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domingo, 13 de marzo de 2011

Las centrales nucleares en Chile, luego de lo de Japón

Por Hugo Latorre Fuenzalida.


¿Es verdad que somos un país con requerimientos energéticos urgentes?

Los expertos del lado de los empresarios, los lobistas y los inversionistas, señalan que debemos duplicar nuestra capacidad de producción de energía antes de 5 a 8 años.

Los expertos de la barricada de los ecologistas, ambientalistas y ONG, plantean que no es al pueblo de Chile al que le falta esa energía; tampoco a las ciudades de Chile. Los que tienen el problema energético son las empresas mineras transnacionales que se ubican en Chile y que requieren urgente energía para ampliar su explotación.

Pero así como el Consejo Minero pone en sus cuentas todas las inversiones hechas en Chile, incluso las del Estado a través de Codelco (pues si pusiera sólo las privadas, quedaría en evidencia lo poco que queda para Chile de esas inversiones, tanto en infraestructura como en otras de tipo social), así también los empresarios lobistas de las inversoras en energía termoeléctricas o hidroeléctricas, meten en el mismo saco las demandas de las empresas mineras en el norte de Chile con las necesidades del resto del país, cuando en verdad son cosas distintas.

¿Cuál es el problema de instalar las termoeléctricas en el norte y construir una mega represa como Hidroaysén?

Según los expertos, de la barricada ambientalista, el costo es que contaminarán zonas hasta ahora de naturaleza limpia y de paisajes únicos y muy atractivos para el turismo. Este costo es injusto que se pague por Chile, si el beneficio económico se va de Chile. Soportado en una explotación minera transnacional expoliadora.

¿Hay alternativas a la energía convencional?

Los expertos dicen que las hay. Señalan que Chile tiene un gran potencial en energía solar y eólica, en energía del subsuelo y desde el oleaje del mar. Dañar los ríos del sur, contaminar las costas del norte para abastecer a una actividad que en nada retribuye a Chile, es a todas luces irracional.

Es más sano y conveniente que las mineras compren esa energía a Argentina o paguen el costo de instalar energía a gas, pero que no nos ensucien el ambiente, si no están dispuestos a entregar a Chile la parte de la riqueza que le es justo percibir.

La otra alternativa es la energía atómica. Incluso se han creado comisiones de estudio y se han financiado asesorías para ver si es viable construir estas centrales atómicas en Chile.

Con lo que ha acontecido en Japón, donde el terremoto dañó las centrales atómicas y ya se sabe que se ha filtrado radiación, debiendo evacuar población a más de 20 kilómetros a la redonda, la alternativa de construir centrales nucleares en Chile, al parecer, se diluyen definitivamente.

Los lobistas de Hidroaysén, como el inefable señor Fernández, seguirán en la tarea de asustar a los chilenos con el cuco de los apagones y la escasez de energía que nos vendrá si no les dan a esas compañías “el sí de las niñas”. Mucho dinero corre en publicidad para ablandar la resistencia de la ciudadanía a deshacerse de sus paisajes del sur a cambio de una represa que dará energías de intercambio a Argentina, para que Argentina la devuelva por el norte a las mineras que operan en Chile; pues ese será el trueque.

Los chilenos deben entender que la inversión minera privada no deja más que al 0,7% de su inversión en Chile, por términos de salarios; y de las inversiones físicas, la mayoría las hace el Estado en infraestructura, en dotación de aguas, carreteras, electricidad, servicios, etc. Y muchas más serán las inversiones que deberá hacer el Estado a futuro para resolver la resaca que dejan estas empresas mineras con sus contaminantes químicos, los relaves y sus filtraciones, la crisis del agua y de la agricultura en el norte, la salud y tantas otras plagas que conlleva una actividad tan agresiva para con la naturaleza y tan voraz en recursos de todo tipo.

Es cierto que esa actividad hace crecer el PIB, pues la producción se hace dentro del territorio nacional, pero también es cierto que en el ingreso nacional se nota la resta de la riqueza que se llevan. Lo que dicen las cuentas en los años esplendorosos del precio del cobre, es que han producido cerca de 30.000 millones de dólares en un año de actividad, pero 22.000 millones de dólares se fueron de Chile en el mismo período. ¿Es esto enriquecer al país?

Por eso se dice que el Producto Interno Bruto es la forma más bruta de medir la riqueza nacional.

Ya la discusión sobre las termonucleares queda descartada, luego del reciente incidente en las generadoras de Japón. Ahora nos queda descartar estas otras formas interesadas y lesivas de generar energía por carbón, pues no benefician a Chile ni a su pueblo…..Sólo beneficiará a los empresarios, que explotan una riqueza que no reditúa a la nación prácticamente nada, pero si nos dejan sin una materia prima irrecuperable, justo cuando su precio internacional nos pudo haber hecho un país rico.

Entonces, a echar a andar la imaginación y a forjar una fórmula energética futurista, esa que es renovable, limpia e inagotable. Estamos entrando a la “edad solar”, como publicaba la asesora del presidente Kennedy, señora Hazel Henderson, a inicio de los años 80, en un memorable libro titulado: “La política de la edad solar”.

Dejad que los muertos se las arreglen con sus muertos, es decir, esos empresarios mineros que son carga muerta para el país, que entierren a su propio muerto energético, que nosotros, el resto de los chilenos, estamos por la vida.

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