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viernes, 7 de marzo de 2014

06-03-2014-KRADIARIO-Nº887


NUEVA SERIE: EL CAMBIO DE MANDO PRESIDENCIAL EN  CHILE

El déficit de Piñera en la Araucanía

Por Martín Poblete

En el célebre debate de Valladolid  -disputatis disputandis-  el Dr. Juan Ginés  de  Sepúlveda, el mas destacado académico aristotélico en la Europa de su tiempo, argumentó que los indios de América eran individuos incivilizados y primitivos, el indio pensado como un incapaz en derecho.   

Por su parte, el Padre Bartolomé de Las Casas, como buen cura de su tiempo bien versado en la filosofía de Aristóteles, argumentó al indio en su condición de persona en plenitud de su humanidad, por ello el Rey y los funcionarios de la Corona encargados de ejercer autoridad en su nombre, estaban obligados a respetarlo y concederle la protección de la ley;  el Padre Las Casas pensó al indio como un sujeto de derecho, y por ello se lo considera precursor de la lucha por la justicia en las Américas, y precursor de la defensa y promoción de los derechos humanos.
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Un par de vueltas a la manivela de la moviola, nos encontramos poco mas de tres siglos adelante, la naciente República había iniciado su expansión al sur del Bío Bío  creando espacios a la colonización con inmigrantes europeos, pero esos espacios se abrieron a expensas de los pobladores originarios, los mapuches y en menor grado los pehuenches.  La comprensible resistencia mapuche fue aplacada en una operación llamada "pacificación de la Araucanía", grupos significativos de mapuches fueron arrejuntados en "reducciones"; en un curioso giro de las ideas, los gobernantes liberales de la época establecieron en Araucanía un régimen jurídico separado para sus habitantes originarios, se dictaron leyes de indios y se crearon tribunales de indios; es decir, el indio  pensado como un incapaz en derecho.  Sin haberlo soñado, Juan Ginès de Sepúlveda  había obtenido una perversa venganza en Chile a mas de tres siglos de su muerte.

Los juzgados de indios, sus jueces y sus auxiliares los agrimensores, fueron cómplices de numerosos abusos  y despojos, ese legado es parte de los problemas vigentes.   El activo mestizaje de los últimos dos siglos agregado a la creciente urbanización de la población de mestizos mapuches, fue dejando en la inutilidad la legislación mencionada, no hubo mayor impacto cuando el General Carlos Ibáñez del Campo abolió las leyes y juzgados de indios en su segundo gobierno.

Las reformas agrarias de muy diferente implementación en los gobiernos de los presidentes Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, unidas a las medidas de contrarreforma durante la dictadura,  dejaron un número considerable de pequeños parceleros,  y medieros sin tierra en diversas comunidades.
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En los sucesivos gobiernos de la Concertación, se hizo un curioso intento por tratar los problemas de los mestizos mapuches en Araucanía, creándose una entidad llamada Corporación Nacional de Desarrollo Indígena  CONADI, dándose comienzo a una política de compra de tierras a precio de mercado, de fundos en plena explotación, para traspasarlos a miembros de comunidades indígenas  mediante un régimen de tenencia precaria carentes de todo valor ante las entidades proveedoras de crédito,  estableciendo relaciones de triste dependencia financiera con burócratas y tecnócratas, parásitos del Estado, una aberración en los tiempos que vivimos.  En  la misma vena, los gobiernos concertacionistas  buscaron imponer limitaciones a la posibilidad de las comunidades indìgenas de arrendar las tierras recibidas en precario;  asimismo, se establecieron limitaciones a la potestad de mestizos mapuches con título de propiedad  para vender sus tierras o parte de ellas a personas ajenas a la etnia; es decir, nuevamente el indio pensado como un incapaz en derecho.
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Simultáneamente, grupúsculos de individuos con sus mentes en experiencias  fracasadas y derrotadas, se lanzaban a una aventura guerrillerista  buscando revivir tiempos idos  -"a la recherche du temp perdu (Marcel Propust)"- con apoyo de ONGs chilenas y foráneas,  algunos abogados y sociólogos subidos al carro de un nebuloso trasnochado indigenismo, y los infaltables intelectuales de los mas variados pelajes activos en centros urbanos.
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Al asumir su mandato, el Presidente Sebastián Piñera  recibió una región en serias dificultades, por las características de su persona cabía esperar audacia y eficiencia para cambiar el panorama en Araucanía, no sucedió así;  el gobierno mantuvo las políticas de sus antecesores,  gradualmente  dejó escapar  el control de la situación de orden público enredándose en discusiones bizantinas sobre la naturaleza terrorista de los numerosos delitos de asaltos, incendios, cortes de caminos, destrucción de bienes de capital, y amedrentamiento de la población rural por bandas armadas.  El asesinato del matrimonio Luchsinger pudo haber marcado un punto de inflexión, pero el gobierno dejó pasar la oportunidad.   Asimismo, se dejó pasar la oportunidad de haber gestado un nuevo diseño de inserción social  para la industria forestal, actividad relativamente nueva en la región en su dimensión dedicada a la exportación. 

Don Sebastián entrega una región de Araucanía con un sector de mestizos mapuches medianos y pequeños propietarios agrícolas, tienden a votar por los partidos de la Alianza, de preferencia por los candidatos de RN; un sector mayoritario en las comunidades construidas sobre las antiguas reducciones,  de muy variadas lealtades políticas;  numerosas comunidades surgidas después del desastre de las reformas  agrarias y la contrareforma, algunas han sido favorecidas en el reparto de tierras  con tenencia precaria; y un importante sector urbano socialmente muy activo.

Vendrá un debate  pronto  una vez inaugurado el gobierno de Michelle Bachelet,  si se consigue restablecer  el orden público y el imperio de la  ley,  podrían comenzar a trabajarse  los cambios conducentes a la creación de un campesinado parcelario de mestizos mapuches.  

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