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domingo, 31 de octubre de 2010

Mar para Bolivia

 Por Gabriel Sanhueza Suárez

Mi primera impresión fue de sorpresa cuando leí las declaraciones de Pablo Longueira, senador de la UDI* sobre la demanda marítima de Bolivia. ¿Tan mal estoy –me pregunté- que coincido con un derechista?.

Nunca he mirado la conflagración en la que Chile dejó sin mar a Bolivia con orgullo o con falso patriotismo. Fue una guerra comercial más, por defender propiedades, derechos e intereses en el desierto salitrero. Por algo, más allá de nuestras fronteras se le conoce como la Guerra del Salitre. Guerra del Pacífico, es la que comienza en 1941 con el ataque japonés a Pearl Harbor.

No creo que haya que glorificar ese conflicto cuyo fin era apropiarse de un recurso natural valiosísimo en esa época, que podía significar el inicio de una fase de avance y modernización para el país que triunfare.

Lo anterior no implica desconocer el inmenso heroísmo que envolvió muchas de las acciones bélicas, de los tres países hermanos involucrados.

Quizás, por eso, nuestro subconsciente colectivo hace que conmemoremos con recogimiento las derrotas, como el combate naval de Iquique y la batalla de La Concepción y jamás celebremos la ocupación de Lima por las tropas chilenas

Lo concreto, sin embargo, es que esa guerra humilló a Bolivia, con una pérdida territorial y de acceso al mar, que aún constituye una herida abierta en ese país. Se siente, se palpa, cuando converso con mis amigos bolivianos.

Por eso no me preocupa coincidir con Longueira. Al contrario, me alegra su posición, que en el fondo señala que es ahora cuando debemos resolver y solucionar para siempre la pérdida que le ocasionamos a Bolivia.

Era también el pensamiento de Salvador Allende, quién al principio de su gobierno le dijo al escritor boliviano Néstor Taboada, que su país retornaría soberano a las costas del mar Pacífico. Para luego añadir que a Bolivia “No les pedimos nada, queremos solamente reparar el despojo cruel del que ha sido víctima el pueblo boliviano".

Esa reparación nos traería el reconocimiento del mundo como una nación inteligente, noble, con mirada de futuro. Sería también dar cumplimiento a la promesa que Allende, por razones por todos conocidas, no pudo concretar.

*Unión Demócrata Independiente, partido chileno de derecha

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