Para los palestinos, la admisión en la Unesco representa un importante triunfo parcial, un paso hacia su plena membrecía en las Naciones Unidas. La decisión de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) puede ser interpretada como una clara señal de que la comunidad internacional quiere apoyar a los palestinos para que consigan finalmente tener su propio Estado.
Pero, además, implica para los palestinos un respaldo práctico. Porque justamente en los conflictivos territorios israelíes y palestinos, a los que en Occidente tanto les gusta llamar Tierra Santa, hay gran cantidad de lugares de importancia histórica y cultural, que son motivo de pugna entre ambos bandos. Por ejemplo, el casco antiguo de Jerusalén, con sus santuarios religiosos, que fue anexado ilegalmente por Israel. O las numerosas excavaciones arqueológicas de los territorios ocupados y los objetos allí encontrados, que casi sin excepción han ido a parar a museos israelíes. O el Mar Muerto, que tiene tanta importancia para israelíes como para jordanos y palestinos, y por cuyo reconocimiento como patrimonio cultural de la humanidad presiona Israel. Hasta ahora, los palestinos apenas tienen acceso al Mar Muerto y están excluidos por completo de la explotación de sus sales y minerales. En esta materia, la membrecía en la Unesco podría reportarles más derecho a voz o incluso protección.
No obstante, la admisión en la Unesco podría revelarse también como una victoria pírrica, que no haga avanzar a los palestinos ni un paso hacia su objetivo de lograr el añorado Estado propio junto a Israel. Porque los países claves les negaron su respaldo. Entre ellos, Estados Unidos, que ahora suspendió sus aportes de la Unesco. Pero también Alemania votó contra la admisión de los palestinos, con el argumento de que podría perjudicar las conversaciones palestino-israelíes. Además, se indicó que no se quería sentar precedente para el proceso de admisión de Palestina en la ONU, actualmente en curso en el Consejo de Seguridad.
Sin embargo, estos argumentos no convencen. Las conversaciones que israelíes y palestinos iniciaron la semana pasada –no entre ellos, sino con representantes del Cuarteto del Medio Oriente- naufragan por la negativa israelí a poner fin a su política de asentamientos y a aceptar la integridad territorial del futuro mini-estado palestino. Por lo demás, Alemania ya optó hace tiempo en lo que respecta a la admisión del Estado palestino en las Naciones Unidas: está en contra, pese a sus declaraciones de años a favor de una solución que contemple la existencia de dos Estados.
Es importante y correcto que la Uneco haya aceptado a los palestinos como miembros plenos. No respaldar esto es políticamente miope y moralmente reprobable.
DW
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