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viernes, 6 de diciembre de 2013

6-12-13-KRA-881

FORO ARCHI: ELEGIR ENTRE BILZ Y PAP

 Por Rafael Luis Gumucio Rivas (*)



Coincidencialmente, la candidata de la Nueva Mayoría estaba vestida de rojo intenso y, la de la Alianza, de amarillo, así, parecía más una propaganda de estas bebidas (de fantasía) que de un foro político, pues la verdad, estas dos aviadoras no logran calentar a nadie debido a su falta de propuestas y carencia de relato y correlato. No se puede culpar, enteramente, a los ciudadanos por no concurrir a las urnas, ya que nadie está obligado a elegir entre “dos bebidas gaseosas”.
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Evelyn Matthei insistió en varias falacias: su proyecto modelo – al que alude como análogo al de Ángela Merkel - no tiene nada que ver con el neoliberal que se aplica en Chile, por ejemplo, en Alemania la educación es gratuita y universal; la previsión es solidaria; los ricos y las empresas pagan el 50% de sus utilidades en impuestos; todos los ciudadanos tienen derecho a una salud de calidad, muchas veces mejor que la privada, en fin, es la antípoda del matadero social, creado por el dictador Augusto Pinochet y, luego, perfeccionado a favor del mercado por los traidores de la Concertación y, llevado a su cénit, por Sebastián Piñera.
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Para pretenderse humanista y social, Matthei se definió como la candidata de la clase media – grupo social que, sociológicamente, es muy difícil de clasificar, pues la mayoría de los chilenos se siente de esta clase – excluyendo, solamente, a las siete familias más ricas y a aquellas personas en situación de calle. Con razón Matthei, demagógicamente, se lanzó en picada contra la inútil ficha de “Protección Social”, instrumento inventado por la Concertación, so pretexto de focalizar el gasto social.
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Evelyn Matthei ha intentado halagar a los ingenuos – afortunadamente quedan pocos – con el ofrecimiento de apoyo a los emprendedores, dentro de un marco de una sociedad libre y competitiva, donde el mercado sabe seleccionar, con precisión, a los más aptos. Esta idea quedó en completo descrédito cuando se descubrió que el “meritocrático” hijo del ferretero de Maipú, Laurence Golborne, se hizo rico gracias a sus inversiones en paraísos fiscales, eludiendo impuestos en Chile, además de engañar a los consumidores de CencoSud. En general, nadie cree a esta candidata de la derecha, justamente ahora, convertida en protectora de los adultos mayores, las mujeres violentadas por sus maridos, a las “nanas” discriminadas y explotadas por sus patrones y a la clase media.

Michelle Bachelet, como siempre, con mucha táctica y habilidad para engañar a los electores: todas sus promesas las deja “casi” en vago; habla de nueva Constitución, pero no se pronuncia sobre la Asamblea Constituyente; habla de nuevos impuestos para financiar su programa de gobierno, pero omite el tiempo y el espacio en que se podría aplicar; se pronuncia sobre educación gratuita, pero dilatando la implementación, de tal manera, que este proyecto y buena idea se hace completamente anodino.
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A pesar de que la nueva combinación que apoya a Bachelet tiene mayoría en ambas Cámaras, no se sabe qué camino adoptará: o la política de los “acuerdos”, es decir, la derecha gobernando con la cara de la Concertación, o el de la ruptura democrática, que implicaría terminar con el modelo neoliberal – cuyos mejores intérpretes fueron los dos Presidentes socialistas -.
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Sabemos bien que la victoria de Michelle Bachelet está asegurada, lo único que falta es que muestre sus verdaderas cartas, conformadas por los lobistas del Mapu, los DC conservadores y reaccionarios – tipo Aylwin, Correa Sutil, René Cortázar, y los socialistas como Camilo Escalona, Osvaldo Andrade, y otros -.
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Estos foros, donde no se da ningún debate, sólo incitan a abstenerse, colaborando así a profundizar la crisis de representación y de legitimidad.

(*) - Colaboración de Diario El Clarín

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