kradiario.cl

viernes, 15 de mayo de 2015

ENSAYO-CRISIS-KRADIARIO

NO EXISTE EN CHILE UNA SALIDA POLÍTICA  REAL A LA CRISIS  PORQUE LOS PARTIDOS ESTÁN ENTRAMPADOS Y NO TIENEN VOLUNTAD NI CREDIBILIDAD

Tampoco la CUT está en condiciones de asegurar que tiene la representatividad del mundo laboral.

Para impulsar los cambios necesarios hay que estar en posesión de poder que se consigue acumulando fuerza social, lo que se logra unificando a los sectores desprotegidos. 

Los partidos de la llamada ‘izquierda’  no son convocantes legítimos para las transformaciones porque sus objetivos son el perfeccionamiento constante de la vigencia del sistema de dominación. 

Por Manuel Acuña Asenjo

La crisis de legitimidad, con una representación política tanto natural como espuria de las clases y fracciones dominantes, muestra a simple vista  escasas posibilidades de encontrar salidas concretas a la difícil y tensa situación que afecta a Chile.

Algo diferentes serían, sin embargo, las posibilidades del movimiento social  para alterar el curso de los acontecimientos. Para ello, analizaremos en este artículo  la situación de los sindicatos, del movimiento estudiantil y del resto de los movimientos sociales, lo que haremos conjuntamente con los partidos políticos que se autodenominan ‘de izquierda’, puesto que no pocas personas continúan aún (y seguirán) creyendo ver en sus actuales formas de organización  y funcionamiento la llave maestra que abrirá las compuertas al ingreso de una sociedad mejor.

Los partidos políticos ‘de izquierda’ son, como su nombre lo indica, ‘de izquierda’. Esta forma simplista, a la vez que reduccionista, de concebir la sociedad con dos bandos contrapuestos, uno de los cuales (los ricos) va a ser la ‘derecha’ siendo el otro (los pobres) la ‘izquierda’, se ha impuesto con fuerza en la escena política de la nación. Por tanto, bajo la denominación de ‘izquierda’ se trata de identificar al sector que debería defender los intereses de los sectores desprotegidos.
.
La mayor parte de las veces, sin embargo, dicho sector no realiza tal cometido. La ‘izquierda’, por consiguiente, raras veces cumple con su rol de representar naturalmente el interés de los vendedores de fuerza de trabajo. Obnubilada por las ideas de ciertos ideólogos de moda, adhiere a una extraña mezcla de doctrinas (no teorías) que los une en torno a una idéntica vocación de administrar el Estado. Pero esa es la ‘izquierda’ chilena, una mezcla curiosa en donde la palabrería hueca  y el lenguaje cotidiano parecen ser más importantes que los conceptos. Todas las organizaciones constituyen el llamado pacto ‘Nueva Mayoría’ que es, en verdad, la ex Concertación de Partidos por la Democracia (o simplemente Concertación)  más el partido Comunista, el MAS y Revolución Democrática. Todos ellos forman parte del gobierno de Michelle Bachelet, con sus permanentes desavenencias y desacuerdos.

Unidos por lo que, en términos empresariales, se denomina ‘espíritu de cuerpo’, que es la conducta de quien se siente parte de una cofradía y sale ciegamente en su defensa sin siquiera preguntarse por qué lo hacen,   actúan a menudo como una sola mente.

En resumidas cuentas, los partidos tradicionales y los nuevos que conforman ese pacto se encuentran entrampados; y para el colmo, no tienen voluntad política para resolver la crisis, si lo intentaran nadie les creería  y, en todo caso, ni siquiera disponen de la capacidad necesaria para llevar adelante tales iniciativas.

El sindicalismo

El movimiento sindical, por su parte,  no se encuentra en una situación mejor. Las disputas por el liderazgo y la conducción gremial han hecho estragos entre las organizaciones sindicales. La Central Unitaria de Trabajadores, que no es la CUT antigua, se encuentra aislada del resto de los movimientos que no forman parte de ella y que no son pocos, intentando llevar adelante una reforma laboral que es resistida por la generalidad de los asalariados. La CUT no está en condiciones de asegurar que tiene la representatividad del mundo laboral; es la más grande organización que existe, pero no es la central ‘única’.

Los problemas de unificación del mundo sindical constituyen solamente una parte de la problemática. Al margen de todo aquello, el sindicalismo se encuentra tremendamente debilitado por efecto de la legalidad impuesta por la dictadura. Las huelgas no han logrado levantar a la aguerrida clase trabajadora ni tampoco elevar su calidad de vida; curiosamente, la generalidad de los conflictos laborales que se han generado en los últimos años, resultaron dañinos para el interés de los trabajadores. En los años 2014 y 2013 el promedio de los reajustes salariales tras negociaciones colectivas no logró superar el 1% (ver Durán y Kremerman, Fundación Sol).
.
La situación es trágica para el sector laboral. Eliminado en gran medida el verdadero sector productor de plusvalor, que se concentra dentro del sector industrial (solamente quedan las áreas del cobre y de las forestales) en beneficio de las empresas importadoras, la clase obrera ha crecido en el ramo de la construcción y en el trabajador ocasional. Pero dicho crecimiento no basta para cifrar una esperanza en ella. El pasado duro y la  veleidosidad  de los partidos de la ‘izquierda’ frente al derecho a obtener mejoras en las condiciones laborales, han sembrado temor en la clase trabajadora que prefiere hoy un salario pequeño pero seguro antes de aventurarse en paros o peticiones que puedan desatar la ira de los patrones en contra de ellos.

Movimientos sociales

Entretanto, los movimientos sociales están permanentemente apareciendo y desapareciendo a lo largo y ancho de toda la geografía nacional, circunstancia que permite caracterizarlos como verdaderas estructuras disipativas, organizaciones esencialmente efímeras, transitorias, que sólo aparecen en el borde del caos, en torno a situaciones coyunturales y específicas.
.
En consecuencia, las organizaciones sociales no están preparadas para asumir el control de una nación porque el estrecho marco visual de sus reivindicaciones las hace nacer y morir dentro de períodos de extraordinaria brevedad.

El movimiento estudiantil se presenta como un segmento social diferente a los otros. Consta de dos grandes ámbitos, herencia de la distribución que el mando jerárquico de la nación hizo de los jóvenes: los que pertenecen a la educación secundaria  o ‘inferior’, y los que pertenecen a la educación universitaria o ‘superior’. Esta estructura divisoria se acrecentó hasta manifestarse como una separación absoluta de intereses hasta el momento de la derrota de los ‘pingüinos’ en 2006. Esta derrota no fue fruto del azar sino una maniobra consciente y deliberada que se perpetró y consumó bajo el primer período presidencial de Michelle Bachelet y con su directa participación; la unificación del movimiento estudiantil pudo alcanzarse sólo en los años posteriores y alcanzó su clímax en las grandes marchas de 2011 que se han prolongado hasta nuestros días.
.
El movimiento estudiantil es diferente porque constituye el segmento doctrinariamente más lúcido y decidido de la sociedad en cuanto a los objetivos de conseguir una sociedad más humana, fraterna y solidaria: se trata de jóvenes que, tarde o temprano, tomarán en sus manos las riendas administrativas de la sociedad.

Así, pues, si bien es cierto que la actual crisis de legitimidad se presenta como una oportunidad para los sectores dominados en cuanto a efectuar las transformaciones estructurales que se requieren, también no es menos cierto que las condiciones para hacerlo no les son las más favorables. Porque no se trata de realizar las transformaciones que el pacto ‘Nueva Mayoría’ llama ‘estructurales’, sino aquellas que verdaderamente lo son.

Si el sistema capitalista posee una estructura basada en la existencia contrapuesta de compradores y vendedores de fuerza o capacidad de trabajo, una transformación estructural implica alterar esa composición, situación que, necesariamente, lo hace derivar a un sistema diferente. He ahí el quid del problema. Por eso, cuando se habla de ‘transformaciones estructurales’ no se habla de simples reformas sino de alteraciones en la composición estructural de un sistema. En palabras más directas, en el cambio de un sistema por otro. Todo lo demás es un eufemismo.
.
Pero, ¿es, acaso, posible realizar esa tremenda tarea?  Para que una época de cambios se haga presente, para aprovechar las ventajas que arroja una crisis de los sectores dominantes como sucede en el país, es necesario estar en posesión de poder; y el poder se consigue acumulando fuerza social, lo que se logra unificando a los sectores desprotegidos. Dicha unificación se puede alcanzar de muchas maneras.
.
Por una parte, puede hacerse a través de proponer la consecución de la propia unidad en el carácter de meta a lograr en determinado plazo; por otra, puede igualmente conseguirse en virtud de establecer un objetivo que sirva para alcanzar esa unidad, es decir, entregando una propuesta que entusiasme al conjunto social de tal manera que lo haga plegarse en forma incondicional al logro de ese objetivo.
.
Sin embargo, la formulación de la tarea a realizar requiere de algo más: debe ser propuesta por alguien y ese alguien no puede ser un sujeto cualquiera. Por tanto, se trata de determinar a quién o quiénes van a realizar la propuesta, y si tal persona o personas tienen o no legitimidad para hacerlo. La conducta de "un convocante" que le otorga legitimidad implica ausencia de comportamientos anómalos, fracasados o dudosos, que puedan poner en tela de juicio su probidad o capacidad de conducción. La seriedad de su convocatoria, íntimamente relacionada con lo anterior, implica su compromiso de tomar parte activa en ella.

Quién o quiénes pueden ser los convocantes

Los partidos de la llamada ‘izquierda’ están impedidos de tomar en sus manos la convocatoria , porque no son convocantes legítimos; perdieron su legitimidad y se encuentran desprestigiados, incluso, ante sus propias bases y para el caso que lo fueran, no tienen la convicción ni están interesados en hacer transformaciones verdaderamente estructurales al sistema, porque sus objetivos son perfeccionar constantemente la vigencia del sistema de dominación introduciéndole reformas que permitan reducir o amortiguar las contradicciones de clase.

Los partidos del pacto ‘Nueva Mayoría’ se han transformado en obstáculos para la satisfacción de los intereses de las grandes mayorías nacionales.

En el mundo sindical, la CUT no es tampoco un legítimo convocante. Descontando el hecho que no representa al mundo laboral pues los trabajadores sindicalizados constituyen apenas el 8% de la población laboral chilena. La Confederación de Trabajadores del Cobre es extraordinariamente importante pues el cobre ha sido y seguirá siendo la columna vertebral de la economía chilena; se trata, por consiguiente, de una organización sindical establecida en empresas del área estratégica de la economía. Otro sector estratégicamente importante es el bancario pues, que es el de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo que conduce hegemónicamente el Bloque en el Poder.
.
A su vez, el movimiento estudiantil no está en las mismas condiciones que en 2011. Si bien la FECH mantiene la línea de acción que trazara Gabriel Boric en 2012, el apoyo del estudiantado de la Universidad Católica es limitado. La CONFECH ha podido realizar sus marchas no como antaño sino tan sólo con cierto éxito pues su llamado al cacerolazo tuvo escasa repercusión el día de la protesta. Los secundarios tienen dos organizaciones que son la Confederación Nacional de Estudiantes Secundarios (CONES) y la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), ambas con direcciones que buscan llevar adelante ideas bastante avanzadas.

El comportamiento de las dirigentes comunistas Carol Cariola y Camila Vallejo en cuanto al cambio radical que tuvieron, de contradictoras al gobierno del pacto ‘Nueva Mayoría a sostenedoras del mismo, aunque era fácil de prever, ha producido un severo daño a la credibilidad del movimiento estudiantil. 

El diputado Giorgio Jackson, que luchara con tanto ahinco contra el Gobierno de Piñera y manifestara dudas respecto del pacto ‘Nueva Mayoría’, terminó llamando a votar por Bachelet en la segunda vuelta.

Así, pues, la situación no es la de 2011: la confianza en el movimiento estudiantil también se  ha deteriorado; sin embargo, a pesar de ello, es el más indicado para nuclear en torno suyo a los sectores más proclives a los cambios. Pero  es dudoso si tiene o no la calidad de convocante dotado de legitimidad.

¿Existe el convocante legítimo?

Puede suceder que ese convocante legítimo no exista o no haya aún manifestado su presencia dentro de la comunidad; pero puede, además, suceder que la búsqueda del mismo se haya centrado en personas individualmente consideradas, como acostumbra hacerse respecto del ‘líder’. La individualidad del convocante legítimo no es un requisito esencial de su existencia. Porque cuando tal convocante particularmente considerado no se manifiesta, en su reemplazo puede hacerlo como tal una persona colectiva, un conjunto de individuos que ha querido concertarse con el fin de presentar a la comunidad una propuesta para actuar en contra de los dominadores. En ausencia del convocante legítimo particular corresponde, en consecuencia, crear al convocante legítimo colectivo pues la sumatoria de sujetos, en potencia de ser reconocidos en el carácter de tal, actuando de consuno, dan nacimiento a un solo convocante dotado de legitimidad

El convocante legítimo es, pues, un ‘factor de unidad’, pero de unidad social. Se trata de una persona, como ya se ha dicho —individual o colectivamente considerada—, reconocida por la comunidad como un actor cuyo llamado a la acción no sólo debe ser considerado, sino constituye, además, para ese conjunto social un imperativo imposible de resistir. Por consiguiente, repetimos que cuando el convocante legítimo individualmente considerado no aparece o no se manifiesta, es tarea de los movimientos sociales realizar encuentros sucesivos destinados a provocar la emergencia de aquel en el carácter de sujeto colectivo.

Como conclusión sostenemos que de no ocurrir un cambio importante en la conducta de las organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles en torno a encontrar cauces de unidad, y de no hacer su aparición un convocante dotado de absoluta legitimidad, es muy posible que los actores políticos vuelvan a tomar en sus manos el control de la situación y alejen, merced a maniobras realizadas en el plano del manejo de ciertas instituciones y de los recursos estatales, además de la propaganda y de los medios de comunicación, el fantasma de la crisis que ha penado hasta ahora por las instituciones estatales.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario