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viernes, 28 de noviembre de 2014

AMÉRICA  LATINA

LA CRISIS POLÍTICA EN MÉXICO


Por Martín Poblete

La tragedia de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos en el Estado de Guerrero, está teniendo graves implicaciones políticas, como lo advirtiéramos en otro artículo en KRADIARIO.  Al insistir en cumplir con su agenda  en un prolongado viaje a China en el marco de la reunión de APEC, el Presidente Enrique Peña Nieto se  ausentó de su país precisamente cuando mas necesaria era su presencia. 
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Cuando regresó ya estaban lanzadas una serie de movilizaciones sociales cuyos organizadores, tomando por pretexto la solidaridad con las familias de las víctimas de la tragedia de Ayotzinapa,  pretendían encajonar al Estado mexicano y sus instituciones sin ocultar sus intenciones de provocar una crisis del sistema, no faltaban quienes pedían la renuncia del Presidente mientras los infaltables encapuchados, parte de las turbamultas manifestantes por toda Latinoamérica, creaban numerosas situaciones de violencia callejera.

Curiosamente, el partido mas afectado pareciera ser el Partido de la Revolucion Democrática PRD, tal vez por hallarse entre sus militantes el alcalde de Iguala y su mujer,  ambos imputados por su rol en el crimen de los 43 estudiantes y por sus vínculos con el narcotráfico. El fundador del PRD, Cuahutemoc Cárdenas, hijo del General Lázaro Cárdenas, renunció a su militancia, dejando al actual líder Andrés Manuel López Obrador en difícil posición tratando de mantener la unidad y vigencia de ese partido.

La tragedia de Ayotzinapa ha perfilado con suma claridad la profundidad y transversalidad de la corrupción en México, ningún sector de la sociedad mexicana pareciera estar ajeno a su influjo; igualmente,  la tragedia en Ayotzinapa  eleva el perfil de otras en diversos Estados y localidades, y resalta la gravísima situación de violaciones a los derechos humanos en paralelo a las limitaciones de la Judicatura en todos sus niveles
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A lo anterior se agrega la percepción del colapso de las policías locales y estatales, con serias dudas sobre la integridad de los Federales. Para  completar el oscuro cuadro mexicano de seguridad ciudadana. En el gobierno del Presidente Felipe Calderón Hinojosa  se usó extensivamente al Ejército en operaciones  de control y destrucción de los carteles del narcotráfico, sin resultados positivos. 
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Hay quienes sostienen que los desafíos planteados por el narcotráfico configuran un problema esencialmente policial, para el cual las Fuerzas Armadas y particularmente el  Ejército no están  formados ni preparados y la experiencia de México y en menor grado la de los países centroamericanos  parecen dar la razón a este argumento.

En todo este drama no es posible marginar la participación de Estados Unidos.  Desde hace algo mas de veinte años, las diversas policías especializadas americanas han estado activas en territorio mexicano, en la mayoría de los casos en cooperación con las policías mexicanas, en algunas ocasiones sin informar a los anfitriones, en otras mimetizándose con ellos usando uniformes mexicanos al punto incluso de usar armas como las portadas regularmente por las policías mejicanas.

Este último procedimiento se había mantenido confidencial, pero un enfrentamiento armado con narcotraficantes en Sinaloa el 11 de julio pasado  dejó  gravemente herido a un policía federal americano - U.S. Marshal -  terminando con la confidencialidad. 
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Como lo indicamos antes  en KRADIARIO, los gobernadores de los estados americanos del sudoeste perdieron el control de sus fronteras, por ellas tiene lugar un activo tráfico hacia México de armas y municiones de fabricación americana, incluyendo piezas de grueso calibre.
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En otra variable, Estados Unidos sigue siendo el mas importante mercado de consumo  de drogas,  por ello los narcotraficantes han tratado de controlar parte del territorio en los estados mexicanos fronterizos, esto último no es un problema propiamente policial sino de seguridad nacional. Sin embargo no ha sido enfrentado con claridad por las autoridades mexicanas.

Las consecuencias de la tragedia de Ayotzinapa, aún considerando su gravedad, no debieran amenazar la vigencia del Estado mexicano,  si bien grupos a la izquierda del PRD quisieran impulsar al movimiento social para crear situaciones de inestabilidad.   El Presidente  Peña Nieto puede superar su error reciente trabajando con las otras fuerzas democráticas en su propio partido, el PAN, y  también el PRD si consigue salvarse de su desbarajuste interno; además, debe abrirse a la Iglesia y a otras fuerzas sociales  adversas a cualesquier intento de generar un quiebre institucional.    

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