LA “FARMAFIA” DE LOS MEDICAMENTOS: VAMPIROS DEL MODELO CHILENO
Por Paul Walder
La salud en Chile, del mismo modo que la educación, es una actividad basada en el lucro, en especial en lo relacionado con los medicamentos. El sector farmacéutico, que en el mundo mueve cifras astronómicas (1,6 billones de dólares en ventas en 2011, según PriceWaterhouse) se consolida como la cuarta industria más grande del planeta.
En Chile también amasa cuantiosos millones, para asegurarse
como uno de los sectores más dinámicos y poderosos. Dinámico, porque registra
cifras de alto crecimiento cada año, y poderoso porque se ha levantado como una
tremenda fortaleza que impide el ingreso de nuevos actores al mercado, a la vez
que acude a numerosas y turbias prácticas para mantener en constante ascenso
sus utilidades.
Durante el año
pasado, los laboratorios chilenos (que en realidad no fabrican sino,
principalmente, envasan drogas importadas) facturaron más de 1.500 millones de
dólares, cifra que desglosada arroja un interesante fenómeno comercial que
ayuda a entender el funcionamiento de este mercado. Si consideramos las
unidades vendidas, del total de ventas, un 20 por ciento corresponde a
medicamentos de marca. Sin embargo en cuanto a valor, los remedios de marca
corresponden a casi la mitad del total de la ventas. Se trata de remedios
muchos más caros, los cuales explican el negocio. Los laboratorios, así como
las farmacias, prefieren vender a toda costa la droga de marca. Aquí está lo
más lucrativo de la actividad.
Uno de los rasgos del
mercado chileno es la excesiva concentración de las cadenas de distribución.
Las tres grandes cadenas (Fasa, Cruz Verde y Salcobrand), tienen más del 90 por
ciento de las ventas, pero también podemos decir que hay una concentración en
la producción. Los laboratorios que producen remedios de marca, en su gran
mayoría transnacionales, concentran gran parte del negocio. Es aquí, entre las
farmacias y estos laboratorios, donde se cocinan las prácticas más oscuras y
corruptas de este suculento mercado.
Una de las
estrategias comerciales clásicas del sector es el lobby, la presión que se
extiende desde el cuerpo médico a todo tipo de políticos. Es una actividad a la
que destina decenas de millones y que le ha dado muy buenos resultados. Tanto,
que prácticamente toda la reglamentación de este sector ha estado muy influida
por la misma industria, lo que hoy se manifiesta con evidencia palmaria tras el
rechazo de los diputados a un proyecto de ley que busca, simplemente a través
de una desregulación de los locales de ventas, abrir el mercado y generar más
competencia con el objetivo de bajar los precios. Si la impugnación de los
parlamentarios a este proyecto resulta difícil de creer, el otro rechazo es aún
más impresionante: los diputados también se resisten a aprobar un proyecto que
obliga a los médicos a escribir en la receta el nombre genérico del medicamento
de marca, lo que permitiría que el paciente pueda reemplazarlo por un similar
más barato. Como bien se sabe, y el Sernac lo ha comprobado en muchas
ocasiones, el precio del remedio de marca supera varias veces a su similar
genérico.
Remedios más caros en Chile que en EEUU
El precio limita el acceso a los medicamentos en Chile.
Atenta contra un derecho humano básico de segunda generación, que es el acceso
a la salud, establecido por la ONU en su carta de 1948. Un estudio realizado el
mes pasado por el Sernac, detectó en una lista de 441 medicamentos
-considerando los más vendidos y algunos de sus productos sustitutos-,
diferencias por encima de un 25 por ciento.
Pero hay otros estudios que
entregan una información más grave: los medicamentos en Chile no son sólo más
caros que en otros países latinoamericanos, sino que incluso en Estados Unidos.
El proyecto de ley de medicamentos, propuesto como paradoja
por un gobierno de derecha, favorece a los consumidores, pero les altera el
negocio a las grandes corporaciones. Por ello, y no otra cosa, ha sido tan
grosero el lobby y la “compra” de diputados. Por ello también la reacción
histérica de parlamentarios de todas las bancadas ante las denuncias de conflictos
de interés lanzadas por el ministro de Salud, Jaime Mañalich. Al no haber
argumentos de peso ante la ciudadanía, han levantado una histriónica defensa
corporativa que busca proteger una honorabilidad hace mucho tiempo perdida.
La “farmafia” en plena acción
La comercialización
de los medicamentos de marca es bastante más compleja y puede calificarse como
abierta corrupción. El alto precio de estos remedios incorpora también todas
las comisiones y regalías que reciben los médicos para que prescriban esas
marcas. No se trata de bolígrafos o tacos de papel para notas entregados por
los visitadores médicos, sino de viajes a congresos con todos los gastos
pagados para los especialistas y sus esposas. Ante estas ofertas, son pocos los
médicos que se resisten.
Podemos llamar a estas prácticas “conflictos de interés” o
abierta corrupción. A cambio de recetar el remedio de marca del laboratorio más
poderoso, estos médicos reciben regalos, gastos para vacaciones, comisiones por
cada prescripción, asistencia a conferencias científicas, muestras médicas y
material promocional, gastos para investigación y cursos, entre otras
innovaciones de mercadeo. Es también conocido el manejo de grupos de pacientes
para promover los beneficios de ciertas terapias ligadas a un fármaco de marca,
o la manipulación de gremios completos de la salud a través de apoyos como los
citados.
La reforma al Código Sanitario busca también permitir el
intercambio de un medicamento de marca por uno bioequivalente de similares
efectos terapéuticos, pero de un precio sensiblemente menor. Aun cuando esta parte del proyecto está más
avanzada, persisten obstáculos, como la obligación que el médico prescriptor
anote en la receta su equivalente genérico, propuesta rechazada durante la
última votación de la Cámara. El proyecto deberá pasar al Senado, donde deberán
revisarse los puntos rechazados por la Cámara. Pero el ruido desatado por los
parlamentarios tras las denuncias de oscuras maniobras del lobby farmacéutico,
parece haber movido la discusión hacia otras preocupaciones de los honorables.
Como ya hemos visto en otras ocasiones, la defensa corporativa de sus propios
intereses es aquí también la prioridad.
Publicado en “Punto Final”
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