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miércoles, 20 de mayo de 2015

CONSTITUCIÓN-ÉTICA-KRADIARIO

ÉTICA: VERDADERO ANTÍDOTO CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA CODICIA

En la discusión de la nueva Constitución, parece oportuno reponer el debate por el restablecimiento de las facultades que los Colegios Profesionales perdieron en el control ético de quienes, durante su ejercicio profesional, llegan a  ejercer cargos públicos, empresariales, políticos, sindicales o de representación popular.
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Por Hernán Ávalos
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Restablecer los contenidos sobre Formación Cívica en la Educación Básica, Media y Universitaria sin duda contribuye a enaltecer la actividad política y a elevar el estándar ético de quienes aspiran a cargos públicos, empresariales, políticos o de representación popular. No obstante, para ir a la base de sustentación de esta llamada “clase dirigente”, es preciso retomar el debate sobre el rol que deben cumplir los Colegios Profesionales en el control ético y el ejercicio de las profesiones universitarias, a propósito de la redacción de la nueva Constitución.
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La Carta Magna de 1980 terminó con los Colegios Profesionales tradicionales entendidos como organizaciones intermedias sobre las cuales el Estado delegaba tanto el control ético de sus pares, como el ejercicio de las profesiones universitarias. Mantuvieron el nombre de “Colegios Profesionales”, pero jurídicamente fueron transformadas en Asociaciones Gremiales. La reforma constitucional de 1985 restituyo el control ético de quienes permanecieron en sus registros, o de quienes voluntariamente se inscriben en ellos, aunque pasaron  inadvertidas con el término de los senadores designados y la inamovilidad de los comandantes en jefes de la FF.AA.
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Luego  la Ley N° 20.050 agregó al inciso 4° del artículo 19° número 16°, referido a la libertad de trabajo, un nuevo párrafo facultando a los Colegios Profesionales A.G. para conocer de las reclamaciones que se interpongan ante ellos, relativas a la conducta ética de sus miembros. Y por otra parte, estableció que los profesionales no asociados a estas instituciones, deberán ser juzgados sobre dicha materia por los tribunales especiales que serán creados para dicho efecto. Esto último nunca ocurrió y en subsidio han sido las Corte de Apelaciones las que a regañadientes asumen la jurisdicción sobre ética profesional, cuando sus fallos están sustentados en el Derecho.
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El contexto histórico
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El advenimiento del neoliberalismo en nuestra sociedad no sólo orientó la producción y distribución de bienes y servicios, sino que en adición, fomentó e inculcó el individualismo y demonizó el colectivismo o la necesidad humana de agruparse en juntas de vecinos,  clubes sociales, centros estudiantiles, sindicatos, federaciones, centros de madres, cooperativas, partidos políticos, entre otros, descalificándolos con ligereza por “hacer política” y no cumplir un objetivo utilitario. En circunstancias que el hombre es esencialmente gregario y por tanto sus actuaciones son políticas, incluso de quienes reniegan de ella o se abstienen de votar en las elecciones, porque en la práctica adhieren a la votación de mayoría. 
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Esto explica la pregunta de los profesionales que desestiman inscribirse en  los registros de sus Colegios Profesionales: ¿qué me da el colegio profesional que justifique afiliarme a él? Y ese reduccionismo extremo para con el propio gremio termina con otra pregunta: ¿Y además tengo que pagar cuotas sociales?  No hay en estas interrogantes sentido de pertenencia, espíritu de cuerpo, igualdad entre pares, deseo de compartir las experiencias profesionales o como quiera llamársele a la sensación de integrar un cuerpo colegiado con voz propia y capacidad de interacción con todos los actores sociales. Y el efecto práctico que se produce, es que aquellos que no están colegiados, eluden el control ético de las profesiones que están ejerciendo.
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Los dirigentes, los políticos, los ministros, los empresarios, los economistas, los senadores, los diputados, los profesores, antes de ejercer cargos públicos son, en su mayoría, profesionales universitarios, abogados, médicos, ingenieros, periodistas, contadores, entre otros, y pueden estar bajo el control ético de sus respectivos Colegios Profesionales, siempre que estén inscritos en sus registros. Fue José Miguel Sánchez, decano de la Facultad de Economía y Administración de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien dio luces sobre el estándar de la ética empresarial chilena cuando desde la academia criticó el comportamiento de Carlos Alberto Délano y Carlos Lavín, ex alumnos de su facultad y ex controladores del grupo empresarial Penta, encauzados por delitos tributarios, es decir, por vulnerar la ley para reducir sus impuestos en perjuicio del Estado.
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La  formación cívica ayuda
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No podemos estar más de acuerdo en la decisión administrativa del Gobierno para restituir la Formación Cívica en todos los niveles de la educación, la cual había sido eliminada por la dictadura de Pinochet, interesada en denostar las instituciones políticas y republicanas. Y más aún con la inclusión de los Derechos Humanos en los contenidos de la enseñanza. Así es probable que las próximas generaciones internalicen conceptos como democracia, sufragio, nacionalidad, ciudadanía, solidaridad, libertad, fraternidad o conozcan, al menos, la división política del Estado en poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Porque hoy este conocimiento cívico elemental es ignorado, minimizado y hasta proscrito en algunos establecimientos educacionales.
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Hay actitudes que hacen meditar sobre el rol que cumple la familia, la escuela, la universidad, los partidos políticos, y las iglesias, en cuanto a su responsabilidad en la formación ética de los ciudadanos. Algunos ejemplos son los pasajeros del Transantiago que eluden el pago de su pasaje contribuyendo a desfinanciar el servicio, los comerciantes que no otorgan boleta de compraventa para no declarar el IVA pagado por los consumidores, los alumnos que copian en las pruebas para mejorar sus calificaciones o bajan textos de internet presentándolos como propios; los falsificadores de música, videos o libros, o quienes no respetan la fila en las esperas tediosas. La lista es larga.  ¿Y  cuál es la responsabilidad con que los Colegios Profesionales asumen el control ético de sus pares registrados, muchos de ellos personajes connotados que aparecen envueltos en casos de corrupción? “Chile no es un país corrupto. Pero hay corruptos que perseguir penalmente”, declaró el fiscal nacional Sabas Chahuán en su última cuenta pública a la Nación,  justificando indirectamente el proyecto de ley del Ministerio Público para constituir a su alero la Fiscalía de Alta Complejidad (Anticorrupción) con jurisdicción de alcance nacional.
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Es preciso aclarar que los juicios penales incoados por los Tribunales de Justicia son independientes de los juicios éticos que realizan los Colegios Profesionales.
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Dos posturas en el control del ejercicio profesional
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Por otra parte, el control sobre el ejercicio profesional de los Colegios Profesionales es una discusión que ya hubo a propósito de la reforma constitucional de 1985 y sobre la que subsisten dos posturas antagónicas. Con la redacción de la Constitución de 1980 los Colegios Profesionales, también, perdieron la tuición sobre el ejercicio profesional y en consecuencia la obligación de pertenecer a sus registros. Hasta ese año, los médicos, abogados o periodistas, por nombrar algunos profesionales, para ejercer como tales debían, primero, estar titulados en una universidad reconocida por el Estado y, segundo, inscribirse en el colegio de la Orden correspondiente. Esta postura la reivindican quienes buscan recuperar las atribuciones que tuvieron los Colegios Profesionales desde surgieron como instituciones intermedias de la sociedad.
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Pero en la reforma constitucional de 1985 los defensores del mercado consiguieron dejar establecido que debía existir plena libertad para la contratación de profesionales y que fuesen sus propios empleadores quienes califiquen y evalúen sus capacidades y rendimiento. Así ha ocurrido en las últimas tres décadas. Y como resultado de ello es que determinadas labores profesionales son cumplidas por personas sin formación adecuada, o con especialidades distintas a las requeridas por los públicos a los cuales en definitiva sirven, terminando por asumir el estándar ético de sus contratantes, es decir de quienes son dueños del capital. Esta situación ha contribuido al desprestigio de las empresas privadas, de los servicios públicos, de los medios de comunicación, del Parlamento, entre otras instituciones que logran una deficiente evaluación ciudadana en las encuestas de opinión.
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La ética no sólo figura en los libros de Filosofía: inculcar valores, orienta el comportamiento civilizado de las personas y deja en evidencia la búsqueda de ganancias rentabilidad a ultranza. Una auténtica vacuna contra el germen de la codicia.

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