kradiario.cl
martes, 7 de septiembre de 2010
Página Editorial Latinoamericana
Diario Prensa de Panamá
Brujos, adivinos y filósofos
Por Charlie del Cid
Creo tener la solución para que no cierren las escuelas de filosofía de las universidades y que a la vez el Ministerio de Educación pueda mantenernos en los planes curriculares. Los filósofos debemos ser una mezcla de brujos, adivinos y coaches. Me explico. Si revisamos los periódicos, estaciones de radio y programaciones televisivas no faltan los adivinos, profesores de suerte, maestros de esoterismo, sanadores, profetas de pirámides de la suerte…
Seguramente si al cuerpo docente de la Escuela de Filosofía invitamos al chino Man Ko o a cualquier otro de los profesores y profesoras de estas artes, las matrículas se dispararán. Otra opción sería que al pensum se añadieran algunos cursos sobre cómo participar en juegos de azar y apuestas. Dicen que diariamente en Panamá los ludópatas invierten cuatro millones de dólares.
¿Por qué ha muerto la filosofía? Creo que es culpa de los propios filósofos. Ya hace unos años, Mario Bunge había profetizado la muerte de esta ciencia, a causa de la muerte de la metafísica. Desde Hume hasta Sartre, los sabios de esta disciplina, influidos por el liberalismo, la tecno–ciencia, el empirismo y el positivismo, se dieron a la tarea de suicidar la metafísica. En el afán de sólo validar lo medible, nos olvidamos del sustrato de las cosas.
En la otra esquina, los marxistas se encargaron de hacer que la filosofía se pusiera al servicio de la ideología. Con la caída del Muro de Berlín y “el fin de la historia”, el piso de los marxistas empezó a tambalearse. Pero ellos también odiaban la metafísica, sobre todo si tenía algo que ver con entes supra naturales, opio del pueblo y demás. Sin duda que el marxismo, y todos sus hijos e hijas, nos abrieron los ojos a la cuestión social, pero se olvidaron que el hombre es más que trabajo, lucha de clases. El hombre está llamado a la eternidad…
Los filósofos debemos evolucionar. Plantear problemas. Este mundo del confort y del entretenimiento requiere de algunos maestros que sacudan las consciencias. Antes que dar las respuestas, tenemos que plantear preguntas poderosas que desarmen a los jóvenes y los hagan salir del consumismo en el que vivimos. Revivamos la metafísica; arrebatémosela a los brujos. Los temas básicos de la metafísica están vivitos: Dios, hombre y mundo. Debemos hacernos coaches de vida y de existencia. En un mundo de gente enferma de ansiedad, estrés, depresión, que sólo vive para sentir y no para pensar, tenemos mucho trabajo.
Ojalá los que están al frente de las naves se den cuenta de la utilidad de la filosofía y que los filósofos nos demos cuenta de que “el ser es y no puede no ser”, pero que a la vez “no nos bañamos dos veces en el mismo río”. El que puede entender que entienda.
El Diario de Hoy de El Salvador
Aparecen en Venezuela las cartas de racionamiento
El hombre, se dice, es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, o más bien muchos hombres que actúan como animales se las pasan cometiendo los mismos errores además de no aprender de la experiencia ajena.
El esclarecido régimen del comandante Hugo Chávez Frías, sol de sabiduría que ilumina el universo, aristócrata del intelecto, paradigma de la distinción y la elegancia, está introduciendo los racionamientos a través de tarjetas que él llama "cédulas del buen vivir", similares a las impuestas por el régimen cubano a sus desdichados súbditos. Tarjetas las hubo hasta en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, no digamos en Francia y Alemania en esos terribles años. Y fueron terribles no sólo por la espantosa conflagración y los odios socialistas (nazis, comunistas y fascistas) sino por los racionamientos que agravaban la escasez de todo.
Carter, cuyas decisiones políticas propiciaron la muerte de millones de personas, estuvo a punto de racionar la gasolina, intento que terminó dando al traste con su presidencia.
Los racionamientos van apareados a los controles de precios, otra enorme roca en la que muchos pueblos vienen tropezándose desde hace milenios. Los hubo en Babilonia y los hubo en Roma en la época del emperador Diocleciano, que estableció penas horribles a los que violaran los precios oficiales, incluyendo la crucifixión y el fuego. Los controles se vinieron abajo y abajo se vino también el imperio, que cayó en manos de Constantino y los cristianos.
Las tarjetas de racionamiento supuestamente corrigen los desajustes y la falta de todo, que a su vez son resultado de las ocurrencias económicas de Chávez. Al caerle encima a los productores de alimentos, a las cadenas de supermercados, a los negocios, a los ahorros, es inevitable que se afecte en forma negativa la producción, que haya menos de todo y que al escasear los bienes, en especial los alimentos, se van al racionamiento en lugar de revertir sus torpezas.
Las "tarjetas" no suelen ser eso, sino libritos con cupones: al comprar azúcar, se entrega uno o varios cupones; además de los precios en dinero hay "precios" en cupones. Y además de los cupones hay que hacer cola, estar en fila por horas y horas pues eso "calma" a la población, es una terapia para suprimir inquietudes y fortalecer la lealtad al gran hermano, al camarada Fidel o Hugo. Y cuando alguien se inquieta y protesta, le quitan los cupones, forzándolo a depender de los mendrugos que otros le pasen.
Eso cuando tiene suerte, pues otra forma de acabar con los disidentes, con los lenguones, es condenarlos a veinte o treinta años de prisión, como por cierto están pensando algunos hacer con los periodistas y con la gente que opine, critique, señale y censure en este El Salvador.
En Venezuela hay mordaza y pronto habrá racionamientos, según informan los que no logran ver la divinidad del comandante Hugo.
El racionamiento es casi una consecuencia de lo que pasa en un país cuya economía comienza a colapsar. Durante el primer gobierno de izquierda en El Salvador, en los Años Ochenta, no hubo racionamiento pero sí hubo controles de precios, se conseguía muy poco al precio oficial y bastante en el mercado libre, pues los racionadores eran los que metían el contrabando. Con la mano izquierda cerraban el chorro y con la otra mano abrían un segundo chorro escondido.
Diario La Nación de Costa Rica
El país de las ideas y el centro de convenciones
Por Pablo Rojas
Cabe preguntarse por qué desde hace muchas décadas nos seguimos presentando en sociedad como un país “en vías de desarrollo” y nunca pasamos de ahí. Seguramente, ya estaríamos reprobados por el ministro Leonardo Garnier. La desidia con que se atienden los asuntos claves en el país y la forma en que anteponemos el statu quo a la aventura de innovar y crecer hacen que quizás lo mejor sea presentarnos simplemente como “subdesarrollados”, en otras palabras, unos preadolescentes perpetuos.
Un solo ejemplo vale para validar este comportamiento. El país lleva más de doce años planificando construir un centro de convenciones donde se puedan organizar eventos nacionales e internacionales, a fin de mejorar el clima de negocios, aprovechar la infraestructura hotelera y la marca país de “ecología y respeto con el ambiente”.
Iniciativas sin ejecución. Muchas iniciativas han ido a las mesas, pero son a las de diseño, nunca a las de ejecución. Que si hacerlo en el Cenada, en Barrial de Heredia, y ¿por qué no donde está la Estación al Pacífico?, o ¿qué les parece en Jacó? Se preguntan también si las instalaciones deberían tener capacidad para albergar a diez mil personas; no, mejor sería unas cinco mil, o, bueno, la verdad es que no sabemos. Entonces, hagamos un nuevo estudio de factibilidad. Pero, como siempre, nos quedamos en discusiones cíclicas, mientras que en Panamá ya están por iniciar su construcción, y quizás con los inversionistas que acá se cansaron de esperar a que se aclararan los nublados del día.
¿Llegaremos con esta actitud de “a poquitos” y “perfeccionistas” a ser un país desarrollado en el 2021? Las dudas prevalecen. Por experiencia personal en el desarrollo de proyectos en empresas en El Salvador, Panamá, República Dominicana y Uruguay, mientras que nosotros tardamos cuatro años planificando un proyecto y luego, ingenuamente y con resultados desastrosos, lo queremos construir en doce; ellos se toman doce meses para planificarlo y cuatro años para construirlo, rehacerlo, mejorarlo y recuperar las inversiones.
Pobres más pobres. Si no desarrollamos la infraestructura, si no mejoramos la educación técnica y no hacemos que las ideas se conviertan en hechos, estaremos condenando a los más pobres a ser más pobres cada vez. Hoy tenemos el aeropuerto que necesitábamos hace veinte años, la carretera a Caldera que fue diseñada hace treinta, y esperaremos otros treinta años más para tener el metro que otros ya construyen. Serán los nietos los que vean erigir los edificios de la nueva Casa Presidencial y de la Asamblea Legislativa (que por dicha nos salvamos de la ocurrencia de trasladarla a Zapote), pero tendremos que usar carro o avión para ir a las convenciones en Panamá.
Diario La Segunda de Santiago de Chile
Celebraciones, monumentos y el Bicentenario
Por Andrés Rodríguez
Ya llegamos a septiembre, mes en el cual las celebraciones del Bicentenario de la República marcarán su punto más alto.
Este año 2010 será recordado por nosotros y por las futuras generaciones por diversas razones: el 27 de febrero pasado un devastador terremoto y un maremoto posterior asolaron al país provocándole inmensos daños materiales y humanos de los cuales aún no nos reponemos. Si bien el recuerdo de aquella espantosa noche comienza a alejarse en nuestras frágiles memorias, recorrer Talca, Concepción o Dichato en la actualidad nos vuelve rápidamente a la realidad y a la necesidad de asistencia que muchas zonas del país aún necesitan. Ha sido una dura carga de sobrellevar para el nuevo gobierno, que lo ha alejado de la posibilidad de realizar o pensar en grandes proyectos o realizaciones que perduren y se mantengan en el tiempo.
Hace pocas semanas, un nuevo e inesperado acontecimiento como el derrumbe al interior de una mina al norte de Copiapó ha dejado bajo tierra a 33 hombres que día a día tienen que luchar contra la adversidad a 700 metros de profundidad. Tendrán que sobrellevar su pesada carga por cerca de tres meses más antes de que puedan ser rescatados y sacados a la superficie para reencontrarse con su mundo normal. Los hechos ocurridos han acaparado la atención del mundo entero, y la prensa internacional escribe una y otra vez acerca de la situación de los mineros, de su entereza, de su capacidad de lucha.
Hace 100 años el país celebraba su primer Centenario con obras públicas verdaderamente monumentales, propias de un país visionario, determinado a hacer de la cultura un eje de la vida ciudadana: se inauguraron en ese entonces la Biblioteca Nacional, imponente edificio situado en la más importante avenida de la capital y el Museo de Bellas Artes, otra obra emblemática construida para albergar colecciones de arte nacionales y para ser sede de importantes exposiciones transitorias. Ellas para nombrar sólo algunas.
Este año Bicentenario ha sido pródigo en actos de la naturaleza, pero exiguo en edificios, obras de gran envergadura o monumentos como los señalados en el párrafo anterior. ¿Imprevisión de las autoridades anteriores? ¿Falta de compromiso con un aniversario que estaría situado al fin de un gobierno y al comienzo de otro? ¿Falta de visión de las autoridades centrales para emprender obras que perduren, se proyecten en el tiempo y no sean efímeras? ¿Falta de interés en el tema cultural?
La realización del Parque Bicentenario en la comuna de Vitacura y la reciente inauguración del Teatro Municipal de Las Condes, dos obras emblemáticas para estas celebraciones, han sido sobre todo fruto del esfuerzo, visión y decisión de sus respectivos alcaldes y concejos municipales. La inauguración de sólo una parte del Centro Cultural Gabriela Mistral y la postergación en la construcción de la parte más importante de dicho centro nos dejan un sabor amargo. Hay, por cierto, otras obras que podríamos enumerar pero que no tienen el alcance ni la repercusión que se habría esperado para la celebración de los 200 años de nuestra patria.
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