Director-editor de Krohne Archiv
“Parecía estado de sitio. Fue horrible, nunca pensé….la violencia de los carabineros me hizo recordar los tenebrosos años de la dictadura de Pinochet”.
Son palabras que me trasmitió Adriana, una mujer trabajadora que acompañó anoche a su hijo a la marcha de los estudiantes universitarios en el centro de Santiago. Ella es una mujer alegre y optimista, pero me impresionó la expresión de su rostro que se iba deformando a medida que entregaba su versión.
La desesperación, como la de Adriana, se expandió por todo Santiago. Hasta el alcalde capitalino, Pablo Zalaquett, pidió por televisión, casi rogando, que la gente del Gran Santiago se mantuviera encerrada en sus casas y por ningún motivo tratara de salir hacia el centro de la urbe por los peligros que había desde muy temprano en la mañana y que se extendieron durante todo el día, la noche y hasta la madrugada de hoy viernes.
Las escenas de la represión recorrieron el mundo con lujo de detalles: Carabineros enfurecidos y casi fuera de su control golpeaban a los jóvenes estudiantes indefensos y hasta atropellaron con sus vehículos a algunos de ellos. Muchos detenidos, 874 y 90 carabineros lesionados en todo Chile, porque las marchas se repitieron en varios escenarios urbanos regionales.
¿Qué está pasando en Chile y qué le ocurrirá a sus habitantes cuando ven que comienza a imperar un clima de verdadera ingobernalidad tras el fracaso de la política y de los políticos?
Ni el oficialismo ni la oposición han hecho aportes serios, concretos y de buen nivel intelectual para intentar resolver el problema de la educación en Chile. ¿Cuándo han dialogado en serio con las otras partes del conflicto? ¿Cuándo lo ha hecho la Concertación que fue invitada por el Presidente a conversar el tema en La Moneda y sus representantes, todos jefes de partidos, lo dejaron plantado?
Lo mismo ocurrió en el tema de los mapuches que se estiró y estiró la cuerda hasta que los comuneros ya no resistían ni un día más de huelga de hambre. Y todo se está consiguiendo así en Chile, con ayunos, huelgas interminables o violencia callejera.
¿Qué hizo el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter? Falló nuevamente en su apreciación del conflicto estudiantil como antes lo hizo ya frente a otros graves problemas nacionales. ¿Por qué? Porque no es político y tampoco parece tener el talento para serlo algún día. Prohibió las marchas de ayer por la Alameda argumentando que lo hacía porque en cada una de ellas ocurrían daños cuantiosos y millonarias pérdidas.
¿Y qué paso? Los estudiantes intentaron marchar igual, porque a Hinzpeter, además mal asesorado, se le olvida que no estaba frente a padres de familia sino que a manifestantes jóvenes, con energía y que pueden arriesgar; los carabineros utilizaron toda la violencia que tienen a su alcance; los “misteriosos” encapuchados de siempre, que carabineros no ve jamás, también aprovecharon de salir a las calles causando los destrozos más grandes de los que se tenga memoria, rompiendo instalaciones de tránsito, apedreando a los carabineros, amedrentando a los transeúntes, saqueando y esta vez hasta incendiando una sucursal de la multitienda “La Polar”, fuego que además se expandió con el viento a otras tres tiendas en la céntrica calle San Diego, dejando pérdidas por más de 1.300 millones de pesos.
¿Qué fue mejor, el remedio o la enfermedad?
Bajo estas condiciones y fracasos permanentes en el tratamiento de los problemas sociales chilenos, no debe sorprenderse que el Presidente Sebastián Piñera tenga sólo un 26% de aprobación y un 63% de rechazo a su gestión, según la encuesta más seria que hay en Chile, como es la del Centro de Estudios Públicos (CEP). Y no solamente eso: lo peor es que el 61% de los chilenos no tiene confianza en el Presidente y, anoche, los cacerolazos en todas las comunas del Gran Santiago, así lo demostraron.
Una de las peticiones centrales de los estudiantes en su movimiento es terminar con el lucro en la educación. CEP consultó a los chilenos sobre este punto y un 80% dijo que debe terminar, es decir acabar con la “universidad negocio” que existe en Chile desde la época del gran dictador y continuada hasta ahora, también durante los 20 años de gobierno de la centroizquierda. Es la principal pesadilla que tienen las familias de la clase media chilena cuando deben enviar a sus hijos a la Universidad; muchas terminan arruinadas.
Distintos grupos económicos se han enriquecido más de la cuenta tras abrir universidades privadas y cobrando aranceles irreales para la realidad económica chilena. Para captar “clientes o usuarios” realizan campañas publicitarias millonarias, como lo hace cualquier casa comercial como La Polar, porque la competencia es dura, llegando a gastar en la última temporada de admisión 30.000 millones de pesos (unos 67 millones de dólares).
Como hemos dicho antes, la gran reforma de la educación que aparece como segunda prioridad para los chilenos en la encuesta CEP, sería para Piñera la carta que debería jugar para pasar a la historia como el gran reformador de la educación chilena. No sé porque no lo ha hecho ni tampoco lo ha intentado hacer.
¿Habrá algún motivo escondido que se lo impide?
Efectivamente, lo que se vio ayer es algo no visto desde hace muchos años. Me recuerdo al tiempo de la dictadura. Yo estaba impresionado y escuchar el cacerolazo era volver a aquellos tiempos. Impresionante, pero se podía preveer, ya que este sistema es insostenible.
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