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viernes, 2 de octubre de 2015

OPINIÓN INTERNACIONAL
GEOPOLÍTICA Y MEDIO ORIENTE

Por Martín Poblete

Cuando Henry Kissinger ofreció a Egipto una mejor solución de continuidad después de la guerra egipcio-israelí de septiembre de 1973, su objetivo era usar una situación favorable para sacar a la entonces Unión Soviética del Medio Oriente; así lo entendió también el Dr. Zbigniew Brzezinsky, Consejero de Seguridad Nacional  del Presidente Jimmy Carter, figura clave en la negociación de los acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto en 1978. 
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A partir de esa fecha la diplomacia soviética se bate en gradual retirada de esa región. Hacia fines de la década del 1980, los soviéticos habían perdido casi todas sus posiciones estratégicas en el Medio Oriente, solo les quedaba la relación bilateral con el régimen sirio del General Hafez El Assad, y la concesión de una base naval en el puerto de Tartus en la costa de Siria en el Mediterráneo  oriental.

Demos una vuelta de un cuarto de siglo a la manivela de la moviola. A mediados de septiembre de este año, el Presidente Vladimir Putin resuelve iniciar el retorno de Rusia al escenario  geopolítico del Medio Oriente. Sin duda consciente de la vulnerabilidad de la base naval frente a los superportaviones nucleares  de la 6ª Flota americana, y en menor grado a la base aero-naval británica en la costa suroccidental de Chipre.

Vlad Putin opta por establecer una base aero-militar  en Latakia ciudad en el extremo norte de Siria cerca de la frontera con Turquía,  destacando los bombarderos supersónicos Sukhoi tipo 24 y 25 equipados para el ataque a posiciones en terreno, además de blindados ligeros, carros de transporte de personal y al parecer, por ahora,  algunos soldados de  unidades especializadas, y por cierto la parafernalia electrónica y logística indispensable para una operación de relativa complejidad.   La mas elemental lógica militar indica poner al mando de esas fuerzas a un oficial de alto rango.

Según la primera versión oficial desde Moscú, el objetivo era contribuir a la guerra de contención y eventual destrucción de Estado Islámico;  sin embargo, en vista de las primeras operaciones de los bombarderos rusos, el objetivo sería ofrecer cobertura aérea al ataque de fuerzas combinadas sirias y de Hezbollah en la ciudad de Homs, contra posiciones de grupos armados adversos al régimen de Bashir El Assad.   En este sentido, el vocero de la Presidencia de Rusia, Dimitri Peskov, dijo: "Los objetivos se escogen  en coordinación con las fuerzas armadas de Siria";  por su parte, en tono ligeramente irónico, el ministro de relaciones exteriores  Sergei Lavrov agregó: " No se informen por el Pentágono sobre las operaciones rusas en Siria".

En lo fundamental, esta entrada de Rusia en el conflicto de Siria es un desafío a Occidente, particularmente a  Estados Unidos, la OTAN, secundariamente al Reino Unido y a Turquía;  mantener aprovisionada la base rusa en Latakia pasa por ejecutar una delicada operación volando a través de los espacios aéreos de Iran e Irak. 
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En lo político,  Rusia entra directamente a cualesquier diseño de solución de la guerra civil en Siria, reforzando la posición del régimen de Bashir El Assad,  haciendo inevitable incluirlo  en cualesquier esquema serio de negociaciones;  esto último ya lo había planteado el Embajador Farouk Al Sharaa en su intento de negociar una transición, a fines del 2012.

Las misiones de los aviones militares rusos operando desde la base en Latakia,  tienen el riesgo de chocar con sus contrapartes americanos en el espacio aéreo sirio; parece de urgencia establecer, ahora mismo!, comunicaciones confiables y eficientes entre los respectivos mandos, buscando evitar incidentes de difícil manejo.      

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