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viernes, 22 de abril de 2016


PRESIDENTE AYLWIN

¿QUÉ MUERE CON PATRICIO AYLWIN?

Por Hugo Latorre Fuenzalida

“Muerto yo, muerto todo”, enseñaba Sancho Panza en una postura existencial y subjetivista, que marca el gran comienzo del espíritu renacentista.
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Con Patricio Aylwin mueren también muchas cosas importantes del existir político nacional, como la concepción pulcra (en lo económico) de la política. Sabido es su rechazo a mezclarse en asuntos de dinero y la forma austera en que llevó su tránsito existencial. En esto se suma a la tradición de los viejos líderes  falangistas, que también separaron lo que era del César (el dinero) de lo que era de Dios (el servicio público).
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Con Patricio Aylwin muere también el sentido afable de la personalidad en la acción política. Su sonrisa permanente, su trato considerado con los humildes y su respeto incluso a los rivales, impone una valla alta a los políticos de hoy como expresión humana del servicio y el liderazgo.
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Lo cierto también es que en política, cuando se muere-al contrario de lo señalado por Sancho- no todo muere: pues queda el legado que se expresa en el juicio público.
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Todo político es necesariamente controversial, pues la política es administración del poder y en esa arena siempre hay favorecidos y perjudicados. Pero la política es también el ejercicio de tomar decisiones delicadas, es decir que al tomarse producen consecuencias inmediatas o de mediano y largo plazo.
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Pero lo que más complica el legado de los políticos destacados, es que la diversidad de opiniones puede extenderse desde la discrepancia moderada o parcial hasta la impugnación más feroz y extremosa. Todo es parte del juego y quien participa en este juego debe proveerse con una epidermis resistente.
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En la acción política siempre se exhiben realizaciones y también carencias, vacíos, faltas, falencias, ausencias o inhibiciones; se dan énfasis y sesgos positivos y negativos; eso es inevitable, más en tiempos conflictivos y en sociedades  de alta precariedad institucional, respecto del Estado, y económica, respecto de los recursos disponibles para la acción efectiva.
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Cuando el tiempo de vida del político ha sido largo, mayores son las oportunidades de sumar eventos criticables.
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Lo más que se ha dicho de Aylwin, como crítica a su actuar, es su condición conservadora y su postura proclive  a la intervención de los militares al final del gobierno de la Unidad Popular.
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Conociendo al hombre, creo que la primera  acusación puede ser más acertada  para su última etapa como político, es decir al momento de asumir la presidencia y el tiempo de su retiro posterior, pero no a la etapa en que actuó como parlamentario y presidente del PDC, porque, de ser así, tendríamos que considerar que toda la obra de Frei Montalva también fue conservadora, ya que Aylwin fue un soporte permanente del gran líder desarrollista, como también lo fueron Leighton, Valdés, Tomic y tantos que acompañaron el proceso de la “Revolución en libertad”.
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La segunda acusación, también requiere ser ubicada en el contexto exacto, pues como presidente del PDC en la etapa final del gobierno UP, llevó a cabo negociaciones directas con Allende, con el aval del cardenal Silva Henriquez, logrando acuerdos preliminares en más de una ronda, acuerdos que fueron desechados-no por Allende- sino por los partidos de la UP (recordemos  el reiterado slogan de “avanzar sin transar”), ante lo cual mucha gente de la DC sintió inviable el camino del diálogo. El mismo Carlos Altamirano ha reconocido, en los funerales de Aylwin, que él era una persona “peleadora”, es decir que era un aguerrido y obcecado revolucionario a ultranza.
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Desde la izquierda se hizo lo posible por desbaratar todo intento de salvataje del sistema democrático y de violentar el lenguaje con amenazas de todo orden, eso debe quedar bien establecido para calibrar el estado anímico que reinaba para entonces. Esto lo terminó reconociendo el liderazgo más preclaro del mismo Partido Comunista.
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El aceptar lo inevitable de la “intervención” de los militares, dada la inviabilidad del diálogo político, no transforma a la DC ni a Aylwin en golpistas, cuando mucho en errar el juicio sobre la fatalidad de esa intervención, la cual se pensó  apenas arbitral y restauradora de un orden institucional normalizado, sin ponderar las fuerzas malignas que se forjaron en la institucionalidad armada en su paso por las escuelas de la “Guerra Fría”, administradas por los norteamericanos, ni en la fascistización de la derecha chilena, luego de recibir los golpes de los dos procesos revolucionarios: de Frei Montalva y de Allende.
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Entonces, el juicio que queda es sobre su presidencia y eso es más complejo, por lo que requiere de otro artículo.

1 comentario:

  1. aje






    De: "Jorge Cisternas Z."
    Asunto: Re: artículo KRADIARIO
    Fecha: Fri, 22 Apr 2016 01:55:13 +0000 (UTC)
    Para: Rodolfo M Vega , Enrique Latorre Fuenzalida , Magaly Alegría , Marcelo Claude , soledad mella , Jorge Lavandero , Pablo Latorre , Walter Krohne , Felipe Portales , Ernesto Artigas , María Cekalovic , Chichí Latorre , Carlos Tomic , Eugenia Zambrano , Sergio Sanchez , "jorgescuti@yahoo.es" , "jorgegarreaud@gmail.com" , "defensadelcobre@gruposyahoo.com" , Edison Barría , Johannes Jensen , Héctor ToledoUsach , "Ernesto.Burgos@smtp01.srv.cs.cmu.edu"


    Comparto el comentario de Rodolfo


    El Jueves 21 de abril de 2016 14:49, Rodolfo M Vega escribió:


    Estimado Hugo,

    Excelente análisis, ponderado y ecuánime. Me tomé la libertad de compartirlo en Facebook.

    Gracias
    Rodolfo VEGA



    On April 21, 2016 12:27:53 PM EDT, Enrique Latorre Fuenzalida wrote:


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