidiéndose en esa etapa temprana del desarrollo y con la determinación del “tipo” escolar, el futuro del niño, un aspecto cada vez más criticado en la sociedad alemana. Si un alumno de la “Hauptschule” o “Realschule” demuestra más tarde que tiene aptitudes para pasar al “Gymnasium” o Bachillerato, le resulta muy difícil saltar la brecha y acceder a ese nivel superior de educación.

Como se ve, en Alemania no todo avanza a la velocidad deseada en materia educativa. La ampliación de la oferta de jardines de infantes y guarderías va a paso lento debido a las dificultades económicas a las que se enfrenta el proyecto, y las escuelas de jornada completa no se multiplican aceleradamente en el país, como se había planeado. Sólo un 25 por ciento del alumnado alemán goza del aprendizaje en horas de la tarde. Algunos sólo pueden permanecer en la escuela unas horas después del mediodía, y no aprovechan los beneficios de la doble escolaridad. Además, el número de escuelas de tiempo completo varía entre los distintos Estados alemanes.

Si bien se ha logrado poner en práctica algunas reformas, éstas aún deben desarrollar todo su potencial. Y otros proyectos educativos fracasan por debates interminables o falta de recursos.
DW

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