OPINIÓN POLÍTICA
Por Walter Krohne
La semana que termina ha sido ingrata para la Presidenta y el gobierno de la Nueva Mayoría, especialmente tras el acrecentamiento de las críticas destempladas contra las reformas que se están impulsando. Todo comenzó el lunes cuando la ex candidata de la derecha chilena, Evelyn Matthei, se fue en picada en contra de Bachelet en una acción que más que buscar una ”verdad absoluta”, pareció ser un ataque con “sangre en el ojo” que removió las estructuras políticas al interior de algunos partidos e irritó los ánimos en el Palacio.
MOMENTOS INGRATOS PARA LA PRESIDENTA, PERO CON SUCULENTOS REAJUSTES DE SUELDOS
Por Walter Krohne
La semana que termina ha sido ingrata para la Presidenta y el gobierno de la Nueva Mayoría, especialmente tras el acrecentamiento de las críticas destempladas contra las reformas que se están impulsando. Todo comenzó el lunes cuando la ex candidata de la derecha chilena, Evelyn Matthei, se fue en picada en contra de Bachelet en una acción que más que buscar una ”verdad absoluta”, pareció ser un ataque con “sangre en el ojo” que removió las estructuras políticas al interior de algunos partidos e irritó los ánimos en el Palacio.
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Su lengua no se vio en ningún momento obstaculizada o perturbada por agentes extraños o externos para
acusar con dureza a la Mandataria al sostener que “la principal falencia de Chile hoy día es la
Presidenta Bachelet”, agregando que el problema del gobierno no estaba en el
gabinete, puesto que, según explicó, “el problema es ella y sus asesores del
segundo piso”.
Parece increíble, aunque la política es así, porque ambas, Michelle y Evelyn, se conocen de toda una vida. Sus padres tenían la misma profesión en la Fuerza Aérea y cuando eran pequeñas jugaban juntas a las muñecas. La Unidad Popular separó a estas dos familias que quedaron con rabia para toda la vida.
Quienes conocen hoy a Evelyn saben que no es la primera vez que habla con increíble dureza con la que ya se caracteriza en el mundo político. Sus genes alemanas la llevan a correr estos riesgos de cuando en vez, hasta el punto que parece que Matthei quisiera llegar al fondo-fondo del asunto como intentando aniquilar lo más rápidamente a su contrincante de turno.
Parece increíble, aunque la política es así, porque ambas, Michelle y Evelyn, se conocen de toda una vida. Sus padres tenían la misma profesión en la Fuerza Aérea y cuando eran pequeñas jugaban juntas a las muñecas. La Unidad Popular separó a estas dos familias que quedaron con rabia para toda la vida.
Quienes conocen hoy a Evelyn saben que no es la primera vez que habla con increíble dureza con la que ya se caracteriza en el mundo político. Sus genes alemanas la llevan a correr estos riesgos de cuando en vez, hasta el punto que parece que Matthei quisiera llegar al fondo-fondo del asunto como intentando aniquilar lo más rápidamente a su contrincante de turno.
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Pero como todo en Chile, las cosas pasan rápido y el
incidente duró no más de dos o tres días. Lo más singular, en todo caso, más
que las propias palabras de la ex líder
derechista, fue la opinión del presidente socialista Osvaldo Andrade, quien encasilló a la política de la Alianza simplemente como una loca.
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"La locura es así... la locura intenta amedrentar a los chilenos", dijo, añadiendo más tarde que "a la locura nunca hay que responder, hay que dejar que la locura se disipe, para eso hay remedios, para eso están los farmacéuticos, están los médicos, no la política".
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Sin embargo estas descalificaciones, vengan de quien vengan, siempre dejan heridas irreparables en el tiempo, especialmente cuando Evelyn Matthei dice que la Presidenta Bachelet puso a sus amigos, muchos de ellos sin tener ninguna experiencia. "Y a algunos los quemó, como a (Alberto) Arenas y a (Nicolás) Eyzaguirre. Ambos son unos lesos que por amistad, por poder, o porque se creyeron 'supermanes', qué se yo, aceptaron ser ministros en condiciones en que solamente lo podían hacer pésimo. Ambos han quemado totalmente su prestigio profesional. Son personas que han perdido el respeto de todo el mundo y no se lo merecen, ninguno de los dos".
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"La locura es así... la locura intenta amedrentar a los chilenos", dijo, añadiendo más tarde que "a la locura nunca hay que responder, hay que dejar que la locura se disipe, para eso hay remedios, para eso están los farmacéuticos, están los médicos, no la política".
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Sin embargo estas descalificaciones, vengan de quien vengan, siempre dejan heridas irreparables en el tiempo, especialmente cuando Evelyn Matthei dice que la Presidenta Bachelet puso a sus amigos, muchos de ellos sin tener ninguna experiencia. "Y a algunos los quemó, como a (Alberto) Arenas y a (Nicolás) Eyzaguirre. Ambos son unos lesos que por amistad, por poder, o porque se creyeron 'supermanes', qué se yo, aceptaron ser ministros en condiciones en que solamente lo podían hacer pésimo. Ambos han quemado totalmente su prestigio profesional. Son personas que han perdido el respeto de todo el mundo y no se lo merecen, ninguno de los dos".
¿Se puede descalificar a personas y a un Gobierno en forma
tan descarada a sólo ocho meses de haber asumido y sin argumentaciones serias?
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Si, se puede, pero no se debe, porque a pesar que las cosas no andan bien para el gobierno hay un fundamento y una convicción basadas en la buena intencionalidad, donde un grupo de políticos tiene la convicción de que hay posibilidades en Chile de hacer los cambios reales y concretos que se necesitan con urgencia, a pesar de los errores que ya se han cometido tras escasos ocho meses de haber asumido.
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Se puede considerar sí que en política no basta sólo con tener buena intencionalidad sino es mucho más importante mostrar el liderazgo necesario para poder impulsar con éxito los cambios propuestos. Y este liderazgo parece que falta, no sólo en la Presidenta sino también en el equipo político de La Moneda.
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Esto lo demostró la misma Mandataria en una entrevista en Cooperativa donde se le preguntó sobre el tema de las declaraciones de Evelyn. Su respuesta fue lamentable: “Yo no comparto esa manera de hacer política, creo que esa manera no contribuye en nada a resolver los problemas de la gente. Y lo que yo estoy haciendo es trabajar duro para mejorar la vida y las oportunidades de nuestros compatriotas. En verdad, no quiero hacer más comentarios a este respecto".
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Y eso fue. No se percató ni tampoco lo hicieron sus asesores comunicacionales que ella tuvo en sus manos una gran oportunidad de lucirse si conseguía comparar los objetivos y metas de su Gobierno, destinados a cambiar una sociedad, terminar con las desigualdades y progresar hacia un nuevo Chile, un Chile que ni la Concertación ni la derecha lo han podido lograr, como es el dejar atrás un modelo atrasado y mercantilista que se defiende con mucha fuerza en el marco de un sistema económico que es injusto y perverso. Esto, al menos, creo que era lo que hubiesen querido escuchar sus seguidores.
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En este punto hay que volver y reiterar en el tema sobre los perjuicios que dejó en Chile la dictadura de 17 años durante la cual simplemente se convirtió en lucro todo un sistema social que incluyó la salud, las jubilaciones, la educación, el sistema crediticio y bancario y el libre mercado en general que nos ha dejado desprotegidos ahora de una inflación galopante que afecta a una gran parte de la población imposibilitada de adquirir los productos básicos en un cuadro que se completa con ingresos generalmente miserables.
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Es cierto que se han cometido graves errores, especialmente en Hacienda donde se implantó un nuevo Medco para las bencinas, que en el fondo le ha costado a los usuarios tener que pagar precios adicionales o más de la cuenta, o con la aprobación de una reforma tributaria que tiene un dudoso futuro sobre su capacidad de poder financiar realmente la reforma educacional, además de otras reformas sociales.
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Otro error grave fue haber permitido que el 6% de reajuste de los empleados fiscales o del sector público fuera extensivo también a los sueldos altos en el Gobierno, entre ellos los de la misma Presidenta, los ministros, los subsecretarios y sobre todo los sueldos de los parlamentarios que han quedado ya superando los 10 millones de pesos mensuales.
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Esto es como reírse en la propia cara de la clase media empobrecida, los jubilados muertos de hambre, los contribuyentes y electores, porque constituye una violación al propio pensamiento oficialista que busca acabar o, al menos disminuir en gran medida con las desigualdades económicas, donde el 5% de la población capta la mayor parte de las riquezas en este país. Por este camino los pobres asalariados seguirán siendo pobres o más pobres, mientras que el progreso económico favorecerá una vez más a los políticos que tienen la sartén por el mango.
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Qué pena produce el hecho que las palabras que se transmiten en las campañas se olviden rápidamente una vez que quienes son electos comienzan a disfrutar de las bondades del poder y la política.
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Si, se puede, pero no se debe, porque a pesar que las cosas no andan bien para el gobierno hay un fundamento y una convicción basadas en la buena intencionalidad, donde un grupo de políticos tiene la convicción de que hay posibilidades en Chile de hacer los cambios reales y concretos que se necesitan con urgencia, a pesar de los errores que ya se han cometido tras escasos ocho meses de haber asumido.
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Se puede considerar sí que en política no basta sólo con tener buena intencionalidad sino es mucho más importante mostrar el liderazgo necesario para poder impulsar con éxito los cambios propuestos. Y este liderazgo parece que falta, no sólo en la Presidenta sino también en el equipo político de La Moneda.
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Esto lo demostró la misma Mandataria en una entrevista en Cooperativa donde se le preguntó sobre el tema de las declaraciones de Evelyn. Su respuesta fue lamentable: “Yo no comparto esa manera de hacer política, creo que esa manera no contribuye en nada a resolver los problemas de la gente. Y lo que yo estoy haciendo es trabajar duro para mejorar la vida y las oportunidades de nuestros compatriotas. En verdad, no quiero hacer más comentarios a este respecto".
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Y eso fue. No se percató ni tampoco lo hicieron sus asesores comunicacionales que ella tuvo en sus manos una gran oportunidad de lucirse si conseguía comparar los objetivos y metas de su Gobierno, destinados a cambiar una sociedad, terminar con las desigualdades y progresar hacia un nuevo Chile, un Chile que ni la Concertación ni la derecha lo han podido lograr, como es el dejar atrás un modelo atrasado y mercantilista que se defiende con mucha fuerza en el marco de un sistema económico que es injusto y perverso. Esto, al menos, creo que era lo que hubiesen querido escuchar sus seguidores.
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En este punto hay que volver y reiterar en el tema sobre los perjuicios que dejó en Chile la dictadura de 17 años durante la cual simplemente se convirtió en lucro todo un sistema social que incluyó la salud, las jubilaciones, la educación, el sistema crediticio y bancario y el libre mercado en general que nos ha dejado desprotegidos ahora de una inflación galopante que afecta a una gran parte de la población imposibilitada de adquirir los productos básicos en un cuadro que se completa con ingresos generalmente miserables.
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Es cierto que se han cometido graves errores, especialmente en Hacienda donde se implantó un nuevo Medco para las bencinas, que en el fondo le ha costado a los usuarios tener que pagar precios adicionales o más de la cuenta, o con la aprobación de una reforma tributaria que tiene un dudoso futuro sobre su capacidad de poder financiar realmente la reforma educacional, además de otras reformas sociales.
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Otro error grave fue haber permitido que el 6% de reajuste de los empleados fiscales o del sector público fuera extensivo también a los sueldos altos en el Gobierno, entre ellos los de la misma Presidenta, los ministros, los subsecretarios y sobre todo los sueldos de los parlamentarios que han quedado ya superando los 10 millones de pesos mensuales.
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Esto es como reírse en la propia cara de la clase media empobrecida, los jubilados muertos de hambre, los contribuyentes y electores, porque constituye una violación al propio pensamiento oficialista que busca acabar o, al menos disminuir en gran medida con las desigualdades económicas, donde el 5% de la población capta la mayor parte de las riquezas en este país. Por este camino los pobres asalariados seguirán siendo pobres o más pobres, mientras que el progreso económico favorecerá una vez más a los políticos que tienen la sartén por el mango.
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Qué pena produce el hecho que las palabras que se transmiten en las campañas se olviden rápidamente una vez que quienes son electos comienzan a disfrutar de las bondades del poder y la política.
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