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lunes, 16 de diciembre de 2013

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LAS RAZONES DEL ÉXITO DE MICHELLE BACHELET EN CHILE
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Por Ignacio de los Reyes

BBC Mundo
La socialista Michelle Bachelet, exministra y exjefa de Estado, pediatra, pionera del programa de mujeres de Naciones Unidas y ahora presidenta electa de Chile, sumó este domingo otro mérito a su currículum: seguir siendo, a pesar del paso del tiempo, una de las políticas más populares del mundo.
La candidata de la Nueva Mayoría –la coalición de socialistas, comunistas y democracia cristiana que sustituyó a la Concertación- derrotó a su rival, la conservadora Evelyn Matthei, con el 62,15% de los votos.
"El triunfo de hoy no es personal (...) es un sueño colectivo que triunfa", dijo Bachelet en su primer discurso de agradecimiento antes de asumir su segundo mandato a partir de marzo próximo.
Sólo la baja participación electoral del 41,60% (apenas 5,7 millones votaron de los más de 13 millones de chilenos convocados), deslució el triunfo de Bachelet, que ahora tendrá que liderar un país cargado de descontento y frustación general con su clase política.
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Pero, ¿por qué Michelle Bachelet parece conservar su carisma y capital político intacto mientras la confianza en los demás políticos se desploma? BBC Mundo le explica las razones detrás del "fenómeno Bachelet".

Los retos de Bachelet
Bachelet llegó a la presidencia de Chile por primera vez en 2006, después de haber ejercido como ministra de Salud, y luego Defensa, en el gobierno del mandatario Ricardo Lagos Escobar.
"Ya desde entonces tuvo un liderazgo especial, más empático con la ciudadanía", le dice a BBC Mundo la politóloga Pamela Figueroa.
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"El suyo no era un apoyo levantado por los partidos políticos, sino por la población, pero a la vez cumplía con un montón de requisitos de la política antigua, como la militancia política, especialización en Salud y Defensa…", sostiene.

Esta popularidad le siguió durante su mandato, especialmente entre las clases populares chilenas, que valoraron sus políticas sociales ligadas a la infancia, a la maternidad y a la inclusión.

Decisiones como las de nombrar a un gobierno paritario, con igual número de hombres que de mujeres, sorprendieron a una clase política acostumbrada a que los cargos del gabinete se repartieran entre las fuerzas que componían las coaliciones partidistas.

A pesar de algunos momentos críticos, como las masivas protestas de estudiantes secundarios que sacudieron los primeros meses de su mandato, Michelle Bachelet terminó su gobierno con más del 80% de apoyo ciudadano.

Experiencia en ONU


En septiembre de 2010, a los pocos meses de abandonar su cargo como jefa de Estado, Bachelet se convirtió en la primera directora ejecutiva de ONU Mujeres, una recién creada agencia internacional destinada a fomentar la igualdad de género.

La expresidenta se alejó del debate nacional y centró sus esfuerzos en el nuevo cargo desde su oficina en Nueva York.

"Para un expresidente en Chile es muy difícil incorporarse a la vida política. Para ella fue una buena opción ir a participar en una organización internacional de tremendo prestigio", explica Figueroa.

"Le favoreció estar fuera de la contingencia, de tener que opinar de ciertos cuestionamientos sobre su gobierno, como el caso del Transantiago (la red de transporte urbano de la capital cuya caótica implementación afectó a la imagen de su gobierno) o el terremoto de 2010".

Bachelet regresó a su país en marzo de 2013 para anunciar lo que ya todos daban por hecho: sería la candidata de la centroizquierda, carente de un líder del perfil y aceptación popular de Bachelet.

Nuevo discurso, nuevo programa
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Su regreso a la política nacional vino acompañado de un nuevo programa que recogió algunos de los principales reclamos de los movimientos sociales que se manifestaron durante su mandato y, especialmente, bajo el gobierno del actual presidente Sebastián Piñera.

Evelyn Matthei había calificado como "un milagro" la opción de ganarle las elecciones a Bachelet.

El principal reclamo, el de una reforma radical del sistema educativo, se concretó en una propuesta de educación pública, gratuita y de calidad, aplaudida por los líderes del movimiento estudiantil.
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Algunos de ellos, como Camila Vallejo o Karol Cariola, se sumaron a su proyecto con candidaturas al Congreso (en representación del Partido Comunista).
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"Tuvo la capacidad de leer de manera muy correcta lo que estaba sucediendo en la sociedad chilena. Quizás fue la distancia que le impuso estar en Nueva York", explica a BBC Mundo el sociólogo Manuel Garretón, profesor de la Universidad de Chile.

"Leyó que el país ha cambiado y en ese sentido ella puede cristalizar el pedido de cambio: la demanda por una nueva constitución, por una reforma impositiva y una reforma educativa. La misma agenda del movimiento estudiantil", añade.

Además de proponer un nuevo sistema educativo, una reforma fiscal para acabar con la desigualdad en el país, y una nueva constitución, Bachelet incorporó a su programa algunos reclamos de otros movimientos sociales, desde aquellos de la comunidad gay,  a los de indígenas y medioambientalistas.

Ahora asegura estar abierta a debatir una nueva legislación sobre el aborto que lo despenalice en ciertos supuestos, dialogar sobre la opción de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo o buscar solución al conflicto mapuche sin aplicar la ley antiterrorista, como hizo en su mandato.

Su carisma la ayudó a ganar

Bachelet tuvo, más allá de su capital político, otra arma para derrotar a Matthei: su carisma.
A la presidenta electa es frecuente verla con una sonrisa en la boca y hasta sus rivales políticos saben que es difícil enfrentarse en una elección a alguien con el carisma de esta pediatra de 62 años.
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A su favor juega, según Garretón, "su modestia, su carisma, su capacidad de escuchar a la gente, nunca con una palabra hostil hacia sus contrincantes".

Hasta su historia personal, la de hija de un general de la fuerza aérea muerto en prisión al poco de acontecer el golpe de Estado contra Salvador Allende, enviada a un centro de detención junto a su madre, y después forzada al exilio, conmueve a los chilenos que la apoyan.

Pero su carácter también ha sido utilizado por sus contrincantes para acusarla de ser demasiado débil como líder de un país.

En la campaña electoral previa a la primera vuelta, uno de sus ex aliados en la izquierda, Marco Enríquez-Ominami aseguró que unas elecciones presidenciales "no se tratan de un concurso de simpatía".

Ella misma, años antes, se había defendido de quienes argumentaban que su apoyo popular se debía a su cercanía con la gente:
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"Creo que francamente es faltarle el respeto a las chilenas y chilenos decir que la simpatía o la empatía lo explica todo", respondió en 2010 a un político opositor.

La debacle de la derecha


A los méritos de la futura presidenta chilena se suma además otro argumento para su aplastante victoria: la crisis de apoyo y liderazgo en la que la derecha parece haber caído en los últimos meses.
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Los partidos de Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI) no pudieron aprovechar el impulso de tener en La Moneda a un presidente de centro-derecha por primera vez desde el regreso de la democracia.
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A pesar de los llamados de Matthei a revertir los resultados de la primera vuelta, la candidata logró el peor resultado para la derecha en unas dos décadas.
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Ella misma había calificado como "un milagro" la opción de ganarle las elecciones a Bachelet.
Los analistas auguran un nuevo periodo de reflexión para este sector de la política chilena.
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"Tengan la certeza que el tiempo y la historia mostrara que aquellos principios que defendíamos estaban en lo correcto; el valor a la vida, a la libertad, son la mejor herencia que podemos dejar a los próximas generaciones", dijo Matthei tras admitir su derrota.
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"Nada que valga la pena es gratis, lo mas valioso va siempre acompañado de gran sacrificio", recalcó.
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La UDI y RN tendrán cuatro años para pensar en una manera de regresar a la Presidencia
Mientras, su único consuelo parece ser que Michelle Bachelet ya no podrá presentarse a un tercer mandato.

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