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sábado, 30 de octubre de 2010

Brasil: Una elección en que está en juego la proyección que tiene la nueva izquierda latinoamericana

Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadortes (PT de Lula) y el opositor José Serra (del Partido de la Social Democracia Brasileña) definirán mañana domingo en segunda vuelta quién será el nuevo presidente de Brasil y reemplazará a Luiz Inácio Lula da Silva.

Esta semana ambos contricantes  cerraron sus campañas derrochando confianza y cantando victoria anticipadamente. Ambos candidatos escogieron para su último contacto directo con los electores la ciudad de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, que con 14,5 millones de votantes supone el segundo colegio electoral del país, después de la región de Sao Paulo, un tradicional fortín electoral de Serra.

"Me comprometo a gobernar para todos" y "sin ningún rencor", dijo Rousseff, en alusión a la virulencia que por momentos alcanzó el debate con el abanderado opositor Serra.

Rousseff volvió a agradecer a Lula, su guía político, el apoyo que le ofreció a lo largo de la campaña, en la que participó casi a diario en mítines en favor de la candidata.

La abanderada del PT fue consultada por periodistas sobre el papel que pudiera tener Lula en su eventual Gobierno, en el que muchos analistas sostienen que se desempeñaría como una suerte de "consejero" presidencial, al estilo quizá de lo que ocurrió en Argentina con Néstor Kirchner.

"Obviamente", Lula no ocupará un cargo en el gabinete, declaró Rousseff, quien apuntó que aún así "nada la separará" del actual presidente, a quien volvió a calificar como "el mejor que ha tenido Brasil en toda su historia".

Serra, por su parte, a quien todos los sondeos sitúan con una desventaja de 10 a 12 puntos porcentuales con relación a Rousseff, volvió a insistir en que "la verdadera encuesta será en las urnas" y pidió a sus partidarios mantenerse en campaña hasta mañana, a fin de conseguir "un voto más".

También reiteró sus críticas a la omnipresencia de Lula en toda la campaña de Rousseff y recordó que "quien gobernará Brasil será el que gane mañana y no quien se inventó una candidata".

Durante el acto del candidato del PSDB, fue exhibido un mensaje del dirigente social Helio Bicudo, quien hace tres décadas fundó el PT junto con Lula y que renunció a esa formación por los continuos escándalos de corrupción que la salpicaron desde que llegó al poder, hace casi ocho años.

"Pido su voto para Serra, porque es preciso salvar la democracia de este país", dijo Bicudo en el mensaje, exhibido en una pantalla gigante antes de que Serra y sus partidarios clausuraran el acto entonando el himno nacional.

Este domingo, Serra votará en la ciudad de Sao Paulo, donde luego esperará el resultado de las urnas, mientras que Rousseff lo hará en la ciudad de Porto Alegre (sur).

Tras emitir su voto, Rousseff se trasladará luego a Brasilia para seguir el desarrollo del escrutinio junto a Lula en el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial de la Presidencia, tal como hizo en la primera vuelta del pasado 3 de octubre.

En ese primer embate, la candidata del PT se impuso con un 46,9%, pero no superó la mayoría preceptiva y fue obligada a disputar la segunda ronda que se celebrará mañana frente a Serra, quien entonces obtuvo un 32,6%.

Las autoridades concluyeron la instalación de las cerca de 400.000 urnas electrónicas en las que sufragarán los 135,8 millones de votantes, mientras que el Ejército movilizó a un total de 4.000 soldados hacia 149 ciudades que han pedido apoyo para reforzar la seguridad durante el proceso.

También mañana, en coincidencia con las presidenciales, será la segunda vuelta de las elecciones para gobernador en los estados de Alagoas, Rondonia, Goias, Pará, Paraíba, Piauí, Amapá, Roraima y el Distrito Federal de Brasilia, en los que el pasado día 3 ninguno de los candidatos superó el 50% de los votos.

La candidata oficialista, Dilma Rousseff conserva su ventaja frente al socialdemócrata José Serra  en la carrera por la presidencia de Brasil, cuya segunda vuelta se celebrará mañana domingo. Según la encuesta publicada el jueves último por la organización privada Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (IBOPE), Rousseff alcanza a un 52 por ciento de las intenciones de voto y su rival, un 39 por ciento. No obstante, el sondeo también reveló que el 13 por ciento de los electores brasileños podría cambiar de opinión cuando le corresponda hacer uso de su derecho al sufragio.

En el análisis "Los límites del liderazgo político carismático", publicado a principios de octubre por la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, el investigador Daniel Brombacher y el subdirector de esa institución, Günther Maihold, sostienen que la llamada “nueva izquierda latinoamericana” –representada sobre todo por los disímiles Gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil– desperdició una oportunidad histórica para erigir y consolidar una estructura de representación popular sostenible en la región.

A juicio de Brombacher y Maihold, el estilo de mando personalista con que estos líderes sustituyeron de facto las funciones mediadoras de los partidos y el Parlamento en sus respectivos países, ahora amenaza con revertirse en su contra. Prueba de ello: los resultados de las elecciones legislativas en Venezuela, en las que la oposición se hizo de un tercio de la bancada parlamentaria el 26 de septiembre; la intensificación del conflicto entre el presidente Correa y la policía ecuatoriana el 30 de septiembre; y el revés sufrido por la candidata Dilma Rousseff en los comicios presidenciales del 3 de octubre en Brasil.

“Lula siempre figuró como el padrino de la candidatura de Rousseff y está claro que ella le sacó provecho al capital político del actual presidente brasileño. Es por esto que los resultados de la primera vuelta electoral suelen ser interpretados como un pequeño fracaso para el PT. Después de todo, los analistas daban por sentado que Rousseff ganaría los comicios presidenciales sin necesidad de ir a una segunda ronda”, comenta el politólogo Daniel Flemes, del Instituto de Estudios Latinoamericanos (ILAS), adscrito al Instituto Alemán para Estudios Globales y Regionales (GIGA).

La DW conversó con Flemes sobre las perspectivas de éxito de los principales candidatos a la presidencia de Brasil en la reñida contienda electoral de mañana domingo.

DW: ¿Qué tan importante es el factor “personalidad” en estas elecciones, considerando que se trata del nombramiento de una sucesora o un sucesor del carismático Luiz Inácio Lula da Silva?

Flemes: El resultado de estas elecciones lo determinará la capacidad de los candidatos de garantizar la continuidad de las políticas de Lula. Cuando analizamos las circunstancias que hicieron necesaria una segunda vuelta debemos mencionar la candidatura de Marina Silva en representación de los Verdes; ella obtuvo el apoyo de casi un quinto del electorado brasileño. Si Silva no hubiera tenido el éxito que tuvo es muy probable que Rousseff hubiera ganado los comicios en la primera ronda. Eso sugiere que el factor carisma no tiene la relevancia que se le ha pretendido dar en el marco de las elecciones presidenciales de Brasil.

DW: Rousseff perdió popularidad hace algunas semanas debido a su posición liberal de cara al aborto. ¿Qué peso tienen los valores morales y religiosos en el discurso de los políticos brasileños?

Flemes: Antes de las elecciones del 3 de octubre, tópicos como el aborto o la fe en Dios no jugaron un rol importante en el debate entre los candidatos; éstos adquirieron relevancia cuando Rousseff y Serra comenzaron a competir por los votos con que el electorado conservador y religioso apoyó a Marina Silva, evangélica de confesión. Serra se pronunció desde un principio en contra de levantar la prohibición del aborto y Rousseff, cuya posición es más racional, ha optado por atenuar su discurso para no comprometer sus posibilidades de éxito. La comunidad evangélica, que según las encuestas está conformada por un 24 por ciento de la población brasileña, le da una gran importancia a los principios morales y religiosos de los candidatos presidenciales. Pero, para el resto del país, esos valores se ven opacados por los programas sociales y económicos de los políticos, sus planes para seguir creando empleo, redistribuyendo la riqueza nacional, disminuyendo la pobreza, aumentando el salario mínimo o proteger el medio ambiente.

DW: El medio ambiente ha sido uno de los tópicos principales en la campaña electoral de Marina Silva. ¿Cree usted que Rousseff y Serra hayan logrado integrar exitosamente el tema del clima y la protección ambiental a sus respectivos discursos?

Marina Silva fue ministra de Medio Ambiente hasta 2008, cuando abandonó el Gabinete de Lula argumentando que se avecinaban retrocesos en la política ecológica que ella había defendido durante cinco años. Cuando Silva dimitió, Lula y Rousseff se percataron rápidamente de que debían corregir el curso y poner énfasis en la materia medioambiental desde el principio de la campaña electoral del PT para poder competir con los Verdes (PV). Es José Serra quien se ha visto obligado a enmendar su discurso en lo que al clima y a la ecología se refiere. Sin embargo, yo insisto: el resultado de estas elecciones lo determinará la capacidad de los candidatos de garantizar que las políticas sociales y económicas de Lula tendrán continuidad. La clase media urbana y con una alta formación académica ha mostrado un gran interés por el medio ambiente, pero ella constituye sólo el 20 por ciento de la población brasileña. Para las masas lo importante es que se les garantice la satisfacción de las necesidades básicas y, después, la salud y la educación. Lo cual no quiere decir que la prominencia del tema ambiental en la agenda electoral brasileña no sea un rasgo interesante. Ese es un signo de evolución política considerable; en los comicios presidenciales pasados importaba muy poco la posición de los candidatos en relación con el clima y la ecología. Cabe decir lo mismo de la política exterior: estas son las primeras elecciones presidenciales en las que el tema ha jugado un papel relevante para la opinión pública local. Se trata de una novedad en el ámbito brasileño.

DW: Si los votos obtenidos por Rousseff en la primera vuelta se suman a los obtenidos por Silva, queda claro que dos tercios del electorado brasileño están dispuestos a ver a una mujer en la presidencia de Brasil. ¿Qué nos dice eso del país suramericano?

Flemes: Lo que ha sorprendido es que, según las encuestas, no son las mujeres quienes más han votado por estas candidatas, sino los hombres. Cuando uno compara el número de votos recibidos por Serra y por Rousseff, uno se da cuenta de que Serra contó con un gran apoyo de la población femenina y Rousseff, con el de la población masculina. En Brasil no ha tenido lugar una tendencia al voto basado en la ‘solidaridad femenina’, como en Alemania, en donde un número extraordinario de mujeres apoyaron a Angela Merkel en las urnas. Cuando analizamos las circunstancias que hicieron necesaria una segunda vuelta debemos mencionar la candidatura de Marina Silva en representación de los Verdes; ella obtuvo el apoyo de casi un quinto del electorado brasileño. Si Silva no hubiera tenido el éxito que tuvo es muy probable que Rousseff hubiera ganado los comicios en la primera ronda. Eso sugiere que el factor carisma no tiene la relevancia que se le ha pretendido dar en el marco de las elecciones presidenciales de Brasil.

DW: Las encuestas más recientes señalan que más del 50 por ciento de los electores le dará su voto a Rousseff este domingo. ¿Cabe esperar sorpresas en esta segunda vuelta?

Flemes: Si creemos en lo que dicen las encuestas, Rousseff cuenta con el apoyo del 54 por ciento de los electores y está 12 puntos por delante de Serra, su contrincante más fuerte. Esa es una ventaja notable, considerando que sólo un 5 por ciento del electorado sigue estando indeciso sobre su intención de voto. Aún sabiendo que las encuestas también se equivocan, yo creo que Rousseff ganará las elecciones; sobre todo porque la mayoría de los brasileños quiere que las políticas sociales y económicas del PT tengan continuidad.

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