kradiario.cl

viernes, 25 de marzo de 2011

En cama ajena

Por Enrique Ramírez Capello (*)


A la manera de Pezoa Véliz escribo esta tarde desde el hospital.

Estoy en cama ajena, pero sin ningún atisbo de placer.

Llevo un mes apoltronado en la Clínica de la Universidad Católica, por un azar que no comprendo ni me explican con propiedad.

Las piernas no me responden, pero hay un estímulo en el progresivo movimiento de brazos.

A ratos, el ánimo –sinónimo de alma- se restaura y sube; en otros, me desconcierto y los temblores de mis piernas se agudizan y me crean temor por el futuro.

Una legión de neurólogos, traumatólogos, enfermeras, kinesiólogos, terapeutas y hasta una linda siquiatra se suma a las nutricionistas y auxiliares.

Todos me alientan, pero no me dan garantías rotundas de pronta recuperación. No hay plazos.

El ritmo a veces se hace monótono: televisión groseramente preocupada de chismes, escandalillos, romances esporádicos entre futbolistas y vedettes. E inmóvil veo con espanto como avanza la nube radiactiva de Japón y se polemiza sobre el uso de la energía nuclear en Chile.

La organización oficial de la evacuación de las costas del país por la alarma persistente de tsunami me desasosegó en exceso. El gobierno, con su dogmatismo mediático, generó una inquietud desmesurada, especialmente en las zonas que ya habían vivido un drama.

Casi inhibido de leer, soy víctima de la dictadura mediocre de la televisión abierta, con chicas de silicona que lloran por amores pasajeros, jugadores millonarios y analfabetos, y “opinólogos” sin jerarquía en sus juicios.

Insisto en que vine por una infiltración de media hora y ya llevo cuatro semanas. ¿Negligencia médica, error…? Sólo me dicen escuetamente que el procedimiento estuvo bien hecho y que hubo una reacción infrecuente en mi cuerpo.

No culpo de manera absoluta, tampoco caigo en un ejercicio de ingenuidad.

La tradición dice que en la cárcel y en los hospitales se conoce a los verdaderos amigos. Por fortuna y modo de vida, no conozco el primer lugar. Pero aquí he recibido multitud de visitas de amigas irrenunciables, periodistas de larga amistad, la familia completa, profesores universitarios y alumnos de hoy y de ayer.

Vivo y sobrevivo con la esperanza. Mucha fe en mis esfuerzos y en el apoyo de los especialistas. Anhelo volver al periodismo embrujante, a las clases lúdicas, a las tareas persistentes por amor a esta profesión.

Porque como dice el maestro Neruda: “De tierra soy y con palabras canto”.

(*) Periodista y académico chileno - Ecapello348@yahoo.es








1 comentario:

  1. Profesor, espero que se recupere pronto y que salga luego del hospital Un abrazo fuerte y las mejores vibras para usted.
    Rocío Palma
    Estudiante Periodismo UDD.

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