Los ferrocarriles urbanos subterráneos fueron una de las mayores contribuciones de la Segunda Revolución Industrial; el primero se construyó en Londres -the Tube- hace poco cumplió 144 años de operaciones. Las migraciones campo-ciudad resultaron en urbes cada vez mas grandes y pobladas, extensión territorial y densidad demográfica iban de la mano, con ellas la necesidad de mover cientos de miles de personas diariamente al ir creciendo las ciudades mas importantes en los países industrializados.
A fines de la década del 1930, a Londres se habían unido Nueva York, París, Berlín y ... Buenos Aires; después de la Segunda Guerra Mundial, numerosas ciudades construyeron ferrocarriles urbanos subterráneos entre ellas Moscú y sus estaciones en mármol de variados colores, Madrid, Washington DC, Tokio, hacia fines de la década de 1970 no había ciudad de importancia que no lo tuviera o no hubiese iniciado estudios para construirlo.
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En la década de 1980 se inició la conexión de las redes de "Metros" con los aeropuertos, primero Londres a Heathrow International, luego Washington DC a Reagan National, Atlanta al Hatfield International, Chicago a O`Hare International, Nueva York a JFK International. La tendencia continúa en dos variables, conectando los aeropuertos a un sistema en uno o mas puntos, o bien construyendo línea separada llevando los pasajeros desde el terminal aéreo directamente al centro de una ciudad como en Londres y Atlanta.
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En Chile, los estudios de factibilidad y planificación para un Metro en Santiago comenzaron a fines del gobierno del Presidente Frei Montalva y los trabajos de ingeniería en terreno y construcción de las dos primeras líneas se iniciaron en el gobierno del Presidente Salvador Allende. La línea 1 comenzó sus operaciones durante el régimen militar.
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Para quienes visitaban el país a comienzos de la década del 1990, el METRO de Santiago era una experiencia placentera, limpio, rápido y seguro, hacía la ciudad fácilmente manejable. Todo cambió como consecuencia directa del desastre del Transantiago, considerada la peor política pública en tiempos recientes. Tal vez inesperadamente, el METRO fue obligado, mas bien conminado, a cumplir la función masiva de transporte público de sus congéneres en otras ciudades.
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La pérdida de confianza en el Transantiago hizo de METRO la forma de transporte preferido por quienes tenían acceso a sus estaciones cerca de sus lugares de residencia y/o de trabajo, esta situación se ha decantado hacia el largo plazo, haciendo de METRO un sistema bastante mas allá de Santiago para convertirlo en el principal medio de transporte público urbano de la Región Metropolitana.
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La construcción de dos líneas paralelas al sur de la línea 1, una paralela a la línea 2 por Santa Rosa, y las nuevas extensiones a San Bernardo, Puente Alto y Quilicura, son necesidades evidentes; como lo es la extensión a los terminales del aeropuerto internacional desde la Estación San Pablo, dando a los viajeros acceso al sistema por las líneas 1 y 5.
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Adecuar el METRO a las nuevas exigencias es tarea de alto costo y por su naturaleza tiende a ser inversión pública. La opción de concesionar la construcción y operación de líneas de Metro se intentó en Londres durante el gobierno de Lady Thatcher, fue un desastre, le correspondió al Primer Ministro John Major corregir el error; nosotros, con el beneficio del conocimiento de esa experiencia, evitemos tropezar con la misma piedra.
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