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lunes, 16 de abril de 2012

EL CASO DE LA FACH: ¿QUIÉN VA A RESPONDER AHORA POR LA INSÓLITA PÉRDIDA DE VIDAS HUMANAS EN JUAN FERNÁNDEZ?

Por Walter Krohne
Director-Editor de Krohne Archiv

Chile es un país donde a los altos mandos militares les cuesta mucho reconocer los errores que cometen sus instituciones e intentan mantenerse hasta las últimas consecuencias en sus puestos, pase lo que pase. Es el caso del actual comandante en jefe de la Fuerza Aérea, General del Aire Jorge Rojas, quien prácticamente selló su carrera en el trágico accidente de un avión Casa 212 cuando aterrizaba en la isla Juan Fernández, en octubre del año pasado, quien, a pesar de todos los errores cometidos por la FACH, aún sigue vigente y en su cargo.

Ciertamente que quien está al mando de una institución o es la máxima cabeza visible debe asumir las responsabilidades que le corresponden, especialmente cuando reconoce más encima que desconocía algunas informaciones respecto a cómo y en qué condiciones operó el avión que dejó un saldo de 21 muertos, entre ellos importantes personalidades de la televisión (TVN), de una institución de Solidaridad como también de funcionarios del Gobierno.

No es la primera vez que ocurren accidentes de este tipo en el ámbito militar y con muchos muertos, y que han pasado sin modificar la rígida estructura de los mandos o del comandante en jefe. Siempre han sido los subalternos los que responden o han tenido que responder por los errores cometidos por la institución.

En la tragedia de Antuco, por ejemplo, en el otoño del 2005, ocurrida en la montaña a 1.500 metros de altura, murieron 45 miembros de un batallón militar como consecuencia de decisiones tomadas por el mayor Patricio Cereceda y el comandante Luis Pineda al ordenar una marcha con conscriptos durante una ventisca cordillerana. Sin embargo el comandante en jefe del Ejército de la época Juan Emilio Cheyre, quien fue duramente criticado a nivel nacional, nunca mostró ninguna intención de asumir la responsabilidad como hubiese correspondido y haber pedido su pase a retiro. Los dos oficiales mencionados fueron declarados culpables, principalmente Cerceda que pasó varios años en la cárcel. Todo esto ocurrió a sabiendas que las líneas generales de ejercicicios y maniobras militares emanan generalmente de la Comandancia en Jefe o al menos son de pleno conocimiento de ella.

Tampoco el comandante en jefe de la Armada, almirante Edmundo González Robles, renunció o mostró intentos de hacerlo tras los errores cometidos por la Marina, en el Shoa, entidad encargada de la transmisión de la información sobre un posible registro de tsunami después del terremoto del 27 de febrero de 2010, que fue, no solamente equivocada sino que también confusa, y que tras su devastadora ocurrencia dejó un balance de 124 muertos y 56 desaparecidos, según el informe oficial.

Está claro que en este episodio tuvo responsabilidad también la plana mayor del Ejecutivo, que estuvo presente esa noche en la Onemi (Oficina Nacional de Emergencia), empeñado en dirigir la operación post terremoto de las primeras horas de la tragedia y que al parecer tampoco tomó las medidas acertadas.

El ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, declaró el 13 de febrero de este año, que "las responsabilidades ante una negligencia recaen en todo el equipo que estuvo al mando , subrayando que esas personas no pueden decir que a ellos no les correspondió tomar decisiones". En la noche del terremoto y maremoto llegaron hasta la oficina de la Onemi en Santiago numerosas autoridades de Gobierno, encabezadas por la ex Presidenta Michelle Bachelet, además del ex Jefe del Estado Mayor Conjunto, General de División Cristián Le Dantec Gallardo, que pudieron darse cuenta de inmediato de la situación, con un Chile incomunicado y en medio de una tragedia de proporciones.

Ademas estuvieron la ex jefa de la ONEMI, Carmen Fernández, el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, el ministro de Obras Públicas, Sergio Bittar, el ministro de defensa, Francisco Vidal y el subsecretario del Interior, Patricio Rosende, entre otros. Este último y Carmen Fernández, además del personal que estuvo de turno en el Shoa en la madrugada del terremoto figuran en la lista de los formalizados. ¿Qué pasa con el resto?

Ahora estamos al frente del caso del General Rojas, defendido con toda la fuerza posible por el actual ministro de defensa Andrés Allamand. Es decir, coincidentemente lo mismo ocurrió con el ministro de la misma cartera Jaime Ravinet en el caso del almirante Fernández, y antes con la ministra de defensa Michelle Bachelet con Cheyre.

Es decir todo indica que aquí se trata de una política continua de los servidores públicos civiles de no enfrentarse a las fuerzas armadas o no abrir cuadros de conflicto que puedan mermar la imagen que tiene el pueblo chileno de los militares.

Allamand lo dijo hoy claramente: “Todos los comandantes en jefe tienen la confianza del gobierno, pero quiero hacer presente que el general Rojas ha actuado en forma correcta, particularmente en los últimos días”.

No sabemos con claridad hasta el momento si ha sido el general Rojas u otros miembros del alto mando de la Fach, como el recientemente renunciado general de aviación Carlos Bertens, los que habrían intentado silenciar de alguna manera o dilatar la información sobre los errores cometidos con el envío a Juan Fernández del Casa 212, viaje que tiene una larga lista de irregularidades:

Avión inapropiado para la misión por la autonomía limitada de vuelo que tiene; errores o incumplimiento en el plan original de vuelo; desconocimiento efectivo de quién de los dos pilotos iba al mando del avión en el momento del siniestro, uno de los pilotos, según fuentes de la misma Fach o cercanas a ella, no habría tenido buenos antecedentes profesionales y tampoco habría tenido experiencia en vuelos a Juan Fernández; el avión voló sin el mantenimiento adecuado y, al parecer, teniendo unos pernos en el comando del avión que estaban gastados y requerían ser cambiados; el aparato voló con un ala trizada; el avión habría volado a una altura que no había sido autorizada o no correspondía, el avión no estaba capacitado para amarizar en casos de emergencia y transportaba un sobrepeso de 165 kilos.

¿Quién va a responder efectivamente de esta tragedia cuando vemos una Fach cada vez más debilitada y menos creíble?

Eso es lo que debe importar ahora: la pérdida lamentable e inútil de vidas humanas.

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