¿EL CUENTO DEL LOBO?
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Que la economía mundial está en la cuerda floja, es una verdad indesmentible. Que la economía chilena depende de un hilo de cobre, tampoco se puede desmentir. Pero este repentino descubrimiento de los riesgos; esta especie de caída del caballo para darse cuenta que somos un país con pies de barro, es lo que suena sospechoso.
Porque los economistas parecen cegarse con las cifras y estadísticas de corto plazo, que les impiden ver el paisaje completo del bosque. Entonces uno llega a pensar que quienes tienen el deber de mirar a largo plazo (sentido de estadistas) simplemente por anteojeras ideológicas o deformidad profesional, omiten el esfuerzo cerebral, inhiben las conexiones neuronales que permitieron al hombre salir de la edad de piedra y que, con más o menos sabiduría, nos han empujado a dominar la naturaleza hasta el grado de someterla.
Los economistas del sistema, es decir de la escuela neoliberal, de pronto declaran en sintonía en todos los medios de que se nos viene el lobo. China es la cabeza del lobo, Europa son los pies del lobo y el cobre es nuestro corazón del lobo.
Si se nos juntan todos esas partes del animal que amenaza, entonces nuestra exitosa economía se nos viene al suelo. Si el lobo ataca con todas sus partes, no tenemos herramientas para defendernos.
¿Es esto tan cierto?
Yo creo que siempre esta economía mundial globalizada y esencialmente especulativa, está en riesgo. No por casualidad lleva acumulada más de 40 crisis en tres décadas de acción deletérea. Es decir, es como un paciente que cada año debe internarse en la UTI, con lo cual ya pasa a ser un paciente crónico de alto riesgo. La economía no es una economía, es una patología; no permite un desenvolvimiento normalizado; es un organismo bipolar…Lo malo está en que los líderes que la conducen porfían en profundizar las conductas patológicas, como enajenados, como sombies que no pueden siquiera tomar conciencia de su condición.
Los elementos impulsores de esta pseudoeconomía son verdaderas plagas: el capital financiero. Puro papel, que tiene la cualidad de quemar la poca riqueza real que se crea y la convierte en más papel. Actúa como un secante, un papel absorbente que chupa todo y no deja crecer nada…Sólo papel y más papel; es decir ilusión de riqueza.
Entonces cuando empieza a quedar a la vista que esta especulación, que esta economía de papel está amenazando con otra crisis, entonces sacan al lobo de la jaula y lo ponen como espantajo para que se asusten los ingenuos.
Entonces si nos suben los impuesto o nos cambian las lucrativas reglas del juego, vendrá el lobo, huirán las inversiones, el desempleo será terrible y la recesión inevitable. Déjenos hacer, que todo se arreglará de manera automática, claro que con salarios más bajos, mayor ejército de reserva (desempleo), mayor disciplina laboral, mayor libertad de emprender, menor regulación y flexibilidad de todo tipo. No olvidar la libre convertibilidad y libre circulación de capitales y bienes.
En vez de el lobo (o, en vez de la miseria)
Los economistas del sistema publicitan las cifras del PIB chileno como un éxito del modelo de acumulación capitalista desregulado. Los políticos de la malograda Concertación, plantean algo parecido. De hecho ambos coinciden en resaltar los méritos de sus respectivos períodos: el pinochetista-piñerista y el del “Llegó la alegría”.
Pero no quieren ver la realidad cruda. Esa cruda realidad nos muestra que simplemente nuestro crecimiento de largo plazo ha sido “reguleque”, próximo al 4,8%. El crecimiento de los países en desarrollo del Asia ha sido casi el doble del nuestro. Otra diferencia importante radica en las tasas y calidad de la inversión. Los asiáticos invierten sobre el 30% respecto del PIB, mientras que por acá apenas bordeamos el 19%; pero, además, nuestra inversión es en áreas especulativas y de estrellas menguantes, mientras que por Asia esa inversión es selectivamente productiva y en áreas de estrellas nacientes.
La tasa de reinversión de las empresas extranjeras en Asia es muy alta y la retribución en impuestos también. Acá en Chile, la economía es transnacionalizada en más del 50% y su retribución es bajísima. Lo que quiere decir que el PIB es inflado, pues lo que nos queda (INN) es bastante menos que lo que aparece en las cifras globales.
No sembramos el cobre
Desde las lecciones bíblicas de José, se sabe que los pueblos viven experiencias de “vacas flacas” y “vacas gordas”. Pues esa milenaria sabiduría enseñaba que se debe aprovechar el período de vacas gordas para estar preparado para los malos tiempos. Sin embargo, nuestros líderes han fomentado el mal de la cigarra, es decir de pasársela brincando y divirtiéndose durante la bonanza, sin preocuparse del invierno. Nos indujeron a despilfarrar, a consumir de manera irresponsable. Tanto así que el motor de nuestra economía ha llegado a ser el consumo, más que la producción.
Los ricos consumen sus abundantes excedentes en objetos sauditamente lujosos, mientras que los restantes se endeudan, hasta cuanto se pueda, para acceder a un consumo imitativo. Es decir, los ricos gozan del paraíso con sus ingresos libres de impuestos, mientras que los pobres pagan con trabajo extendido hacia el futuro las tasas de interés que les cobran los mismos ricos por sus consumos marginales. Es decir, viendo bien las cuentas nacionales, los ricos financian sus propios consumos con los dineros que cobran a los pobres.
Y todos se nos va en tratar de pisarle la cola a la economía. No sembramos productivamente el cobre cuando se debió, es decir en su supuesta bonanza, y ahora, con la cara muy lavada, esos mismos sabios economistas nos vienen a meter susto con el lobo de las vacas flacas. Y nos quieren decir, sibilinamente, que debemos dejar hacer y dejar pasar las cosas tal como están, pues si a los políticos en sus campañas se les ocurre prometer cambios tributarios o reformas constitucionales, o nacionalizaciones, o lo que sea, entonces vendrá el lobo.
Pero lo que yo creo que aún no caen en la cuenta estos señores del discurso aullador y luposo, es que la gente ya sabe que el lobo son ellos mismos, y están al interior de nuestra casa hace demasiado tiempo y que, como decía Hobbes: “el hombre es un lobo para el hombre”.
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