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martes, 26 de octubre de 2010

Cuba: 51 años de resistencia a una política de genocidio, señalan los cubanos

Por Hugo Moldiz (*)

La mayor parte de los países del mundo han condenado, por décima novena vez consecutiva, el bloqueo unilateral que Estados Unidos ejecuta contra Cuba hace más de cincuenta años, y, principalmente, a pedir su inmediato levantamiento. Obama tiene la oportunidad de evitar el genocidio del que es víctima un país cuyo pueblo ya ha dado ejemplos reiterados de que no renunciará a su plena independencia.

Al triunfar la revolución cubana el 1 de enero de 1959 -la primera de carácter socialista en América Latina-, desencadenó la furia más grande que imperio alguno jamás tuvo en la historia de la humanidad. Han pasado más de 50 años desde aquel histórico día y Estados Unidos no ha cesado de aplicar todas las medidas, aún las más inimaginables, contra un pueblo y gobierno que no dan señales de doblegarse y que -como diría Fidel Castro- convierte los reveces en victorias, ante lo que hoy puede calificarse, sin exageraciones de ninguna naturaleza, como un verdadero genocidio.

Entre todas las medidas ejecutadas contra la Isla --invasión a Bahía de Cochinos en 1961, guerra bacteriológica, acciones de terrorismo, expulsión de la OEA, cerca de 600 intentos de asesinato de su líder histórico y otras--, un bloqueo económico y comercial oficialmente declarado por John Kennedy en febrero de 1962 a través de la Proclama Presidencial 3447, le ha costado a Cuba un total de 751.363 millones de dólares.

Pero ese enorme monto, estimado a partir de la cotización del oro en el mercado internacional a precios que se han reducido en más de 30 veces desde 1961, llegaría a ser una cifra bastante fría para un economista de Wall Street si detrás de ella no estaría acumulada una serie de afectaciones a la economía de un país y, sobre todo, a una población de un poco más de 11 millones de hombres y mujeres que en su cotidianidad sufren una serie de privaciones atribuibles a la rabia imperial y a la sola decisión cubana de no renunciar a su soberanía e independencia plenas.

EE UU, a través de su poderoso aparato mediático, ha pretendido construir en el imaginario colectivo mundial, sin lograrlo, la idea de tener una “causa justa” al mantener el embargo comercial contra Cuba, cuya dimensión supera el antagonismo capitalismo versus socialismo, para convertirse en un verdadero genocidio que pone en primer plano la contradicción entre humanidad -personificada en un pueblo cuya solidaridad se abre paso en medio de las más grandes dificultades- y barbarie, a la que EE UU pretende condenar al mundo.

La medida unilateral adoptada le ha provocado a Cuba afectaciones en todas las áreas. En la salud, donde existe una prestación de servicios universal y gratuita, entre mayo de 2009 y abril de 2010 se ha registrado un impacto negativo de 15,2 millones de dólares, lo que genera sufrimiento y desesperación en miles de pacientes cubanos que es imposible de cuantificar.

De la lectura del informe 2010 sobre el impacto del bloqueo en Cuba, no es una exageración afirmar que Estados Unidos se ha propuesto, a través de su política, tratar de impedir el derecho que tienen los cubanos a acceder a una alimentación buena y de calidad, en una suerte de condena a reproducir en la Isla la situación de millones de humanos en amplias zonas del Africa.

EE UU lo hace cuando, al afectar a la empresa importadora de alimentos ALIMPORT por el orden de 102 millones de dólares, impide la compra de 337 mil toneladas de trigo, o 451 mil toneladas de maíz o 109 mil toneladas de pollo a precio promedio de 2008. También se ha afectado a la producción de arroz y la crianza porcina.

El impacto negativo se registra también en los ámbitos de la educación y la cultura. Contrariamente a lo difundido, el bloqueo estadounidense es el que impide el acceso de profesores y estudiantes al internet. La prohibición a varias empresas de Estados Unidos que tienen el monopolio de tecnología para prestar servicios de Internet es clara y contundente, lo cual no solo afecta al comercio.

Cuba cuenta con un reconocimiento mundial a la calidad de su cine y de otras manifestaciones artísticas. Sin embargo, varias expresiones culturales han tenido que enfrentar los efectos del bloqueo al dejar de recibir un total de 10 millones 575 dólares entre mayo de 2009 y abril de 2010. El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) está entre uno de los mayores perjudicados al no poder participar en el American Film Market o comercializar con mayor soltura sus excelentes producciones.

Sin embargo, a pesar del crudo bloqueo, en Cuba -parafraseando al desaparecido líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz-, no hay un niño que no vaya a la escuela, hombre y mujer que no tengan techo, alimentación y educación.

Una política de no acabar

Estados Unidos va por el décimo primer Presidente desde el triunfo de la revolución cubana y, salvo algunas modificaciones insustanciales que se dictan más por razones aparentes que reales, ninguno de ellos ha sido capaz de marchar en dirección contraria a los mandatos de un sector de ultraderecha, cubano-estadounidense, que controla a republicanos y demócratas, en una constatación muy clara de la orientación “monopolítica” de una democracia que se presenta como ejemplo ante el mundo.

Desde Eisenhower, con quien en 1959 comenzó el bloqueo no oficial con una serie de restricciones al comercio estadounidense con Cuba, hasta Obama, que ha tomado otras medidas que endurecen la aparente flexibilidad, todos los presidentes de EE UU no han renunciado a ver algún día sometida a una nación que se alzó valiente hace más de dos siglos ante las pretensiones estadounidenses de controlar la Isla.

Pero esos deseos propios de EE UU, al que Simón Bolívar y José Martí ya pusieron al desnudo con su pensamiento y su lucha por la independencia de nuestra América, quedaron frustrados, a pesar de gobiernos entreguistas como el de Estrada Palma -impuesto por Estados Unidos en 1902- y Fulgencio Baptista, -que dio un golpe de estado en marzo de 1952-, por la resistencia del pueblo cubano cuya victoria estratégica se conquistó en Sierra Maestra para entrar triunfante en La Habana en 1959 y convertir a la mayor de las Antillas en un ejemplo de dignidad que ahora, en el siglo XXI, continúa alimentando -sin que Cuba quiera exportar la revolución y Estados Unidos pueda impedirla, como diría Fidel Castro en 1984-, los profundos sentimientos de emancipación de millones de seres humanos en América Latina y el mundo.

* Escritor boliviano y miembro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad de Cuba.

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