SOCIEDAD
EL ABUSO DEL CONSERVADURISMO
Por Camilo Escalona
EL ABUSO DEL CONSERVADURISMO
Por Camilo Escalona
El Día Nacional de las Iglesias Evangélicas es un avance del
país, del reconocimiento que se ha hecho en democracia al protestantismo por su
contribución a la libertad en el ejercicio de la fe que se debe garantizar a
todo creyente, así como, de su labor abnegada y tesonera para rescatar a muchas
personas de la delincuencia, la drogadicción o el alcoholismo. Así el país lo
ha dejado de manifiesto en muchas ceremonias este último 31 de octubre.
Sin embargo, en el marco de esta festividad se ha
desbordado, una vez más, la intolerancia de expresiones de un extremo
conservadurismo que protagonizadas por el vocero de estos sectores, Hedito
Espinoza, ha dado rienda suelta a su homofobia, recurriendo por enésima ocasión
a la amenaza de que se va a “destruir la familia” si se avanza en legislar en
el Acuerdo de Vida en Pareja que apunta a resolver problemas insolubles que convivientes,
sean o no del mismo sexo, que luego de una larga vida en común sufren graves
daños patrimoniales en el caso de no estar formalmente casados.
Sus dichos no son sorpresivos ni casuales; no cabe duda que
siguen una conducta y un estilo de expresión ya usado muchas veces.
Se podría hacer un larguísimo recuento de sus salidas de
madre y, sin embargo, continúa diciendo lo que realmente se le viene en gana;
en especial, en el tema tan delicado de la opción sexual de cada persona que,
después de muchos años de discriminación y abuso hacia los homosexuales , ha
comenzado a ser tratado en nuestro país con altura de miras y madurez.
Una vez restablecida
la democracia, siendo diputado participé activamente, en un esfuerzo por la
tolerancia y la no discriminación, presentando uno de los primeros proyectos de
ley utilizados en el trabajo legislativo que concluyó con la aprobación del
texto legal sobre libertad de culto en nuestro país.
Pude tomar nota de la discriminación sufrida por tantos
obispos y pastores evangélicos, que con sus familias, padecieron fuertes
expresiones de abusos discriminatorios durante muchos años. Ellos dieron una
lucha muy dura contra la intolerancia, con su coraje se ganaron mi admiración y
la de muchas personas, que valoramos su firme conducta, su devoción religiosa y
su amor al prójimo.
Por eso que viene a resultar profundamente decepcionante que
en un Acto de Fe, como es el Día de los evangélicos, se vuelven a reiterar
estereotipos y afirmaciones que rayan en la caricatura y, en desbordes
verbales, que indican la presencia de un encono persistente y arraigado hacia
una parte de nuestros semejantes. No es lo que debiera caracterizar el ánimo de
personas que sufrieron en carne propia tales odiosidades.
En la sociedad global estas expresiones son inaceptables, se
está cayendo en un periodo que a la postre puede resultar funesto para la
humanidad, en que el integrismo de diverso signo y el fanatismo religioso,
están provocando enfrentamientos de alcances inimaginables para muchos pueblos
en el planeta.
Es cosa de mirar lo que ocurre con el terrorismo
militarizado del llamado Estado Islámico, para que reflexionemos seriamente
acerca del oscuro sendero al que conduce un ejercicio enceguecido de las
creencias en el mundo de hoy.
La clave de la civilización humana del próximo tiempo
depende directamente de la capacidad que tengamos de tolerarnos unos a otros,
de aceptar profundamente que la diversidad es consustancial al ser humano y que
jamás seremos todos y todas exactamente iguales; hay que saber asumir la
identidad y la fisonomía de cada cual y abandonar las huellas de siglos de
ofensas mutuas, de soberbia y engreimiento, que no hacen más que retardar y
obstruir el avance en que la libertad no sufra de las amenazas que siembran las
convicciones fanáticas que aún nublan la sociedad en el planeta.
Esperemos que pronto sea el día que estos enconos no sean
entregados desde tribunas desde las que se añora fraternidad y no soberbia,
unidad y no división, en bien de Chile.
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