VIVIR (¿MORIR?) CON PARKINSON
.
Por Otto Boye Soto
.

.
Lea los capítulos anteriores en el compacto
publicado por Kradiario en su Edición N° 850 del
22 de abril de 2012, el capítulo 5 publicado el 1
de mayo pasado; el capítulo 6 publicado el 7 de
mayo; el capítulo 7 del 14 de mayo; el capítulo 8 del 21 de mayo.
Capítulo 10
A la reflexión del capítulo anterior debo agregar algunas consideraciones más sobre la muerte desde la perspectiva del enfermo con parkinson; aplicables, por lo demás, según creo, a muchas otras enfermedades.
Para comenzar, la edad que se tiene al momento de la aparición del mal juega un rol decisivo. Una persona mayor de 70 u 80 años ve las cosas relacionadas con la muerte de un modo diferente a quien las ve con 20, 30 o 40 años de edad. La primera no necesita tener el mal de Parkinson para reflexionar sobre la muerte, pues de hecho se encuentra en una suerte de recta final inevitable en esa dirección. La segunda, en cambio, si no tuviese la enfermedad de marras, tendería naturalmente a ignorar el tema, pues de hecho debería estar aún lejos del instante en que tenga que partir de este mundo. En la práctica, esto se traduce en que la primera puede recibir la noticia de su grave diagnóstico con más naturalidad que la segunda, que puede conmocionarse con ella, deprimirse más fácilmente y quedar, en cualquier caso, sumamente confundida.
![]() |
Gabriel García Márquez (*) |
![]() |
Jacques Chirac (*) |
Esto tiene enorme repercusión en cómo ve cada una lo que debe hacer en adelante. Los horizontes respectivos son completamente diferentes. Los costos también. La persona mayor tratará de sobrellevar lo mejor posible su mal, sin poner demasiado el acento en la prolongación artificial de la vida, tema que será muy relevante en la persona más joven. En el primer caso, creo que todo puede fluir mejor y más naturalmente, y, dicho sea de paso, también puede -quizá- resultar menos costoso al ser más sencillo el camino a seguir. En el segundo, todo costará más y podrá alcanzar niveles de complejidad y dramatismo inmensos. Ya se practican caminos nuevos, de vanguardia en la medicina tradicional, pero que son, en su mayoría, muy caros y de resultados todavía inciertos. Corresponde ser prudentes en este campo, pues las ofertas se presentan casi siempre en forma tentadora, como si se tratara de un bien de consumo más.
![]() |
Patricio Aylwin (*) |
![]() |
Jorge Edwards (*) |
En un terreno más afectivo, que es muy importante, y muy positivo también, he podido volver a acercarme a los problemas de mis hijos, dialogar con ellos, y seguir conociendo a mi inagotable esposa, a quien cada día admiro y quiero más. La relación familiar, en este tiempo de enfermo sin plazo seguro para sanar o para seguir con el mal hasta morir, se ha estrechado mucho y es lo mejor que me ha pasado. He tenido el privilegio de sentir en la piel el amor de todo nuestro grupo familiar, al que se han agregado numerosos buenos amigos. En este sentido, la felicidad que tuve la suerte de encontrar en esta vida se ha acrecentado y ha sido útil para soportar los aspectos más desagradables, penosos y dolorosos de la enfermedad. A todos les doy las gracias más sentidas e infinitas.
Para terminar, vuelvo al tema de la muerte para reafirmar su carácter misterioso y solitario. Mientras sabemos qué pasa con el cuerpo físico, nada es certero en la otra dimensión, hasta el punto de haber quienes niegan su propia existencia. El carácter solitario radica en la circunstancia de la individualidad de la muerte. El yo de cada persona es quien en su interior enfrenta o sufre el hecho. De esto no se escapa nadie, como ya dijimos. ¡Y basta por hoy!
(*) - Las cuatro fotografías muestran a personajes famosos que ya cumplieron las tareas que asumieron en este planeta y ahora se encuentran en la etapa final de la vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario