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viernes, 12 de diciembre de 2014


EE UU

ORÍGENES, ANDANZAS Y DESGRACIAS DE LA CIA

Por Martín Poblete

Nada como el destape de presuntas ilegalidades y violaciones a los estándares de los derechos humanos, civiles y políticos, en operaciones de la CIA  -U.S. Central Intelligence Agency)-  para provocar altas mareas con visos de escándalo en los medios, electrónicos y escritos, a escala global.



Después de cinco años de trabajo, el personal profesional de militancia Demócrata en el Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos, produjo un informe de 528 páginas  resultado de archivo y evidencia acumulada de mas de seis mil páginas, la mayor parte clasificadas. 
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La circunstancia del informe provocó inmediatas acusaciones que denunciaron el carácter partidista y presuntivamente sesgado de sus conclusiones. Esta ha sido la línea desde diversas fuentes ligadas al Partido Republicano y especialmente de parte de personeros en el gobierno del presidente George W. Bush, como el ex-vicepresidente Dick Cheney, que ha sido particularmente crudo en sus opiniones al respecto.


Prisión de Guantánamo

El informe, en algunos pasajes puede ser emocionalmente difícil de leer, describe  arbitrarios niveles de brutalidad, deshonestidad, y actos de violencia en diversas formas cometidos contra prisioneros indefensos a merced de sus captores/interrogadores;  todas las graves denuncias incluídas en el informe tuvieron lugar en cárceles ad-hoc en la Base Naval de Guantánamo en territorio  de Cuba, y en prisiones secretas en Afganistán, Lituania, Polonia, Rumania, y Tailandia.

Tanto el informe como algunas opiniones de ex altos funcionarios de la CIA, coinciden al ubicar  las órdenes autorizando los procedimientos cuestionados, en los mas altos niveles del gobierno de Estados Unidos;  el Memorándum Presidencial del 17/9/2001 habría sido redactado por el abogado de la Casa Blanca Alberto González,  revisado por el vicepresidente Cheney y la Consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice, para ser finalmente firmado por el Presidente George W. Bush.

La total falta de experiencia de la CIA en manejar cárceles en cualesquiera de sus formas, impulsó a la entidad a subcontratar servicios en el sector privado. Según el Informe del Senado, entre 2006 y 2009 una empresa formada por dos sicólogos con el exclusivo fin de asesorar en técnicas de interrogación, recibió ochenta y un millones de dólares en honorarios.


De manera predecible, se han producido dos formas de  defensa corporativa: la primera desde la misma CIA con un contra-informe de 112 páginas en el cual se reconocen errores en los programas de interrogación de prisioneros y se niega haber tenido la intención de engañar a la opinión pública, al Congreso, y al Presidente, además se afirma que "...la inteligencia recibida fue crítica en nuestra comprensión de Al Qaeda".  La segunda defensa corporativa, tuvo la forma de un extenso artículo en el Wall Street Journal firmado por seis ex-Directores y ex-Directores Alternos de la CIA, en el cual se argumenta "...la CIA informó al Congreso aproximadamente treinta veces sobre los interrogatorios, la reacción de Senadores y  Congresistas fue desde aprobación hasta eludir cuestionamientos
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", mientras José Rodríguez, ex-Director Alterno de la CIA encargado de supervisar las interrogaciones, afirmaba "...hay mucha hipocresía en los políticos".

En sus orígenes, la CIA fue pensada como organización encargada de reunir inteligencia geopolítica para servir el trabajo del Presidente, de su Consejero de Seguridad Nacional, y del Secretario de Estado, así quedó establecido en el Acta de Seguridad Nacional del 26 de julio de 1947; se le concedió jurisdicción sobre operaciones fuera de  las fronteras de los Estados Unidos, dejando el territorio nacional bajo la esfera del FBI, asimismo de una plumada se dio por terminada la presencia del FBI en Latinoamérica.   Desde un comienzo hubo problemas entre ambas instituciones por el manejo de los temas de contrainteligencia.  En otra variable, la CIA estuvo desde sus inicios separada de funciones relativas al quiebre de códigos y análisis criptológicos, esas funciones y otras relacionadas con  espionaje electrónico  quedaron en manos de la Agencia Nacional de Seguridad/U.S. National Security Agency.
 
La relación de la CIA con el Congreso siempre fue compleja y a ratos conflictiva.  Senadores y Congresistas fueron críticos de los fracasos en Bogotá en 1948, Corea en 1949, y Bahía Cochinos en 1961; y de las intervenciones en Iran, Guatemala, y Chile.   Se intentó poner un marco de referencia a la relación con el Acta de Inteligencia Central de 1949, pero su vigencia fue terminada en 1971 a consecuencia del rol de la CIA en operaciones   clasificadas en Cambodia y Laos, mantenidas  ajenas al conocimiento del Congreso.

Las relaciones con el Departamento de Estado  tampoco fueron mejores, dos Secretarios de Estado, Henry Kissinger y George Shultz  llegaron a decir que no recordaban haber recibido información útil de la CIA.   Por otro lado, el Presidente George H. W. Bush y su Secretario de Estado James Addison Baker, cuestionaron duramente la falla de la CIA en predecir el colapso terminal del comunismo soviético.

Entre las numerosas implicancias del informe del Senado, ha provocado una serie de cuestionamientos  a la utilidad de la CIA   en el marco del ordenamiento institucional de los Estados Unidos, y a la pertinencia de tener una entidad dedicada a operaciones secretas conducidas con no poco engaño, en el marco de un sistema democrático representativo.

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