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martes, 19 de octubre de 2010

Página Editorial Latinoamericana - China y Partido Comunista uruguayo

Diario El Pais de Montevideo, Uruguay

¿Quo vadis China?

La cultura occidental siempre asoció a China con el inmovilismo. Contribuye a forjar esa visión el hecho de la antigüedad que se le atribuye -el "homo erectus pekinensis" tendría entre 300 y 400 mil años-, la lejanía del inmenso país, su idioma, su escritura (no apta para expresas fórmulas químicas y otras cuestiones científicas) y el aislamiento de su enorme población en su propio mundo.

Pero hay que tener presente que la sociedad china evolucionó como cualquier otra y que nada indica, al contrario, que no siga evolucionando.

Fue absolutista, fue feudal, tuvo nobles y siervos, comerciantes y campesinos, guerreros y filósofos y hombres de religión, con la particularidad de que, cuantos pueblos la invadieron, terminaron siendo absorbidos por esa cultura.

Un signo irrepetible de esa sociedad es que sus antiguos emperadores, entre otros títulos, tenían el de "Hijos del Cielo" y "Primer Servidor del Estado". Se creía que un Ser Superior regía a los hombres pero, absorbido por tareas más importantes, delegada esa función en los emperadores.

Si la conducta de éstos no era ejemplar, el Ser Superior manifestaba su enojo por medio de fenómenos naturales (cometas, eclipses, terremotos, inundaciones, etc.) y eran reemplazados a través de una revolución. Quizá allí radique el origen de un viejo proverbio chino: "El Cielo ve con los ojos del pueblo y oye con las orejas del pueblo".

¿No estamos frente a una concepción democrática paternalista, anterior a cualquier otro atisbo de democracia?

Todo esto sirve de puerta de entrada a la pregunta que todos nos formulamos: ¿llevará el actual gran progreso económico de China a poner punto final al autoritarismo comunista que la rige y a establecer las libertades en ella?

Como se sabe, China, desplazando a Japón -y éste, a Alemania, Gran Bretaña y Francia- pasó a ser la segunda potencia económica mundial. Hay quienes vaticinan que, en 20 años más, será la primera, en lugar de Estados Unidos.

Pero no es oro todo lo que reluce. Debido a su enorme población -una de cada 5 personas es china- su producción es gigantesca y va en aumento. Sin embargo, el ingreso per cápita es muy bajo (3.600 dólares; el de EE.UU. es 46.000 dólares) y, desde luego, no es un país desarrollado, carece de grandes recursos naturales y, por ello, los devora en el exterior.

Aun así, sigue creciendo desde hace tres décadas a un ritmo del 10% anual. Es que, a pesar de la ideología que sustenta, la estrategia del Estado compatibiliza su autoritarismo con el libre mercado.

Todo es posible en este enigmático país. Incluso, que pase del marxismo a la libertad. Hay algunos indicios de que marcha en esta dirección pero, también, ejemplos concretos de represiones brutales o solapadas, desde Tiananmen hasta los manejos prohibitorios en el área informática. ¿Hacia dónde va China?

Todo requiere su tiempo.

A medida que las nuevas generaciones se eduquen en un contexto distinto al de sus antepasados, tengan acceso a medios de información diversos y dinámicos, atiendan los intereses derivados de actividades económicas basadas en la iniciativa individual, en las libertades que le son inherentes, viajen y conozcan otros pueblos y otras situaciones, en fin, cuando los chinos superen la visión decimonónica de un régimen cada vez menos convencido de las ventajas de esa doctrina, entonces, inevitablemente, toda China será como hoy es Hong Kong, también chino pero libre y autónomo de Pekín.

La luz al final del túnel beneficiará a ese pueblo milenario y a una humanidad que recibirá su aporte como expresión libre de un innegable genio que emana del fondo de su historia.

Así sea.

¿Renunciará?

Es rara la situación del Partido Comunista. A pesar de estar representado en el Consejo de Ministros y ocupar cargos de importancia en la nueva administración, ese partido sigue criticando al gobierno.

No le gustó que José Mujica le diera participación a la oposición en entes autónomos e instituciones estatales. Tampoco aprobó la política anunciada en materia de salarios y jubilaciones. Y últimamente, a través de su secretario general, el senador Eduardo Lorier, condenó sin piedad el proyecto de ley de presupuesto.

Aliados a Mujica en la campaña electoral, los comunistas sacaron partido del apoyo que le dieron al entonces precandidato del Frente Amplio. Eso les valió su integración al equipo de gobierno, lo que no les impide entonar su tonadilla opositora, la misma que hicieron sonar a lo largo de toda su existencia.

Es posible que esa política de choque les sirva para lograr sus objetivos como acaba de ocurrir con la inclusión, a última hora, de un artículo en el presupuesto que propicia el retorno del deficitario y anacrónico Frigorífico Nacional.

Los roces de Mujica con el comunismo subieron de tono cuando el presidente de la República recibió a un grupo de disidentes cubanos, en actitud propia del gobernante de un país democrático.

Como reacción, una publicación afín al comunismo publicó una ofensiva caricatura del presidente de la que nadie se disculpó hasta ahora. En ese caso, incluso la ministra de Desarrollo Social, una comunista, se sumó a la censura contra Mujica.

Dicho sea de paso, esa ministra cuasi anónima se llama Ana Vignoli quien -dadas las serias discrepancias que su partido tiene con el gobierno- debería renunciar.

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