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Cruces para los caídos en el Muro, en intentos por alcanzar la libertad |
"Desde el 13 de agosto ocurrieron en Berlín cosas de las que sólo podremos hablar abiertamente dentro de muchos años", decía ya en julio de 1962 Heinrich Albertz, luego alcalde de Berlín, en alusión a quienes "sin obligación, reconocimiento ni recompensa arriesgaron su vida por los demás".
Willy F. que tomó a su hijo de cuatro años en brazos y lo arrojó por la ventana de su cuarto piso. Abajo esperaban policías de la Alemania occidental preparados con lonas para recibir al pequeño. Era el precio de la libertad en el Berlín que hace 50 años comenzaba a convivir con un Muro. Casos como este fueron frecuentes en la calle Bernauer. La céntrica vía vivió huidas escalofriantes por una particularidad: muchos de sus edificios tenían la entrada en el este y las ventanas en el oeste.
Especialmente tensa fue la fuga de Frieda Schulze, de 77 años: cuando estaba por lanzarse al vacío, los policías de la extinta República Democrática Alemana (RDA) entraron en su casa y llegaron a sujetarla por los brazos, mientras otros vecinos la ayudaban a caer hacia la Alemania occidental colgándose de sus pies.
La filmación de ese aparatoso tironeo de un ser humano entre dos países se exhibe en el nuevo Centro de Documentación del Muro de Berlín, que también muestra una foto del momento en su web: http://dpaq.de/LLPHx
Schulze logró fugarse, pero no todos tuvieron tanta suerte. El 22 de agosto, sólo nueve días después de que comenzara a construirse el Muro, Ida Siekmann murió por las heridas que sufrió al saltar.
Sería la primera de al menos 136 víctimas que intentaron cruzar el "Muro de la vergüenza", como se lo llamó en occidente. Los familiares no podían ver el cadáver ni participar en el entierro. Muchos se enteraron de las verdaderas circunstancias en que había muerto un ser querido sólo tras la apertura de los archivos de la Stasi en los años 90.
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