Japón padece la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, como lo ha definido el primer ministro nipón, Naoto Kan, quien llamó al pueblo japonés a comenzar de nuevo y salir lo antes posible del estado crítico en que quedó el país tras el terremoto y posterior tsunami, y a los que se suma ahora una crítica e incierta situación nuclear.
En su discurso, el jefe de Gobierno alabó a la sociedad japonesa de la que dijo tener gran capacidad para vencer la adversidad, como lo ha demostrado en otras ocasiones difíciles en la historia de este país asiático.
Con estas palabras pidió ahora nuevamente una nueva energía nacional para superar la actual crisis, en un momento en que crece el peligro y las sospechas de una posible fusión en el núcleo de dos reactores de la central Fukushima 1, situada al norte de Tokio. Esta central nuclear quedó en muy malas condiciones tras el sismo 8,9 grados de magnitud que sacudió esta semana al noreste del país
El reactor 1 registró ayer una explosión y otro reactor de esta misma planta, el número 3, no deja de subir de temperatura por lo que el terremoto del viernes trastocó su sistema de refrigeración de emergencia --al igual que el de otros seis reactores de esta planta y de la de Fukushima 2-- lo cual podría provocar una segunda explosión por acumulación de hidrógeno.
El nivel de agua en el reactor ha descendido en las últimas horas hasta dejar al descubierto tres metros de barras de combustible, lo que provoca que se emita una radiación en los alrededores de la planta nuclear operada por Tokyo Electric Power Co (Tepco) por encima del límite de seguridad. La compañía ha explicado que existe una "situación de emergencia" pero que, según su análisis, no supone una amenaza inmediata a la salud, informó el diario barcelonés “La Vanguardia.
Trabajo a marcha forzada
Los equipos de emergencia trabajan a marcha forzada en estas dos plantas japonesas para intentar enfriar y rebajar la presión dentro de los reactores afectados mediante la liberación de vapor y el suministro de agua de mar. Las tareas comportan, logicamente, muchos riesgos y la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) ya ha informado de que un trabajador ha fallecido y al menos otros ocho han quedado heridos, cuatro de ellos en la explosión de ayer, agregó el diario.
El Gobierno japonés ha admitido que la situación es complicada y que es " altamente probable que se haya iniciado el proceso de fusión", aunque el secretario jefe del Ejecutivo japonés, Yukio Edano, ha puntualizado que parte de su núcleo podría "deformarse" y que eso no equivale a una "fusión".
La situación es muy confusa y Edano reconoce que en este momento el Ejecutivo no puede "verificar lo que sucede en el corazón del reactor", pero que están tomando "las medidas partiendo de esta hipótesis".
¿Un segundo Chernobyl?
Y es que una fusión del núcleo sería el peor escenario posible, ya que de producirse y si explotase parte del reactor las consecuencias para los afectados por la radiación podrían ser similares a las de los afectados en Chernobil el 26 de abril de 1986 en Ucrania, que ha sido considerado el mayor accidente nuclear ocurrido hasta ahora.
Sin embargo, en esa época los reactores nucleares no contaban con un contenedor que resistiera fuertes presiones, lo que en el caso de Chernobyl produjo un estallido de uno de ellos en todas las direcciones con una gran expansión de las radiaciones, lo que tuvo un efecto mortal en toda la región ucraniana donde está ubicada la ciudad de Chernobil, a 18 kilómetros de la frontera con Bielorrusia.
El accidente allí ocurrió durante una prueba en la que se simulaba un corte del suministro eléctrico con un aumento súbito de potencia en el reactor 4 de esta central nuclear. Esto produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear, lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior. La cantidad de material radiactivo liberado, que se estimó fue unas 500 veces mayor que la liberada por la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945, causó directamente la muerte de 31 personas, forzó al gobierno de la Unión Soviética a la evacuación de unas 135.000 personas y provocó una alarma internacional al detectarse radiactividad en diversos países de Europa septentrional y central.
En Fukushima
En el caso de Fukushima 1 (foto izquierda) se detectó una emanación de gases radiactivos al exterior. Durante unas horas se liberaron de forma controlada para reducir la presión en el interior y evitar así un desastre aún mayor. Sin embargo, al producirse la explosión de ayer las emanaciones sobrepasaron ampliamente los límites de seguridad. El Gobierno admitió que, justo después de la explosión, el nivel de radioactividad en la zona se situó tres veces por encima del permitido, aunque asegura que ahora ya se encuentra en cotas más bajas.
Como medida preventiva se han cerrado en el país 8 de sus 55 centrales nucleares, lo que implica que el 25% de la producción de energía se ha detenido.
Se calcula que los evacuados en el perímetro de las dos centrales --que ayer se amplió primero a 10 kilómetro y luego a 20-- podrían rondar los 200.000. Unas 160 personas se estima que pueden haberse visto expuestas ya a la radiación y hay 22 irradiados confirmados. El gobierno tiene preparadas cápsulas de yodo que está distribuyendo entre los afectados. Este elemento químico mitiga los efectos de la exposición a la radiación nuclear.
La Agencia Japonesa de Seguridad Nuclear calificó el accidente como nivel 4 en la escala de sucesos atómicos (INES, que va de 0 a 7). Es el más grave después del siniestro atómico desde Chernóbyl, que fue de nivel siete.
Mientras tanto el saldo oficial de víctimas por el terremoto y tsunami se eleva a 200.000 personas entre muertos y desaparecidos y de 1.683 heridos, informó la cadena estadounidense CNN. Sin embargo el dato es provisional, ya que sólo en la prefactura costera de Miyagi, una de las más afectadas, hay casi 10.000 personas sin localizar después de que un pueblo entero, Minamisanriku, quedase prácticamente arrasado por las aguas.
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