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martes, 4 de junio de 2013

4-6-13-Edición: Nº856

¿QUÉ PASA EN EL DIARIO DE AGUSTÍN EN VALPARAÍSO?


Por Daniel Lillo Cuadra (*)


El Sindicato de Periodistas y los trabajadores gráficos del Diario “El Mercurio” de Valparaíso, se encuentran ya durante un mes en huelga ante las precarias condiciones laborales y económicas por las que están atravesando.

La movilización ha tratado de ser silenciada por los medios de la cadena y por el resto de la prensa, radio y TV controlados por empresas afines, lo que ha obligado a buscar apoyo en las redes sociales, en la prensa electrónica y en algunos periodistas independientes y líderes de opinión, como el Premio Nacional de Periodismo, Sergio Campos.

Se ha solicitado a instituciones, empresas, gremios, etc, que no envíen comunicados de prensa o boletines informativos, ya que son utilizados por la empresa para rellenar las precarias ediciones que siguen circulando, incluso con periodistas de reemplazo permitido por la legislación laboral vigente instaurada por el Ministro del Trabajo de Pinochet, José Piñera Echenique, que ha posibilitado los peores abusos y que aún está en pie.

El Consejo Nacional del Colegio de Periodistas ha resuelto tomar cartas en el asunto, para lo cual ofreció una Conferencia de Prensa, en su sede de la capital, en conjunto con representantes de los periodistas en huelga en apoyo a sus justas demandas.


Los sindicatos de “El Mercurio” porteño solicitan el reajuste de sus sueldos base, inmovilizados desde hace ocho años (2005) y que además se pretende rebajar a $200.000 mensuales los $400.000 actuales, lo que no se transará por ningún motivo.

Exigen un incremento de la vergonzosa cifra de $15.000 que ganan los periodistas por trabajar los Domingos o Feriados.

Denuncian la verdadera explotación de los llamados “colaboradores” a quienes se les pagan ¡$1.000! la hora o $10.000 el día trabajado.

Solicitan terminar con la inestabilidad laboral de los contratos a honorarios, que les priva de los beneficios de salud y previsión, en una de las profesiones más riesgosas del mundo.

Hace años que la situación económica de “El Mercurio” de Valparaíso es inestable, son más los diarios que se regalan que los que se venden y el avisaje ha disminuido notablemente, pero esto se debe a una mala política empresarial lo que no es responsabilidad de los periodistas que escriben el diario, aún cuando sus balances son favorables, aun cuando todos sabemos como hasta las más prestigiosas consultoras falsean estos resultados financieros.

Hay versiones que indican que se ha pensado incluso en suprimirlo y en su reemplazo crear unas páginas en el diario capitalino dedicadas a la Quinta Región, lo que no ha prosperado por la condición de Decano de la prensa nacional y el “Diario más antiguo del mundo en lengua castellana” de que se precia la empresa de Agustín Edwards.

A treinta días de iniciado el inédito movimiento es el momento que intervenga la Ministra del Trabajo, Evelyn Mattei, tan categórica en otros temas, su SEREMI en la región, el Intendente Raúl Celis, el alcalde Jorge Castro y concejales, los senadores de la V Región Costa, Francisco Chahuán, Ricardo Lagos Weber, los diputados fiscalizadores del distrito Joaquín Godoy y Aldo Cornejo y otros parlamentarios que se sensibilicen en el tema, todos los que deben hacerse presentes frente a un tema preocupante, como son las condiciones laborales de este importante grupo humano y que además perjudica la calidad del diario.

(*) Consejero Nacional del Colegio de Periodistas de Chile

(Especial para el Diario Electrónico KrohneArchiv-KRADIARIO)


LA HUELGA: VERSIÓN DE CIPER

Opinión de Claudia Lagos Lira


Los trabajadores sindicalizados de los diarios El Mercurio y La Estrella de Valparaíso y El Líder de San Antonio llevan más de veinte días de huelga legal por las condiciones misérrimas que la empresa El Mercurio de Valparaíso SAP (parte de la cadena de empresas de El Mercurio SAP) quiere imponer en el marco de la negociación colectiva.

El sindicato de trabajadores de periodistas, reporteros gráficos y diseñadores, ha denunciado que la empresa no ha reajustado los salarios desde hace 15 años, que propone disminuir el sueldo base para las futuras contrataciones a $200 mil (-unos US$ 400- apenas por encima del sueldo mínimo legal) y ha rechazado la licencia prenatal de una de las asociadas al sindicato. Adicionalmente, señalan que la empresa mantiene un número importante de trabajadores con contrato a honorarios, a pesar de que cumplen labores que corresponderían a un contrato indefinido de trabajo.

Los colegas de Valparaíso y San Antonio no son solo conscientes de su situación, pues entienden que trabajan en la empresa de prensa gráfica más importante de la región de Valparaíso y que su situación define, informalmente, los estándares de salarios y condiciones laborales para medios regionales más pequeños. Por eso, saben que sus demandas no son solo suyas, sino que es para el gremio periodístico de la zona en su conjunto. “Si nosotros cedemos”, dice un comunicado del sindicato, “los otros medios se regirán por los nuevos precios de mercado que pretende imponer El Mercurio en distintas empresas periodísticas”.

La debilidad del Código del Trabajo para resguardar los derechos de los trabajadores y equiparar las fuerzas entre empresas y sindicatos es evidente también acá: durante una huelga legal, los sindicalizados dejan de percibir sus salarios. De ahí que convocaron a un concierto de solidaridad con los movilizados y disponen de una cuenta corriente donde hacer aportes. La empresa contrató reemplazos, a pesar de que no podía hacerlo debido a que la mesa negociadora presentó una propuesta inferior a la aprobada anteriormente, lo que, según el Código del Trabajo, inhabilita a la empresa a reemplazar a sus trabajadores mientras éstos mantengan la huelga legal. Esta práctica antisindical fue constatada por la Inspección del Trabajo.

¿Qué periodismo de calidad podemos exigir a profesionales mal pagados, polifuncionales, que se desempeñan en malas condiciones de trabajo, con dificultad para sindicalizarse y con salarios congelados durante varios años? No es solo un problema gremial (¡como si eso no fuera importante!), es un déficit estructural de nuestro sistema de medios que impacta en aquellas funciones que –idealmente- le pedimos al periodismo: calidad, compromiso con lo público, fiscalizar a los poderosos

El caso de los colegas de los diarios de El Mercurio de Valparaíso SAP no es el único. Al menos desde 2008 y 2009, como coletazo de la crisis económica mundial, desaparecieron departamentos de prensa (como el de La Red), despidieron a periodistas y trabajadores de prensa (como en La Tercera y El Mercurio, en Santiago; y El Mercurio de Valparaíso), han fusionado redacciones, con la consiguiente reducción de personal (como La Hora y La Cuarta, de Copesa). Del mismo modo, muchos periodistas y trabajadores de medios han visto congeladas o precarizadas sus condiciones de trabajo, lo que los ha llevado a negociaciones colectivas donde las empresas ofrecen condiciones inaceptables para cualquier trabajador y, en particular, para profesionales que se han endeudado con la banca para cursar cinco años o más de estudios universitarios, con aranceles que superan los $ 2,5 millones para cada año.

El año pasado, los trabajadores de la Empresa Periodística El Norte S.A., también del holding de El Mercurio SAP y que publica El Mercurio y La Estrella de Antofagasta, La Estrella de Tocopilla y El Mercurio de Calama, estuvieron en huelga legal, reclamando, entre otras cosas, el congelamiento de sus salarios desde 2007 y rechazando una oferta de reajuste de apenas un 3%, en vez del 5% que solicitaba el sindicato. A fines del 2012, tres sindicatos de trabajadores de Televisión Nacional (TVN) también votaron la huelga legal, ante una propuesta a todas luces insatisfactoria por parte de la empresa y que se cerró con un reajuste de 35 mil pesos. Hace poco, conocimos el caso de la huelga de los trabajadores de radio ADN, de Iberoamerican, propiedad de Prisa, cuyo sindicato reclamaba la diferencia de hasta 300% en los salarios de los periodistas, entre otros aspectos. También en 2012, el sindicato de trabajadores de la Radio Bío Bío denunció el despido de dos trabajadores de la emisora en Valparaíso que, al finalizar su fuero tras el proceso de negociación colectiva, fueron desafectados. El sindicato de trabajadores del diario La Nación está tratando de transformar al diario en un medio con estatuto público, después del cierre de su edición impresa y el despido de otros tantos periodistas y colaboradores.

En una sociedad neoliberal, los medios de comunicación son empresas privadas, que deben competir en el mercado por audiencias y por publicidad. Pero hay más: en una sociedad globalizada, los medios de comunicación hoy son propiedad de grandes holdings empresariales nacionales, regionales e, incluso, mundiales. Conglomerados que no tienen intereses solo en los medios de comunicación, sino que en muchos otros rubros que exceden, con mucho, la industria cultural (manufactura, banca, minería, inmobiliaria, comercio detallista…). Así, un diario, una radio, un portal online, es un diente de un engranaje superior, forma parte de la élite empresarial (1) que excede con mucho los ideales liberales de la prensa: fiscalizar al poder, generar y difundir información de interés público, contribuir al fortalecimiento de la democracia.

Obviamente, en tanto empresas, los medios de comunicación deben ser rentables. Una de las estrategias para ello es disminuir costos en sus procesos de producción, incluidos los destinados a su personal, como los periodistas, reporteros gráficos o diseñadores. Para conseguir estos ahorros los medios recurren a distintas herramientas, desde el régimen de contratación (contratos a plazo fijo o a honorarios); salarios bajos (poco más del salario mínimo legal, sueldos compuestos por un salario base y un sinnúmero de ingresos variables); negociaciones colectivas que apenas mantienen las condiciones vigentes; dificultad para sindicalizarse; fusión de redacciones de dos o más medios de un mismo conglomerado, polifuncionalidad… El mito constitutivo del periodismo es el del apostolado. Sin embargo, esto, que puede ser coherente con la imagen del periodista como héroe, omite las condiciones concretas de producción noticiosa y esconde la explotación.

Otras de las estrategias para contribuir a la acumulación del capital, en desmedro de bienes públicos superiores (como el derecho de los trabajadores o la información de calidad), es la elusión impositiva de los medios de comunicación, al menos en la industria de la televisión y que ha sido detallada recientemente por Ciper.

De acuerdo a una encuesta que aplicamos durante 2012 a periodistas de la Región Metropolitana y de Valparaíso, Concepción y Temuco, el 40% de los encuestados se ubican por debajo de los $ 400 mil de salario líquido

¿De qué libertad de expresión podemos hablar en una industria mediática que se construye sobre la base de la precarización del periodismo? ¿Qué periodismo de calidad podemos exigir a profesionales mal pagados, polifuncionales, que se desempeñan en malas condiciones de trabajo, con dificultad para sindicalizarse y con salarios congelados durante varios años? No es solo un problema gremial (¡como si eso no fuera importante!), es un déficit estructural de nuestro sistema de medios que impacta en aquellas funciones que –idealmente- le pedimos al periodismo: calidad, compromiso con lo público, fiscalizar a los poderosos.

Las condiciones de producción concretas del periodismo, aunque invisibles para las audiencias, debemos develarlas. No solo desde una perspectiva de los derechos de los trabajadores, muy débiles para el caso chileno en general, sino también desde la pregunta por el fortalecimiento de la libertad de expresión, la calidad del periodismo y la constitución de periodistas autónomos.

La larga huelga legal de los trabajadores de El Mercurio de Valparaíso se da justo cuando el director de El Mercurio de Santiago, Cristián Zegers, ha dicho que Chile goza de buena salud en libertad de prensa, a diferencia de otros países de la región. Se trata del director del mismo diario que contribuyó a ocultar violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, tal como lo cuenta el documental “El diario de Agustín”, el que hasta hoy no ha podido ser visto por televisión abierta, lo que constituye un síntoma de la reverencia al poder que padece nuestra sociedad y una evidencia de las tupidas redes de poder de la elite chilena.


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