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lunes, 6 de septiembre de 2010
Mens sana in corpore sano
Por Eugenio Alvial
Como decía Platón, antes de discutir una idea hay que ponerse de acuerdo en la base de la discusión, luego la base de esta propuesta es: los deportes deben practicarse para beneficio de todo un país o solamente para ganancias pecuniarias de determinadas marcas comerciales.
Si nos atenemos al lema del latino Juvenal, en la versión moderna de su significado: “Mente sana en cuerpo sano”, la lógica y la razón nos dicta que los deportes son para la superación de la gran masa.
Pero, hay otra cuestión que falta por definir. Cuando en Chile hablamos de deportes, especialmente en los medios televisivos, nos estamos refiriendo en forma permanente, al fútbol y eventualmente al tenis, cuando éste lo justifica dada la expectación masiva que genera por un posible triunfo, con un alza en “rating”, lo que a su vez hace subir el precio de las cuñas propagandísticas.
Luego, el dilema es: ¿salud para todos o ganancias monetarias para unos pocos?
Y las ganancias deben ser nada de despreciables, puesto que la industria tabacalera, en su ocasión, resintió la prohibición de hacer propaganda en los deportes; bueno, absurda pretensión, sería lo mismo que pensar en misas auspiciadas por el Mandinga.
Como verán, vamos a recurrir a continuación a la misma propuesta que hemos hecho en alguna columna anterior: lo que beneficia a toda una ciudadanía debe ser impulsada y manejada por el Estado, para evitar que el lucro que impondría la iniciativa privada, segregue a los ciudadanos entre ricos y pobres.
Es triste ver a deportistas y sus familias, esforzados en conseguir logros, yendo de Herodes a Pilatos, solicitando apoyo para su gestión, apoyo que generalmente es desoído; tenemos los casos del gimnasta Tomás González y la nadadora Kristel Köbrich. Sin embargo, basta que con sus disciplinados esfuerzos particulares suban al podium, para que los medios difundan a los cuatros vientos – y cómo no, si la noticia conlleva rating - la brillante victoria de estos deportistas que representan dignamente a Chile. Indignante ver como capitalizan para su propio peculio, los logros ajenos.
A propósito, no sabemos con qué base el presidente de la República, promete los juegos Odesur de 2014, a realizarse en nuestro país, con un presupuesto de US$ 50 millones. Parece un chiste o el equipo comunicacional de la presidencia cree, como también a ocurrido en gobiernos anteriores, que todos somos ignorantes y carentes de noción del significado del dinero. Es cierto que hay personas modestas que nunca han tenido en sus manos un billete de 20 mil pesos, pero eso no significa que todos vamos a aceptar una propuesta tan liviana, como a la que nos hemos referido.
Un país como el nuestro, carente de infraestructura deportiva olímpica, no puede pretender realizar esta competencia con éxito, sería un tremendo desprestigio internacional.
Creemos que no hay que actuar como el Transantiago, que tiró los buses a la calle sin tapar los hoyos del pavimento, entre otras cosas.
Basta cotizar por internet el valor de algunos implementos deportivos de calidad para darse cuenta del costo de una competencia bien organizada. Y no contemos el tiempo que habría para preparar medianamente bien a nuestros deportistas; cuatro años o menos es insuficiente, para muestra un botón: la selección de fútbol se preparó en ese tiempo y ya sabemos el resultado.
Proponemos, primero, declinar la sede; segundo, subir el presupuesto al doble para construir como debe ser la infraestructura olímpica; preparar con el tiempo necesario a los deportistas; tercero, no olvidar que los recintos deportivos debe estar en todas las principales ciudades del país, Santiago no es Chile, es parte de Chile; cuarto, con fundamento, candidatear al país para el 2018.
Como dice el adagio: “Siempre hay tiempo para hacer las cosas dos veces mal, pero nunca hay tiempo para hacerlas bien a la primera vez”.
Treinta y dos son las especialidades que compitieron en China, bajo ese parámetro, preparemos BIEN a tres o cuatro deportistas para cada una de veinte pruebas, con el ánimo primordial de beneficiar a toda la juventud y luego competir en justas internacionales, con un cierto decoro.
El deporte bien dirigido mantendrá a nuestra juventud lejos de los vicios, de la alimentación hipercalórica y bebidas con el peligroso “aspartame” (edulcorante no calórico descubierto en 1965 y comercializado en los ochenta) que venden las cadenas internacionales de comida chatarra, como también de la obesidad mórbida.
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