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martes, 23 de diciembre de 2014

CUBA-IGLESIA II

IGLESIA Y REVOLUCIÓN EN CUBA (II)
Por Martín Poblete


La relación diplomática entre la Santa Sede y el gobierno revolucionario cubano continuó por trece años con Monseñor Zacchi siempre de rango de Encargado de Negocios; un primer cambio tuvo lugar cuando el Papa Paulo VI lo elevó al rango de Obispo en 1967, se ofreció una recepción al cuerpo diplomático acreditado en La Habana, y para gran sorpresa de todos Fidel Castro concurrió a felicitar  al ahora recién nombrado Obispo Zacchi.  
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La visita del Cardenal Agostino Casaroli del 27 de marzo al 5 de abril de 1974 coincidió con la elevación del Obispo Zacchi a los cargos  de Arzobispo y Pro-Nuncio con rango de Embajador. 
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La visita estuvo centrada en realzar a los obispos cubanos como legítimos interlocutores con el Papa y la Santa Sede, dejando por lógica implicancia al Pro Nuncio como interlocutor diplomático entre la Santa Sede y el Estado cubano; poco después de concluída la visita del Cardenal Casaroli, fue relevado el Arzobispo  Zacchi  siendo sucedido por el Arzobispo Mario Tagliaferri en calidad de Pro Nuncio con rango de  Embajador, en la misma calidad le sucederían los Arzobispos Giuseppe Laigueglia, Giulio Einaudi, y Beniamino Stella  ya como Nuncio en propiedad antes de la visita del Papa Juan Pablo II.

Mientras la diplomacia encontraba sus caminos y discursos, los obispos cubanos llegaban al fin de ocho años de silencio entre fines de 1961 y  el Comunicado del 10 de abril de 1969, en el cual se informaba  de la reflexión acerca de los documentos de la Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia, del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1968 con la presencia del Papa Paulo VI; a esa Conferencia concurrieron dos obispos cubanos acompañados de varios sacerdotes.   Al Comunicado de abril de 1969 siguieron varias cartas dedicadas a seguir la  pastoral de la paz promovida por el Papa Paulo VI, y una breve  toma de posición rechazando el embargo comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos a Cuba.

El retorno a la plaza pública fue seguido por siete años de Reflexión Eclesial en la base REC, iniciada en 1979 en preparación del Encuentro Nacional Eclesial Cubano ENEC, celebrado en 1986.  En opinión del entonces Vicario General del Arzobispado de La Habana, Monseñor Carlos Manuel De Céspedes García-Menocal, "el documento final del ENEC contiene los textos mas completos que la Iglesia en Cuba haya elaborado para expresar su autocomprensión, su autocrítica, su visión de la historia y sus proyecciones evangelizadoras .... la historia de la renovación contemporánea de la Iglesia en Cuba empieza con el ENEC en 1986. 
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Si desde 1961 era una iglesia de supervivencia y conservación, a partir de 1986  gracias al REC y al ENEC pasó a ser una iglesia de misión, este talante misionero hizo posible la preparación de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba."   Siguen un par de citas bastante ilustrativas del documento final del ENEC:  "La falta del sentido de responsabilidad es un mal muy extendido en la Cuba de hoy. Los sistemas de gobierno paternalista y colectivista, como ha sido el de Cuba durante muchos años, no ayudan al desarrollo del sentido de responsabilidad personal y social"; " Aunque parezca una paradoja, se puede afirmar que han disminuido notablemente en la escena cubana los criterios anticlericales, y las actitudes anticlericales y antirreligiosas .... Actualmente, podemos hablar de cercanía y hasta de estimación y simpatía en sectores amplios del pueblo para con lo institucional católico".

El nombramiento de Monseñor Jaime Ortega en el Arzobispado de La Habana en julio de 1981 marcaba el cambio en la conformación de la Conferencia de Obispos; de los tiempos conflictivos solo quedaban Monseñor De Céspedes, y el Arzobispo de Santiago Pedro Meurice Estíu.   A comienzos de 1982, el Arzobispo Ortega viajó a Nueva York invitado por el recién nombrado Arzobispo John Joseph O`Connor; en el marco de esa visita y luego de serena evaluación se resolvió pedir, a nombre del Arzobispo Ortega, una audiencia personal con el Secretario General de Naciones Unidas Javier Pérez de Cuellar, petición concedida por Pérez de Cuellar en gesto que le honra.  Ese evento elevó la imagen del Arzobispo Ortega ante el gobierno de Cuba, y también internacionalmente en cuanto interlocutor legítimo.   En una suerte de corolario, se iniciaron contactos entre personeros del Arzobispado de Nueva York y la Misión de Cuba ante las Naciones Unidas, llevados con claro sentido de la realidad y las limitaciones, se consiguió avanzar y conseguir buenos resultados; paralelamente, el gobierno cubano comenzó a extender pasaportes a sacerdotes cubanos en  exilio  en los Estados Unidos, gesto respondido por Monseñor Raúl Del Valle al decir: " Siempre me he sentido muy orgulloso de ser cubano".

La visita del Arzobispo Ortega tuvo su reciprocidad cinco años mas tarde, con la visita al Arzobispado de La Habana del Arzobispo Metropolitano de Nueva York, Cardenal John Joseph O`Connor, acompañado de su Canciller, Monseñor Raúl Del Valle en su regreso a Cuba después de un cuarto de siglo de ausencia.   La Catedral de San Cristóbal estuvo llena para la misa, muchos quedaron en la Plaza fuera de la Catedral, en un momento se le concedió la palabra a Monseñor Del Valle, los fieles en el templo y afuera se pusieron de pié proclamando Viva Cuba !  Viva Cuba !  

En la línea de reforzar la posición del Arzobispo Ortega, el Papa Juan Pablo II lo elevó al rango cardenalicio en el Consistorio del 26 de noviembre de 1994, gesto recibido con júbilo por los católicos cubanos.   Quedaba por delante la preparación de la visita papal.

La visita a Cuba del Papa Juan Pablo II entre el 20  y 26 de enero de 1998 es el acontecimiento marcando un antes y un después para la iglesia, y también para el gobierno cubano en el marco de la relación Iglesia-Estado.  El gobierno estaba empeñado en hacer del recibimiento al Papa un acontecimiento, declaró la visita evento oficial facilitando la movilización del pueblo habanero a lo largo de la ruta desde el Aeropuerto José Martí hasta la Nunciatura, la recepción fue multitudinaria destacando jóvenes proclamando de viva voz  Viene Pedro !  Viene Pedro!  
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A su llegada, el Papa pronunció aquellas palabras: "Acompaño con la oración mis mejores votos para que esta tierra pueda ofrecer a todos una atmósfera de libertad, de confianza recíproca, de justicia social y de paz duradera.   Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba".

La primera Misa Papal  en Cuba fue la de Santa Clara el jueves 22 de enero dedicada a la pastoral de la familia.   Los peregrinos de todas las Américas salieron de madrugada desde La Habana, querían estar temprano para ver como los santaclareños, los campesinos y gentes de las villas circundantes, llegaban al recinto de la misa;  lo hicieron cautelosa y cuidadosamente, con una viva curiosidad, comprensible si se considera que por mas de treinta años el espacio público en Cuba había sido privilegio de Fidel Castro, el Papa puso fin a ese monopolio diciendo: " Los padres deben ser reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos.  Se trata de un deber y de un derecho insustituible e inalienable; a la autoridad pública le competen derechos y deberes, sin embargo esto no le da derecho a sustituir a los padres".   A su regreso de Santa Clara el Papa tuvo su audiencia personal con Fidel Castro.
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El momento mas tenso de la visita se vivió en Santiago, el sábado 24 de enero; en la gran tradición de los arzobispos santiagueros, Monseñor Pedro Meurice Estíu aprovechó la única ocasión  que tendría para decir unas cuantas verdades:  "Santidad, este es un pueblo que tiene la riqueza de la alegría y la pobreza material que lo agobia y entristece hasta casi no dejarlo ver mas allá de la subsistencia .... Le presento, además, a un grupo de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la Nación con el proceso histórico vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología .... La nación vive aquí y vive en la diáspora.  El cubano sufre, vive y espera aquí, y también sufre, vive y espera allá afuera ..... Ore, Santidad, por los enfermos, por los presos, por los ancianos y los niños", todo lo anterior dicho con Raúl Castro y las autoridades del régimen en la Provincia de Oriente en la audiencia.
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La visita Papal consolidó el fortalecimiento y rehabilitación de la Iglesia en Cuba, bajo la autoridad de los obispos; dio renovada fuerza al entusiasmo religioso de la juventud y de los adultos jóvenes, expresión de un movimiento social entonces emergente en torno a la Iglesia, cuyos rasgos intelectuales fueron trazados en años de paciente trabajo por Monseñor Carlos Manuel De Céspedes y quienes siguieron su ejemplo, movimiento proyectado independiente del régimen y de su partido único gobernante, tal vez crítico pero no gratuitamente confrontacional.

En un significativo giro, a comienzos del presente año el gobierno encabezado por Raúl Castro anunció la devolución a la iglesia de las propiedades confiscadas en 1961-62, casi todas en muy mal estado de mantención, pero devueltas a su legítimo dueño.

La importante participación del Papa Francisco, del Secretario de Estado de la santa Sede Cardenal Pietro Parolin, y del Arzobispo de La Habana Cardenal Jaime Ortega, en las negociaciones conducentes a la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos, han dado espacio a la continuación del mejoramiento en las relaciones Iglesia-Estado en Cuba.


   

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