El nuevo "capitán" de las relaciones exteriores brasileñas será Antonio Patriota, actual vicecanciller y uno de los hombres más respetados en la diplomacia brasileña. Es considerado un delfin político del actual canciller Celso Amorim, lo que para algunos medios chilenos significaría esto "una continuidad absoluta" de lo que ha realizado hasta ahora el Presidente Inácio Lula da Silva.
En este punto es necesario aclarar si que en política exterior, Brasil ha mostrado siempre una continuidad histórica y los cambios que se hagan no serán decididos sólo por la futura presidenta, sino también por una instancia de expertos de alto nivel en el tema exterior.
Los primeros objetivos y estrategias en materia de relaciones internacionales en Brasil fueron fijados por el barón de Río de Branco José Maria da Silva Paranhos, a comienzos del siglo pasado. El es considerado el patrono de la diplomacia brasileña y su nombre está inscrito como uno de los héroes de la Patria, en el panteón existente en la Plaza de los Tres Poderes, en la ciudad de Brasilia. De allí nace la continuidad histórica de esta política.
En todo caso la nominación de Patriota anunciado por la presidenta electa Dilma Rousseff, quien asumirá su cargo el 1 de enero, no fue recibida con sorpresa por ser una de las figuras más destacadas en este campo.
Analistas dijeron que Patriota "es de las personas más preparadas para el puesto y tiene una excelente relación con Dilma". De acuerdo con la prensa local, Rousseff y Patriota son fanáticos de la ópera y la música clásica y suelen intercambiar mails con recomendaciones, escribió el diario La Nación de Buenos Aires.
Ex embajador de Brasil en Estados Unidos (2007-2009), Patriota es un carioca de 56 años proveniente de una familia diplomática. Estudió Filosofía en la Universidad de Ginebra y luego ingresó en el servicio exterior con diversos puestos; primero en la cancillería y luego alrededor del mundo. Sirvió como consejero político en la embajada brasileña en Pekín; como consejero económico en la de Caracas; también se desempeñó en las misiones ante Naciones Unidas. Fue jefe de gabinete de Amorim entre 2004 y 2005, cuando fue nombrado subsecretario general político del Min isterio de Relaciones Exteriores, antes de trasladarse a Washington.
"Es diplomático joven, con mucha energía, profesional, serio, muy competente y con una sólida formación", señaló a La Nacion el diplomático Roberto Abdenur, ex embajador de Brasil en Estados Unidos.
Se espera que Patriota mantenga las líneas generales de la política exterior brasileña, que incluyen la diversificación de relaciones, avanzar en la integración latinoamericana y volverse un jugador activo, relevante y respetado en la arena internacional. Menos frontal y directo que Amorim, podría desarrollar un estilo consensual y un tono más templado.
"Creo que habrá más sobriedad, más moderación y que Patriota estará menos inclinado a alzar banderas ideológicas o a doblegarse a los caprichos del presidente y sus más cercanos asesores", apuntó Abdenur a La Nación argentina, refiriéndose al polémico acercamiento con Irán y a los estrechos vínculos que tiene Lula con los presidentes de Venezuela y Cuba, sin cuestionar los reiterados abusos a la democracia y los derechos humanos que se producen en esos países.
Para la relación con la Argentina y el Mercosur, la designación de Patriota representa muy buenas noticias y un interlocutor muy conocido por la Argentina. "Se puede esperar que continúe la evolución positiva de los lazos entre Brasil y la Argentina, que han tenido muchos avances en los últimos años y hoy es una relación madura, una prioridad de ambos Estados. No veo ningún tipo de cambio en el horizonte", pronosticó Abdenur, dijo el diario La Nación.
Entre otras metas, el próximo canciller brasileño -cuyo nombramiento sería oficializado la próxima semana- deberá fortalecer el papel de liderazgo de Brasil en América Latina tanto en materia económica como social, continuar con la influencia del país en el continente africano y buscar un lugar destacado para Brasil en los foros internacionales como representante de los países emergentes.
En realidad, Rousseff esperaba nombrar canciller a una mujer, pero desistió en sus intentos al hallar que hay muy pocas diplomáticas en puestos altos y con una larga carrera que justifique ponerlas al frente de Itamaraty. Uno de los nombres que circulaba era la de la diplomática brasileña Regina Cordeiro Dunlop, que se desempeña en la misión brasileña ante Naciones Unidas. Patriota fue el elegido, entre otras razones, porque es muy cercano a hombres claves que han controlado la política exterior del país en los últimos ocho años: Lula, Amorim y Sergio Guimarães.
A su vez se informó que la conducción de la política exterior brasileña en el gobioer no de Dilma será completada por Marco Aurélio Garcia, quien mantendría su actual cargo como asesor especial del presidente para Asuntos Internacionales.
La continuidad también en otros sectores
Hasta ahora, al menos, cuatro de los futuros ministros de Brasil trabajan en el gabinete de Lula o lo hicieron durante su gobierno. Es el caso de Antonio Palocci, ex ministro de Hacienda y quien ahora tomaría el cargo de jefe de la Casa Civil. Este cargo es el más importante del gabinete y la propia Dilma lo ocupó antes de convertirse en candidata presidencial y heredera política de Lula.
Otro que se queda es Guido Mantega, titular de Hacienda, en el mismo cargo. Otro de los que permanecerían son el ministro de Defensa, Nelson Jobim, quien ha mantenido muy buenas relaciones con las Fuerzas Armadas del país y sobre quien Lula había expresado su interés en que siguiera, de acuerdo con versiones de la prensa brasileña.
En tanto, Patriota, de 56 años, fue llamado a retornar desde su cargo de embajador en Estados Unidos (que ocupó entre 2007 y 2009) para anticipar su llegada a Itamaraty, la sede del Ministerio de RR EE en Brasilia, informó el diario La Tercera de Santiago de Chile.
Fábio Reis, analista político de la Universidad Federal de Minas Gerais, dijo al diario La Tercera que "sin duda Dilma encabezará gobierno de continuidad", aunque también la futura mandataria ha procurado armar su gabinete sobre la base de sus cualidades técnicas probadas y no cuoteos políticos.
Reis agregó que más allá de quienes sean parte de su núcleo de gobierno la inquietud que se espera resolver es "¿cuál será la capacidad de Dilma de tomar decisiones independientes e imprimir, en algún grado, su propia marca al gobierno? Ello, teniendo en cuenta que, hasta ahora, no tiene una carrera como dirigenta política, sino como una administradora de gobierno eficiente".
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